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Solidarios por cuenta propia

Como Juanky´s Pan, Mandao y Akokán, muchos exponentes del sector no estatal se debaten entre el impacto económico de la COVID-19, su propia sobrevivencia y el compromiso social, una tríada que requiere mayores sinergias y apoyos 

Autor:

José Alejandro Rodríguez

El coronavirus, con el aislamiento físico y la contracción económica, impacta severamente sobre el sector no estatal de la economía cubana. Bien lo sabe Juan Carlos Blain, director ejecutivo de Juankys’ Pan, marca de hamburguesas, pizzas y otros bocadillos reconocida por la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, con tres unidades en los municipios habaneros de La Lisa, Playa y Marianao.

Ante la Covid-19, emprendimientos gastronómicos como Juankys’ Pan han tenido que limitar sus horarios y reducir sus servicios a ofertar comida para llevar; aparte de que la ya de por sí compleja accesibilidad a los insumos se hace mucho más difícil.

Hurgando entre cuentas y papeles, Juan Carlos reconoce que las ventas se han reducido entre un 50 o un 60 por ciento. Y ahora la gestión logística se complica mucho más. Es un «virus» económico que todo lo revuelve, después de tantos esfuerzos por consolidarse en el gusto popular.

Más pequeño empresario que gran trabajador por cuenta propia, Juan Carlos, junto a su equipo de trabajo, se niega a cerrar Juankys’ Pan, aunque otros negocios en el país hayan detenido su gestión. Eso sería lo más fácil: admitir la derrota y no luchar hasta el final por capear el temporal.

«Lo esencial, dice, es readaptarse al escenario actual. Cerramos salón, pero no servicio. Ahora, a bajar los costos indirectos, reducir los turnos de trabajo con grupos más pequeños que se alternen, y generar incluso un salario mínimo hasta para los que con 60 años o más vayan a casa».

No es la fórmula ortodoxa de las reglas del mercado: despedir y cerrar los ojos.  Así, ofrecen a domicilio, más modestos y baratos, paquetes prelaborados para que puedan terminarse de preparar por el cliente, mediante mensajeros a domicilio.

Mandao está «mandao»

Como los micronegocios tienen gran ductilidad de encadenamientos horizontales, Juankys’ Pan convenió con Mandao, emprendimiento de mensajería encabezado por Marta Deus, una muchacha repatriada desde España tras haberse licenciado allá en Administración y Dirección de Empresas. Una cubana que emigró con sus padres a los 12 años, y retornó al nido con ganas de probarse.

Mandao brinda a Juankys’ˈ Pan servicio de mensajería, ahora que en menos de una semana han cerrado diez de los 15 restaurantes a los que atendía. Y ya incursiona en un nuevo frente: la entrega a domicilio de alimentos cosechados por productores agrícolas. Ella es perseverante por igual.

Por eso, la muchacha y su pequeño equipo no dudaron en  buscar alianzas con el sector público, cuando notificaron al Gobierno de la ciudad que podían contar con Mandao, con la experiencia que tienen en mensajería. Pero la oportunidad de plasmarlo se le dio cuando Juankys’ Pan convenió con el gobierno de Marianao un servicio gratuito de mensajería de alimentos para un pequeño grupo de ancianos solos y vulnerables. Eso va por los gastos de ambos. La alegría y gratitud de los viejitos lo amerita. Y la generosidad no se mide en cifras y volúmenes, sino en el gesto de compartir.

Juan Carlos lamenta que otros gobiernos municipales a los que se les han ofrecido, no hayan dicho ni ji. Él y Marta están siempre dispuestos a estrechar vínculos con el sector estatal y las administraciones públicas para incrementar, de acuerdo con sus posibilidades, el apoyo a sectores vulnerables de la sociedad. Y no solo en esta coyuntura, sino para el futuro sin la Covid-19, el vínculo público-privado podría generar también mayores resultados económico-sociales para ambas partes en el microuniverso cotidiano de los barrios.

  Marta le ve infinitas posibilidades hoy a la mensajería, con los problemas de aislamiento y transporte, y la necesidad de los adultos mayores de no tener que salir tanto para todo tipo de gestiones. Ahora, y cuando la situación se normalice. Porque la mensajería es menos colas y esperas, bienestar y comodidad para la familia. Y puede prestar valiosos servicios para la sociedad, que no siempre el Estado puede satisfacer. En su opinión, podrían hacerse licitaciones para muchas actividades diversas entre estatales y privados, en la misma condición.

 Akokán no abandona al barrio

Michael Sánchez Torres lleva años animando el proyecto comunitario Akokán en Los Pocitos, Marianao. Un proyecto de transformaciones para elevar la autoestima y el mejoramiento de la conducta ciudadana mediante la participación colectiva y el ensanchamiento de horizontes de los vecinos, en un barrio con un perfil socioeconómico desfavorable, empleo informal, hacinamiento y mal estado del fondo habitacional.

Ahora se le une el cielo con la Tierra, porque con el aislamiento requerido por la Covid-19 ha tenido que suspender muchas iniciativas que promueve, con el apoyo del consejo popular y las organizaciones del barrio: talleres con niños y adultos mayores, dinámicas contra la  violencia de género y la conciencia medioambiental, presentaciones culturales y prácticas deportivas.

Hubo que cerrar temporalmente el café Oddara, regenteado por la compañera de Michael, Déborah Márquez Tamayo, el cual financia buena parte de la dinámica de Akokán. Por ahora les quedan modestas reservas, con las que pretenden ir paliando la situación.

Hoy se concentran en las urgencias del coronavirus: una campaña barrial por la prevención y el aislamiento, la confección de nasobucos con plegables informativos adjuntos, la incentivación de los patios o huertos solidarios con siembra orgánica. Y, con voluntad colectiva, garantizar al menos el alimento esencial a los más vulnerables.

Michael defiende que no puede volver atrás lo ganado en Los Pocitos a la abulia y la desesperanza, a otro tipo de «aislamiento» en lo más triste del ser humano. Por eso cree que las excelentes relaciones tejidas con las instancias gubernamentales e instituciones podrían ponerse a prueba y fructificar, en cooperaciones y  coordinaciones público-privadas más abarcadoras allí en el barrio.

La historia y los dilemas de Michael, Juan Carlos y Marta son los de otros trabajadores privados con sensibilidad de país que ahora tienden manos a su alrededor, pero que deben ganar más espacio en la construcción de nuestro socialismo, en el sueño de la prosperidad sostenible con responsabilidad pública.

Por eso, aislamiento físico —que no espiritual—, y el empeño de construir una Cuba mejor y más plena desde la diversidad, hoy son la posibilidad serena de reconsiderar y enriquecer, hacia el futuro, el papel del sector no estatal en la sociedad cubana: negocio sin trabas, y con compromiso público y solidario. Y mayor respaldo e incentivos de la administración pública y la economía estatal. A fin de cuentas, ellos también saben y pueden llegar al barrio y a la gente.

Michael Sánchez Torres lleva años animando el proyecto comunitario Akokán en Los Pocitos, Marianao.

Marta Deus y su pequeño equipo han hecho saber que se puede contar con Mandao.

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