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La vida que no se llevó el tornado

Embarazadas y puérperas hospitalizadas en el Hospital Materno Diez de Octubre, ubicado en el municipio del mismo nombre, de la capital cubana, fueron trasladadas a otras instituciones. Muchas perdieron algunas pertenencias, pero todas tienen el mejor regalo

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«¿¡Un tornado en Luyanó!? ¿Quién podía creer eso?», y cuando Angel Labrada nos habla se nota el velo de la incredulidad que, lamentablemente, se convirtió en certeza. «La cesárea de mi esposa salió bien, ella fue para la sala de recuperación a las 6 y 40 de la tarde y me mandó fotos de Angelo, el bebée, y yo estuve tranquilo. Al rato empecé a preocuparme porque llamaba a su teléfono celular y no me contestaba, y de pronto veo por Internet lo que había pasado… No podía creerlo. No pude esperar más, fui al aeropuerto y a las siete de la mañana ya estaba aquí en Cuba. Fue un alivio encontrarlos vivos».

Marilyn Nogueras fue la ultima paciente en dar a luz mediante una cesarea en el Hospital Materno Diez de Octubre.

Marilyn Nogueras, de 30 años, tiene al bebé en sus brazos y no sabe cómo explicarme la felicidad tan grande que siente después de todo. «Yo estaba bajo el efecto de la anestesia, no habían pasado dos horas y yo estaba en la camilla, sintiendo la lluvia sobre mí, los cristales de las ventanas, a oscuras…No entendía nada».

La madre de Marilyn, Rosemary Santos, llora. No puede contener las lágrimas. «Lo mejor es que está viva su hija y el niño», le digo. Pero me mira con ojos húmedos, me toma de la mano y me dice: «Es un trauma grande, es una experiencia muy triste…pero eso es lo más importante. ¡Estamos vivos!».

Me cuenta entonces que todo pasó muy rápido, que parecía que un avión se estrellaba contra el hospital, que arrastró la camilla de su hija hasta un cuarto cercano con otras pacientes, y luego fueron hasta el salóon de Neonatologia.

«Estábamos solas, no había hombres cerca. Pero después en la sala de Neonatología, todo el personal ayudó. Mi hijo, estudiante de Medicina se incorporó a la evacuación, mi otro hijo acompañaba a Marilyn…Un enfermero y un padre sellaron un salidero de gas, hubo una explosión…Ese hospital quedó destruido, pero a las 4 de la mañana ya estábamos fuera de peligro, nos han recibido muy bien… ¡Estamos vivos!»

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Yaraisy Herrera todavía se encuentra vidrios entre los cabellos. «Mire, periodista… Yo todavía estoy impresionada. Lo menos que podía imaginarme es que ese rutero en el que mi esposo y yo regresábamos a casa se destrozaría. Los cristales de las ventanillas se reventaron, nos tiramos al suelo, nos mojábamos con la lluvia…El semáforo de Guanabacoa era una locura en ese momento».

La muchacha se encuentra hospitalizada, tiene 37.3 semanas de embarazo y aunque tuvo contracciones, está fuera de peligro. «Llegaron los bomberos, las ambulancias… había muchos heridos y dieron los primeros auxilios. Parecían magos, no sé cómo pudieron atender a todos. Yo les decía que podía esperar, que me encontraba bien, para que atendieran a los más necesitados. Ahora estoy tranquila».

Yaraisy Herrera todavía se encuentra vidrios entre los cabellos, luego del accidente de tránsito que sufrió

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Once días llevaba Dairene Hernandez, de 22 años, en el Hospital Materno de Diez de Octubre, esperando que la herida de su cesárea sanara bien para volver a casa con su pequeña Kevelyn.

«Alrededor de las 8 y 30 de la noche el cielo se enrojeció, mi mamá quiso cerrar las ventanas y ahí todo le cayó encima. Se fue la luz, la gente empezó a gritar, estábamos muy asustados. Corrimos hasta la enfermería, yo llevaba a la niña en mis brazos..Todo estaba muy feo».

—¿No sufrieron lesiones?

—La bebé tiene un arañazo en la nariz, casi ni se le ve. Mi mama tiene los pies heridos, por los vidrios..Perdimos todas las pertenencias, apenas pude tomar unas cosas del bebé, pero la salud de ella es lo que me importa, y está bien. Aquí estaremos bien.

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Dainiel Rodríguez, con una venda en su brazo izquierdo y con varias suturas en su espalda, tiene un brillo inconfundible en sus ojos. Está rodeado de su familia, estuvo con ella en el peor momento y pudo protegerlos.

«Yo fui a llevarle la comida a mi esposa y vi al bebé…todo estaba bien. Cuando empecé a sentir aquel ruido, y la lluvia, y los vientos, le dije a ella que se parara de la cama y junto con la otra paciente, mi suegra, y los niños, nos escondimos en un pequeño cuarto cerca. Yo cerré la puerta y solo atiné a ponerme delante de ellos, sosteniendo el picaporte, para que no les pasara nada.

«Nunca había visto yo tanta sangre, tanto miedo en las caras de las personas. Fue muy triste. Perdimos toda la canastilla, pero Irina sabe que eso no es lo importante. Ya se buscarán las cosas… Edson y ella están bien, y aquí nos atenderán como debe ser. Confiamos en eso».

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El especialista en Ginecobstetricia Armando Lozano y la licenciada en Enfermería Martha Débora Pérez, atienden a las recién llegadas a la institución hospitalaria, les explican que las cunas para sus bebés pronto llegarán y mientras, el colecho debe ser evitado. Las asisten, pero ante todo les garantizan que estarán bien, pues el regalo de la vida no les fue arrebatado por este tornado.

 

 

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