Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La vida es más rica que un serial policiaco

A dos jóvenes policías los une la sagacidad

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Se infringe la ley, se burlan rejas, puertas y ventanas cerradas; se desafía al sol o a la luna y se cree que se es inmune, que todo pasará sin que se descubra.

Realmente lo difícil es esclarecer el hecho, descubrir al ladrón, al homicida, al culpable y capturarlo. Para ello se requiere preparación, experiencia, pensamiento agudo y astucia. Se necesita interpretar cada pista, escudriñar cada detalle, interrogar a los testigos o a las víctimas, imaginar posibles modus operandi, investigar, no rendirse…

Bien lo saben el teniente Manuel López Guilarte, oficial de la Policía Técnica Investigativa (PTI) del municipio capitalino de La Habana Vieja, y el teniente Raúl Díaz Guerrero, perito de la sección de Biología del Laboratorio Central de Criminalística. Ambos, ayudados por la ciencia y la sagacidad, asumen sus misiones en el esclarecimiento de hechos delictivos.

Son jóvenes que destacan por sus resultados laborales y a los que no les amilanan el trabajo, la dedicación y el sacrificio.

Policía… ¡y de los buenos!

Es de pocas palabras y lo califican como un hombre de acción. No me gusta hablar de mí mismo, dice Manuel López Guilarte, pero sus colegas revelan las cualidades que su modestia le impide reconocer.

Él es el hombre que más armas de fuego ha recuperado en la capital, afirman, y este joven guantanamero se sonroja. «Realmente es preocupante esa situación, pero se trabaja mucho y al final se logra capturar las armas que luego pueden estar implicadas en un hecho delictivo. A veces me encuentro algunas inventadas, con inyectores de petróleo, y me doy cuenta de que el peligro está ahí y tenemos que enfrentarlo cada vez más».

Son muchos los robos con fuerza y con violencia, los homicidios y otros hechos graves que este oficial de la PTI ha contribuido a esclarecer. «Mi misión es recabar la información necesaria para lograrlo, tengo fuentes en los diferentes territorios con las que trabajo sistemáticamente, y sin pensar en horarios ni días festivos asumo cada tarea que se me asigna».

¿Es lo que esperabas cuando pensaste en ser policía?, le pregunto. «Sí, claro que sí. Después del Servicio Militar ingresé a la Brigada Especial Nacional y más tarde quise sumarme a las filas de la Policía. Siento que mi trabajo es necesario y que a través de él, si no puedo evitar que se lleven a cabo determinados delitos, al menos brindo mi aporte para encontrar al causante y sancionarlo según lo establecido».

¿Riesgos? Los hay, pero no pienso en ellos, asegura. «No pocas veces he sido agredido, y es cierto que hay reacciones que no puedo predecir, pero este es mi trabajo y lo asumo como es: arriesgado pero imprescindible».

Tus padres deben sentirse orgullosos, comento, y se le nubla la mirada. «Mis viejos están solos en la finca y los extraño, solo los veo cada seis meses, pero tengo un compromiso que cumplir. Todavía no me he casado ni tengo hijos y le dedico entonces todo el tiempo del mundo a mi trabajo. ¿Medallas? Aún no tengo, pero la más grande la llevo dentro, porque cumplo con mi deber y soy recompensado con cada caso que ayudo a resolver. Yo me propuse ser policía, ¡y de los buenos! Y trato de serlo cada día».

Con ayuda de la ciencia

La vida es mucho más rica que un serial de televisión, y aunque CSI y Tras la huella acaparan la atención de muchos cubanos, Raúl Díaz Guerrero se siente protagonista todos los días de uno que, aunque no se difunda por la pequeña pantalla, le llena de satisfacción.

«Estudié Biología en la Universidad de La Habana y desde entonces quise vincularme a este trabajo, porque considero que es vital para llegar al último eslabón de una cadena que le causó dolor y tristeza a una familia o a una persona».

Con certeza es imprescindible que peritos biólogos como él apliquen los conocimientos adquiridos en las aulas universitarias y analicen todas las huellas, muestras e indicios de naturaleza biológica que se encuentren en el lugar de los hechos.

«Los peritos nos traen las muestras y debemos confirmar lo que es, su origen y aportar todos los detalles posibles porque en estos casos todo es importante. Máculas de aspecto hemático deben ser analizadas para afirmar que, en efecto, es sangre; muestras de semen en el caso de una violación; otros fluidos, uñas, cabellos y en algunos casos, microfibras textiles que pueden ofrecer elementos básicos para el esclarecimiento del delito».

Microscopios ópticos y electrónicos, y otros equipos forman parte de su entorno cotidiano, pero la agudeza visual se desarrolla con el tiempo y la experiencia es la que al final te hace ser más o menos certero, afirma.

«Desarrollas habilidades que luego no te abandonan, caminas por la calle y te percatas de cualquier detalle por mínimo que sea, te fijas en lo que quizá nadie toma en cuenta y aprendes a predecir, en cierta medida, hasta el comportamiento de las personas.

«Lo mejor es sentirte grande por lo que haces, porque además de estar en correspondencia con lo que alguna vez soñé mientras estudiaba, te ofrece satisfacciones incomparables al dar tu aporte en una investigación que, además de culminar en la captura del culpable y su sanción, le brinda un poco de alivio y tranquilidad a una familia, a una persona».

Manuel y Raúl son jóvenes que, como miembros del Ministerio del Interior, asumen el compromiso que un día decidieron seguir con orden, disciplina y sacrificio constantes, porque solo cumpliendo el deber podrán ofrecer justicia desde la ciencia y la acción oportunas.

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