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Cuando Fidel regresó a las montañas orientales

El 1ro. de febrero de 1959 Fidel Castro llegó a Santiago de Cuba para iniciar su primer recorrido por las montañas del oriente cubano después del triunfo de la Revolución

Autores:

Eugenio Suárez Pérez
Acela Caner Román

El 1ro. de febrero de 1959 Fidel Castro llegó a Santiago de Cuba para iniciar su primer recorrido por las montañas del oriente cubano después del triunfo de la Revolución.

A su arribo, Fidel declaró a la prensa que marchaba a la Sierra Maestra para ampliar la ley orgánica del Ejército Rebelde y acabar con los latifundios, de modo que cada campesino pudiera laborar sus tierras.

«La reforma agraria ampliamente aplicada será sólida porque ello constituye el principal anhelo, la primera necesidad de nuestra población en este momento presente y la primera ley revolucionaria», expresó.

Pocas horas después, el Comandante en Jefe partió rumbo a la Sierra acompañado por un nutrido grupo de médicos y maestros que, voluntariamente, acudieron a su llamado para dar comienzo a la rehabilitación social del territorio.

La primera concentración campesina

En una explanada existente entre el central Estrada Palma (hoy Bartolomé Masó) y la Sierra Maestra, conocida como Guayabal de Nagua, Fidel convocó la primera concentración campesina. Aunque el lugar no aparece en los mapas actuales, pues quedó sepultado bajo las aguas del embalse Paso Malo, lo ocurrido la tarde del 2 de febrero de 1959 lo marcó en nuestra historia.

Ese día, ante millares de campesinos que habían asistido a la cita, Fidel patentizó que ya la Reforma Agraria estaba en marcha:

«Hemos venido aquí para demostrar a los campesinos que no los hemos olvidado en el triunfo y para decirles a todos los cubanos que tengan presente, que tengan presente, repito, que nosotros los barbudos del Ejército Rebelde, somos de la Sierra y que exigimos al Gobierno hacer la revolución agraria».

Fidel reafirmó que serían expropiadas las tierras de los latifundistas y aclaró que aún no había comenzado a repartir las tierras porque el reglamento de la Ley Agraria no estaba completo y se corría el riesgo de hacer un reparto disparejo. Pero que antes de 30 días tenía que estar vigente porque si no él, al frente de dos millones de cubanos, marcharía hacia La Habana en una invasión cívica.

En otro momento de su alocución, Fidel anunció que en El Caney de las Mercedes se construiría una Ciudad Escolar con capacidad para 20 000 alumnos, donde tendrían clínica, hospital, dispensario, liceo y salas de arte.

Al concluir su discurso, Fidel recibió a un centenar de maestras que acudieron a pie desde Bayamo y Manzanillo para ofrecerle su entusiasta cooperación para trabajar en la Sierra Maestra.

Con el pueblo guantanamero

En Guantánamo, el 3 de febrero, Fidel se reúne con el pueblo y les dice: «No vengo aquí como gobernante a escuchar demandas, yo vengo aquí como revolucionario a apoyarlas. No vengo aquí a que ustedes me digan lo que necesitan, vengo aquí a decirle junto con ustedes al Gobierno Revolucionario lo que el pueblo necesita. (…) Yo no soy gobierno, yo soy revolucionario. No quiero decir con esto que ser gobierno signifique que no sea revolucionario, no; pero yo no vengo aquí en función de gobernante, porque no soy el gobierno. Ahora, yo sí soy un revolucionario, y vengo ante la opinión pública, a escuchar la opinión pública, a hablarle a la opinión pública y a interpretar los deseos de la opinión pública».

Fidel refiere que se había reunido con los dirigentes de los colegios de maestros solicitándoles «voluntarios para una campaña de alfabetización, y he tenido la gratísima sorpresa de comprobar que, en vez de 300 o 400 o 500 voluntarios como esperaba, se han presentado miles y miles de voluntarios para enseñar. (…) No han exigido presupuesto, no han exigido sueldo (…) Quiero decirles que ya está en marcha la primera columna de maestros hacia la Sierra Maestra».

¡Vamos allá, maestros de ternura!

La extraordinaria respuesta de los maestros cubanos ante el llamado hecho por Fidel para rehabilitar socialmente a la Sierra Maestra, inspiró a Raúl Ferrer. El inolvidable maestro escribió una poesía que tituló Invitación.

Ya lo dijo Fidel:/ ¡La Sierra es dura!/ ¡Qué duros los caminos de la Sierra!/ Mucho más duros en la noche oscura/ y más oscuros con la patria en guerra./ Pero la Sierra es pura:/ entre sus cumbres la esperanza encierra./ El hombre que en su valles labra o jura/ ni pierde granos ni sus tiros yerra./ ¡Vamos allá, maestros de ternura!/ ¡Nos llama el niño triste de la Sierra,/ y el Turquino nos brinda su estatura/ donde el cielo se junta con la tierra!

*Director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

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