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Bombera de tiempo nuevo

Esta joven santiaguera jamás se imaginó a los 18 años inmersa en la rutina de vestir capa y casco en segundos y desplegar una manguera que le dobla el peso, para apagar un fuego

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Aunque siempre admiró la vida militar, Yanet Baños Bonilla jamás se imaginó a los 18 años inmersa en la rutina de vestir capa y casco en segundos y desplegar una manguera que le dobla el peso, para apagar un fuego.

Cuando terminó el duodécimo grado, en el preuniversitario Israel Pardo Guerra, de su natal Chivirico, en el santiaguero municipio de Guamá, y supo que no ingresaría a una carrera universitaria, se aprestó a luchar por su vocación. «Decidí incorporarme al Servicio Militar Voluntario Femenino, para acogerme a la Orden 18 y poder cursar una carrera o vincularme a alguno de los cursos que oferta el Ministerio del Interior para el trabajo en la Aduana o Imigración; mi mamá me acompañó al Área de Atención y días después me incorporé a la previa en la zona de Mar Verde».

Concluido el período de preparación inicial, le comunicaron que cursaría su Servicio Militar en una unidad del Cuerpo de Bomberos. «Me quedé pasmada; realmente no había pensado en algo así; pero el mismo día que me lo comunicaron, el 17 de julio, me presenté en el Comando Provincial, número 4, de Vista Alegre, y allí estoy».

Un mundo nuevo se abriría ante la menuda y tímida muchacha, convertida desde entonces en la única joven mujer bombero en esta provincia. «En el Comando me prepararon un cuarto para mí sola, me dan acceso al baño de la oficina del jefe y me buscaron la ropa más pequeña; aun así cuando llegué me encerraba en el cuarto todo el tiempo, cumplía con mis actividades y volvía para mi habitación… hasta que fui relacionándome con los muchachos y los jefes. Todos son muy cordiales y respetuosos conmigo y me cuidan mucho».

A casi cuatro meses del primer día, Yanet agradece su nueva vida. Sus días se reparten entre las actividades de preparación física, el entrenamiento en el manejo de los medios y la rutina del bombero, las guardias, la limpieza de su área y el cuidado de la técnica…

«¿Mi primer incendio? Fue en una vivienda en los altos de El Tivolí; el fuego amenazaba con propagarse y fuimos a apoyar al Comando de Martí. Como todavía estoy aprendiendo, mis compañeros no me dejaron actuar directamente, pero fue una experiencia impresionante.

«En el Comando nos preparamos diariamente para enfrentar todas las situaciones, desde los incendios más pequeños, hasta esos de grandes proporciones, que los conocedores denominan como un Q-4. Todos los días ejercitamos un lugar diferente en la dotación, que es de cuatro bomberos, más el chofer y el jefe.

«Se nos enseña a conocer los medios: cómo utilizar y desplegar la manguera, cómo y cuánta agua echar, vestirse con los medios adecuados en el menor tiempo posible para abordar el carro cuando debemos cumplir una misión…

«Hasta ahora el momento más difícil fue el primer día que hice el despliegue de la manguera. Soy muy menudita y para mí la manguera, aunque sea con la presión mínima, una atmósfera, pesa. En ese momento, no hice lo que tenía que hacer, caí y la manguera me llevó... Ahora, con la ayuda de mis compañeros, voy ganando en habilidades, y espero un día poder actuar en un incendio grande».

La valentía que evidencian sus palabras, no borra aún el candor del rostro de esta muchacha santiaguera, quien sostiene que una mujer, si se lo propone y le gusta lo que hace, puede sortear todos los riesgos y dificultades de la tarea y llegar a ser una buena bombera.

Cuando transcurran los 18 meses de su Servicio Militar, tal vez Yanet Baños Bonilla se incline por otras especialidades dentro de la vida del Minint, pero adonde vaya, asegura, recordará estos días «como una escuela, como un reto que me ayudó a empinarme en la vida, y en la que los riesgos y dificultades que enfrenté me enseñaron a ser mejor persona, más humana, más solidaria. Así se lo contaré a mis nietos». Y una amplia sonrisa refrenda su sentir.

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