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El tembloroso martes de San Cristóbal (+ Video)

El sismo de 5.1 grados percibido en la mañana de ayer en varias localidades artemiseñas, de Pinar del Río e Isla de la Juventud, y en edificios altos de la capital, deja una estela de anécdotas y vivencias movidas todas por el susto y lo impredecible que a veces resulta la naturaleza

Autores:

Odalis Riquenes Cutiño
Yuniel Labacena Romero
Sailys Uria López

Lily dormía cuando la cama comenzó a moverse y un golpe en la cabeza con el mueble del espaldar la despertó. Todo a su alrededor vibraba de una forma muy rara.

Johanna y su pequeña estaban viendo televisión, «la casa se movió completa para adelante y luego para atrás. Los cubos llenos de agua de momento se habían botado». Mientras, Nancy y sus vecinos sancristobalenses también se asustaron, y hasta alguna lagrimilla dejaron anclada  en esos minutos.

Los burós de la oficina de Abraham, en la Dirección Provincial de Aprovechamiento Hidráulico de Artemisa, se movieron, también las sillas. Y a Caridad, en Candelaria, el juego de tasas de café que atesoraba sobre el refrigerador se le hizo añicos.

Como a ellos, a muchos artemiseños la mañana de martes le cambió después de sentir un temblor de tierra perceptible en Mariel, Bahía Honda, Candelaria, Artemisa y San Cristóbal. Unos minutos después la nota oficial de la Red de Estaciones del Servicio Sismológico Nacional cubano, confirmó el sismo perceptible No. 4 del actual año.

El temblor se registró a las 11:00 a.m. y tuvo una magnitud de 5.1 en la escala de Richter. Se localizó en las coordenadas preliminares 22.78 grados de latitud norte y los 83.22 grados de longitud oeste, con una profundidad de cinco kilómetros, situado a 17 kilómetros al noroeste de San Cristóbal, por eso allí fue más duro el movimiento.

«No es la primera vez que se siente en el municipio de San Cristóbal un evento de este tipo. En enero de 1880 ocurrió un terremoto de gran magnitud (6.0 en la escala de Richter) que tuvo el epicentro ahí y su onda expansiva se sintió en la Isla de la Juventud, y en Cayo Hueso, Florida, EE.UU.», afirmó el meteorólogo artemiseño Jorge Félix Hernández Capote.

Hospital «en emergencia»

Realmente fue escalofriante. Hubo un ruido fuerte, ensordecedor, y parecía que las paredes te iban a caer arriba, al igual que el techo de las casas. Lo peor fue que se demoró mucho, nos dice la colega Claritza Hernández Rodríguez, mientras intenta describir lo ocurrido.

 «Salimos asustados para las calles, todos mirándonos unos a otros. Las personas de los edificios comenzaron a bajar rápido, sobre todo por si existía una réplica», dice con la voz entrecortada.

Al gran movimiento le sucedieron múltiples réplicas, pero ninguna otra fue perceptible para los moradores.

Uno de los mayores sustos ocasionados por el evento se vivió en el hospital general docente Comandante Pinares, donde se generó una inusitada movilidad de pacientes,  todos preocupados e inquietos por lo que había sucedido.

Según comunicó a este diario Margarita Soroa Valdés, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular en San Cristóbal, en el hospital se agrietaron muchas paredes y hubo cristales, azulejos y falso techo que sufrieron daños.

En la página en Facebook del Comandante Pinares se añadía también que «la institución desplegó un conjunto de medidas de seguridad para preservar las vidas de los pacientes, acompañantes y trabajadores. Se evacuó todo el personal y se remitieron a otras instituciones los casos que requieren atención vital».

Soroa Valdés detalló que para lograr la evacuación contaron con brigadas de rescate y salvamento, así como con personas que, llevadas por la solidaridad y el amor, ayudaron al traslado de pacientes.

Sobre ese gesto, el internauta Yuliesky Amador Echevarría escribió en la red social Facebook: «Todo el mundo corrió para ayudar a los pacientes. No era solo mi familiar, el de él. Eran los familiares de nosotros. Fue rápido el temblor, muy rápido. Pero allí no faltó amor...».

«Aún la alerta permanece para este miércoles, pues por lo que hemos visto en el oriente del país, al día siguiente de la ocurrencia de un terremoto se puede sentir alguna réplica. No hay peligros de tsunami, pues el epicentro del sismo no estuvo en el mar, sino en zona terrestre», explicó Hernández Capote.

Fue la de este martes una mañana de mucho estrés e incertidumbre. Todavía algunos vecinos de edificios se niegan a subir y hay a quien los nervios le impidieron dormir bien, mas la calma llegará con los días, cuando todo esto no sea más que el recuerdo de un episodio más de la naturaleza, que nos deja atrapados entre la sorpresa y el miedo.

Las personas de los edificios comenzaron a bajar rápido y salieron a las calles para protegerse.

Grietas ocasionadas por el sismo en el hospital de San Cristóbal. Fotos: José René Morales Núñez

Desde el Cenais

El Doctor en Ciencias O’learis González Matos, director del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), explicó a Juventud Rebelde que el sismo se produjo en la falla Pinar, un área que, aunque alejada de la principal zona sismogeneradora del país, históricamente sí ha sido epicentro de importantes eventos.

Al decir del especialista, lo ocurrido este martes, aunque poco frecuente y con una magnitud e intensidad moderadas, se inscribe como un proceso normal en la sismicidad del área. «Esa es una zona activa, que ha generado sismos en el pasado, por lo tanto es natural que continúe generándolos».

González Matos acotó que los especialistas y técnicos del Sistema Sismológico Nacional y las estaciones del país se mantienen vigilantes a cada detalle de la sismicidad del área. «No podemos afirmar ni negar que pueda producirse un evento fuerte», enfatizó el experto, y recomendó a la población occidental seguir las orientaciones de la Defensa Civil y mantenerse informada a través de los medios oficiales y la página web del Cenais.

El científico atribuyó la amplia área de perceptibilidad del movimiento telúrico, que alcanzó a la capital cubana y varias localidades de los territorios de Artemisa, Pinar del Río y la Isla de la Juventud, a la magnitud del sismo y al hecho de que su epicentro se haya localizado solo a cinco kilómetros de profundidad.

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