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La «telescuela»

El inicio de las actividades docentes televisivas devuelve a la familia cubana, aun desde el aislamiento social, las responsabilidades escolares. Corresponsales de JR en las provincias de Santiago de Cuba y Holguín comparten experiencias entre el teletrabajo y la programación educativa de la televisión cubana

Autores:

Odalis Riquenes Cutiño
Nelson Rodríguez Roque

 

Santiago de Cuba.— Este lunes amaneció como un llamado al orden. Tras casi una semana de malabares para contener en casa a un pequeño hiperactivo y un adolescente de apetito voraz, a tono con el aislamiento social que demandan estos días de peligro a causa de la COVID-19, el inicio de las actividades docentes televisivas nos devolvía a los deberes escolares.

Desde la semana anterior habíamos recogido los materiales necesarios en la santiaguera Ciudad Escolar 26 de Julio (libros, libretas y cuadernos de trabajo), por lo que esta mañana solo quedaba apresurar las nuevas rutinas: el cauto recorrido para la compra del pan de cada día, la desinfección de los espacios con el debido cloro y el adelanto del almuerzo.

Según la parrilla de la programación, previamente divulgada por los medios, teníamos clases de Español-Literatura para 11no. grado a las 8:30 de la mañana, de Lengua Española para 2do. grado a las 11:00 a.m. y de Historia y Cultura Política para 11no. grado a las 2:30 de la tarde.

A las 10:45 de la mañana, Mario Raúl, el Pilli de la casa (con sus materiales dispuestos y el entusiasmo disperso), y yo, aún cautelosa ante el «regreso» a la primaria, nos alistamos frente al televisor. Fue así que a instancias del cálido mensaje de una telemaestra volví a la división de palabras en sílabas, la búsqueda de sinónimos y antónimos y la importante acentuación en la última, penúltima y antepenúltima sílabas.

Distanciando palabras

¡Y aquí estamos! Las clases transcurren en sorprendente tranquilidad en nuestro hogar santiaguero. «Escribe palabras con la fuerza de pronunciación en la penúltima sílaba», indica el enunciado del ejercicio seleccionado por la maestra en una página del Cuaderno de trabajo. «Na-so-bu-co», responde con picardía Mario Raúl, que ya recuperó su entusiasmo, y todos en casa reímos porque la clase se desvía por un momento hacia la importancia de usar la mascarilla de la manera correcta y otras medidas para vencer la peligrosa pandemia.

 Mientras acompaño a mis hijos en estos días de «telescuela», pienso en la grandeza de un país que no olvida ningún detalle en su afán de vencer los retos que impone una epidemia. A padres y demás familiares nos toca apoyar también este alto empeño, pues como decía una de las profesoras el primer día de clases, «el éxito, dependerá de la exigencia amorosa al niño, del lugar y el tiempo que se dedique al estudio».

Por eso, garantizar que nuestros hijos se mantengan en casa realizando las actividades docentes, es también una manera de frenar la COVID-19. Y por eso, además, mis hijos y yo no podemos seguir escribiendo este reporte desde la calurosa Santiago de Cuba, pues tenemos que hacer la tarea con responsabilidad y satisfacción.

¿Tecnología o pauntes?

Holguín.— Como en toda Cuba, la escena se repetía también en la Ciudad de los Parques. Llevábamos días preparándonos en casa para la «variedad» educativa. Ya había escuchado a una oyente de una emisora cubana proponer esa iniciativa y me pareció muy útil para estos tiempos.

Nos enteramos de los horarios por las redes sociales y luego los recortamos de los periódicos nacionales para tener certeza de cuándo le tocaban a Nelsito sus teleclases de 2do. grado.

Si un país posee experiencia en esta modalidad de aprendizaje es Cuba, que ya tiene más de dos décadas de establecida para todos los niveles académicos, desde prescolar hasta posgrados. En familia, le preparamos al niño sus lápices, la goma, la libreta,  el cuaderno de trabajo y el libro de texto de Lengua Española, primera asignatura que ejercitaría este lunes.

El primer contratiempo que enfrentamos es que su nuevo «horario» coincide con la conferencia de prensa sobre la situación de la COVID-19 en Cuba, que diariamente se televisa, pero decidimos disciplinadamente priorizar la teleclase: ya nos actualizaríamos después con los noticieros.

Pronto nos dimos cuenta de que los estudiantes de los primeros grados solo pueden realizar a la par con la maestra distante una parte, no muy amplia, del contenido impartido, por lo que tomamos notas (su abuela y yo) de cada orientación para reforzar luego el aprendizaje.

Pero copiar sobre la marcha no es aconsejable, porque no tenemos tan frescas esas materias y conceptos que nuestros estudiantes están ahora descubriendo. Era mejor ponerse tecnológicos y grabar con algún dispositivo (o fotografiar) las indicaciones, como hicieron los padres de varios amiguitos de mi hijo y, gracias a ellos, completamos lo que se nos quedó sin captar.

Mientras escribo este reporte, oigo a la abuela en el comedor, regresando al esfuerzo que hizo por mí durante varios años. Con suma paciencia le habla a Nelsito de antónimos y sinónimos, de poemas y del Asalto al Cuartel Moncada…

Miércoles y viernes, el desafío lo pondrán las asignaturas Matemática y El mundo en que vivimos, pero mi esposa se acogerá a las facilidades que ha dado el Estado para tomar el batón en esta casa-escuela e intentar sustituir a «la profe Yolegnis», hasta que la pandemia se reduzca y el timbre suene otra vez en el seminternado holguinero Paquito González Cueto.

Espacios para el saber

Estas no son teleclases, ha insistido la Ministra de Educación cubana en diferentes espacios informativos, sino orientaciones dictadas por profesores y metodólogos a estudiantes y padres sobre los objetivos y contenidos que deben vencer en esta etapa. Eso implica que los contenidos serán nuevamente repasados cuando todo vuelva a la normalidad, pero no es despreciable el esfuerzo para mantener el ritmo y la seriedad del aprendizaje.

En ese empeño se han abrazado en tiempo récord la Televisión Cubana (con sus canales Educativo y Tele Rebelde), la empresa Cinesoft y el Ministerio de Educación para que el saber no quede relegado en tiempos de imprescindible distancia para vencer la COVID-19.

Aprovechando su experiencia en transmisión de teleclases, el Canal Educativo mantendrá una programación escalonada para los diferentes niveles educativos, grados y asignaturas desde las 8:00 a.m. hasta las 4:00 p.m. Los lunes y viernes —han reiterado directivos del canal—, la programación incluirá la cartelera escolar y el acercamiento a las distintas materias desde el nivel primario hasta la formación pedagógica, mientras que martes, miércoles y jueves se dará lugar a los repasos para las pruebas de ingreso de 12mo. grado a la Educación Superior, tema que para muchas familias es motivo de alerta en estos meses.

Por su parte, el canal Tele Rebelde retransmitirá desde las 2:00 p.m. hasta las 5:00 p.m. los repasos para el ingreso a la Educación Superior, y en otros horarios incluirá materias dirigidas a la Educación de Jóvenes y Adultos (la popularmente conocida como Facultad Obrera Campesina, FOC), para que no se atrase el semestre.

 

 

 

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