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La sensibilidad es el antídoto (I)

Personas que viven en condiciones de vulnerabilidad  tienen en el otorgamiento de subsidios la vía para mejorar sus condiciones habitacionales. No pocos tropiezos en su ejecución enfrenta el más humano de los programas de la vivienda en territorios como Santiago de Cuba e Isla de la Juventud

Autores:

Odalis Riquenes Cutiño
Roberto Díaz Martorell

CUBA tiene en el otorgamiento de subsidios a personas vulnerables una de sus más evidentes expresiones humanistas para ayudar a quienes disponen de poca solvencia económica, son afectados por eventos meteorológicos o deciden tener familias numerosas.

Gracias a ese programa, diseñado desde la sensibilidad, desde enero hasta mayo de este año se solucionaron 2 867 afectaciones en viviendas en Cuba, según datos oficiales publicados en la prensa nacional.

Camagüey, Holguín y Villa Clara son las que más avanzan, pero aún cerca de 12 000 personas con subsidios aprobados y dinero en mano no consiguen terminar su célula básica habitacional (CBH).  JR se acerca a esa realidad desde Santiago de Cuba e Isla de la Juventud.

Historias comunes

El santiaguero Juan Írsula Rosario es feliz mientras da los toques finales a su casita. Este octogenario vio cómo el huracán Sandy (2012) reducía a un montón de tablas su vivienda en el poblado de Boniato, y cuatro años más tarde se le otorgó un subsidio de casi 90 000 pesos para levantar una habitación, una sala amplia, un baño y una cocina de mampostería. «Nuevecitas y confortables»,  las describe.

«Desde 2012 hasta 2016 viví agregado —relata—. Después de que me dieron el dinero tuve la suerte de contar con un excelente albañil del barrio, serio, que trabaja con calidad. Siempre me mantuve al tanto de los materiales, y con la ayuda de las técnicas de Vivienda y del puesto de dirección (PD) que tiene cada consejo popular para atender esos temas, terminé sin problemas».

Una historia bien diferente es la de su coterránea Silvia Rojas Pérez, antigua trabajadora de la Empresa de Calzado, quien lleva más de diez años viviendo en condiciones de extrema precariedad, a pesar de que desde 2012 tiene aprobado un subsidio para mejorar su situación habitacional. 

 «Aunque te den el dinero, mi’jita, para mí sola es muy molesto construir», refiere con amargura. Por eso lo primero que recuerda es aquella brigada de cuentapropistas que se ofreció para levantar su CBH y terminaron estafándola. Por esas personas inescrupulosas perdió 45 000 pesos, casi la mitad del dinero otorgado.

 A sus 95 años, Silvia siente que nunca verá su casa terminada, a pesar de que los factores de la comunidad unen fuerzas para apoyarla y el Gobierno prioriza su caso, como ratifica Griselia Duany Borrero, jefa del PD de su consejo popular.

«La historia de Silvia —detalla Duany— demuestra la importancia del acompañamiento que en todo momento necesitan estas personas vulnerables. Ella no tenía ningún familiar que la representara aquí, pero aun así decidimos que no le íbamos a cancelar el subsidio. El PD, con el delegado y los factores de la comunidad, asumimos la ejecución de su obra.

 «Ya se acondicionó una habitación para mudarla, pues vivía en un pedacito donde se mojaba. Ahora nos limita la falta de algunos recursos, pero llevaremos de la mano su caso hasta que terminemos», expresó.

Transcurrido un año, todavía la vivienda de Edilda está a punto de cerramento. Fotos: Roberto Díaz Martorell

En Isla de la Juventud, Edilda Oro García también padeció los embates de un fenómeno natural (Gustav, 2008) y todavía vive en una facilidad temporal, en espera de que se termine su CBH con todas las condiciones «para sentirme más segura», dijo.

 El subsidio fue aprobado en mayo de 2020, pero no apareció en el listado cuando fue a recoger la licencia. Esperó hasta septiembre otra convocatoria, y a casi un año de esa gestión su casa está a la altura de cerramento.

Tania Cárdenas Alonso se beneficiará en breve con la entrega de su CBH. Ella residía en una casa con serio peligro de derrumbe en el consejo popular Juan Delio Chacón.

«En agosto de 2020 comenzaron a levantar mi nueva casa y ya está casi terminada», explicó esta pinera embarazada y con un niño pequeño.

Atención necesaria

Estas historias ilustran la diversidad, complejidad y humanismo de un programa cuyo resultado depende de trabas objetivas y subjetivas, como apuntara el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, en reciente visita a ambos territorios, en las que se refirió a la urgencia de dar miradas más precisas sobre las potencialidades reales en cada localidad para construir con recursos propios.

 Según datos aportados por la Dirección Provincial de la Vivienda (DPV) en Santiago de Cuba, desde finales de 2010 se han aprobado 19 783 subsidios a personas naturales, de 47 018 solicitudes radicadas en sus oficinas.

Esa cifra —entre las más altas del país— incluye los cuatro tipos de acciones del programa: CBH de obra nueva, CBH de rehabilitación, y reparaciones mayores y menores. Del total aprobado ya se terminó el 81,5 por ciento, y aunque la cifra puede considerarse alta, no satisface las necesidades de un territorio donde el programa comenzó a mostrar sus potencialidades justo tras el azote de Sandy, que afectó el 50 por ciento del fondo habitacional.

 Así lo enfoca la ingeniera Mariana Denis Rojas, directora de Vivienda en Santiago de Cuba. «El programa de subsidios se convirtió en una vía para atender a los damnificados más vulnerables, sobre todo en municipios como Palma Soriano, Contramaestre y Santiago de Cuba, con los mayores números».

Al otro lado del país, en Isla de la Juventud, su homólogo Roberto Fernández refirió que para el año en curso el plan constructivo general es de 311 viviendas: 95 con el Estado, 164 por esfuerzo propio y 52 por subsidios.

La especialista que atiende Subsidios en Isla de la Juventud explica los detalles del nuevo financiamiento a los beneficiados. Fotos: Roberto Díaz Martorell

 «Al cierre del primer semestre el cumplimiento está muy por debajo de lo planificado, solo al 27 por ciento. La entrada de recursos es muy limitada, aunque no ha sido el motivo fundamental del atraso. Hoy se avanza en las obras civiles. La meta es adelantar mensualmente las que están en desarrollo y culminación».

 Vianuska Puebla Pérez, jefa del departamento de Subsidios en la Dirección de Vivienda del Municipio Especial, informó que de los 80 subsidios activos, nueve están sin iniciar y el resto se encuentra en distintos niveles de avance.

Pero esos incumplimientos no son exclusivos de la tierra pinera. También la ingeniera santiaguera Denis Rojas asegura que no están conformes con lo logrado, pues todavía quedan pendientes 984 CBH nuevas: «Y tenemos siete de 2014 que no se han terminado y algunas de otros años en larga ejecución.

«Podemos hacer mucho más por los subsidiados, que necesitan una atención diferenciada; en especial del técnico de la Vivienda, que por ley tiene que visitarlo todos los meses y a veces no va; y del arquitecto de la comunidad, que debe hacer sus controles de autor y eso tampoco se materializa como debiera…  Esas son deficiencias que tenemos que resolver».

 Con ella coincide Gilberto Romero Saunder, coordinador de Programas de la Construcción del Gobierno santiaguero: «Cometimos errores en la aplicación de esta política. El subsidiado, además de tener baja solvencia económica, muchas veces tiene problemas sociales y de salud. De ahí que sea preciso acompañarlo, conducirlo, guiarlo… Ha faltado ese acompañamiento. Por eso ha habido casos que al contratar a la fuerza de trabajo los estafaron; otros vendieron los recursos, violaron el proyecto, se excedieron en lo que tenían que hacer, emplearon mal los materiales, se acabó el presupuesto y ahora no pueden terminar… En fin, una gama de situaciones que solo pueden encauzarse exitosamente si hay acompañamiento efectivo de todos los que deben velar por que el subsidiado ejecute las acciones aprobadas en el tiempo previsto».

Mairobis Benítez Quiala, técnica que atiende a los subsidios de Sierra Caballos, en Isla de la Juventud, alega que ellos no están al ciento por ciento en las obras porque atienden varios consejos populares y no dan abasto para controlar como debieran.

«La calidad se controla cuando vamos a pie de obra. Evaluamos el avance y señalamos los errores o chapucerías que deben arreglarse. Cada subsidiado tiene contrato con un cuentapropista. Algunos coinciden y otros no, pero son ellos (los subsidiados) quienes deciden cambiar el constructor por mora o mala calidad», asevera.

Soluciones a la insolvencia

 A pesar del largo trecho que resta para una respuesta efectiva, Santiago exhibe su fórmula en la ejecución de este programa, que apuesta por el apoyo solidario como mejor recurso contra la insolvencia.

 El acompañamiento, concepto promovido por la máxima dirección del Partido y el Gobierno en Santiago, tiene su núcleo en los PD, estructura creada por los Consejos de la Administración municipales en cada consejo popular para el seguimiento a damnificados por el huracán Sandy, que ha ampliado su espectro de atención a todos los subprogramas de la política de la Vivienda.

«La experiencia de los PD permitió avanzar en el programa porque visualizan una atención directa a cada subsidiado; allí tributan el técnico de la Vivienda, otros especialistas y factores de la comunidad. De ahí el 81,5 por ciento de solicitudes terminadas», reveló la Directora de Vivienda.

 Otra idea es el apadrinamiento de entidades estatales y la comunidad. En un inicio incluía solo el respaldo para la transportación de materiales (una de las mayores dificultades ante la inestabilidad en su llegada). Hoy se amplía hasta la asignación de fuerza de trabajo y la construcción misma.

 En consideración de la directiva, aunque los gobiernos municipales han ido encaminándose, «todavía debemos trabajar para lograr apoyo de la comunidad y apadrinamiento con empresas constructoras —la norma estipula que el subsidiado puede contratar a una persona jurídica—. Hay muchas iniciativas en los municipios de Santiago y Tercer Frente, pero con un mayor apoyo ya hubiésemos terminado ese 20 por ciento».

 En tanto, en Isla de la Juventud, Puebla Pérez asegura que ya se aprobó la actualización del financiamiento para 19 subsidiados a partir de los nuevos acuerdos del Consejo de Ministros y las resoluciones de los ministerios de la Construcción y de Finanzas y Precios, atemperados al escenario de la unificación monetaria y cambiaria.

En el momento de la entrevista, la especialista entregaba la cubierta ligera a ocho subsidiados de CBH y aseguraba la asignación de 250 bloques, «para que puedan levantar y darle caída al cerramento y les quede con calidad», explicó.

 Los acuerdos de mayo, publicados en la Gaceta Oficial número 57, tienen en cuenta las modificaciones monetarias en la actualización del reglamento para otorgar subsidios a personas naturales interesadas en realizar acciones constructivas en su hogar, y renuevan los procedimientos para la evaluación de la solvencia económica de los núcleos y los precios minoristas del Comercio Interior y del sistema presupuestado de la construcción.

 El texto especifica que para la fabricación de una CBH de 25 metros cuadrados el monto es de 188 560 pesos, con sumas fijadas para las distintas actividades: compra de materiales, pagos por mano de obra, transportación, documentación… Establece también la ampliación de la política de asignación de viviendas a madres con varios hijos y la ayuda a parejas que desean procrear.

En ese contexto, mucho puede avanzarse desde la iniciativa y el aprovechamiento de las potencialidades locales. Danay Vega Andarsio, integrante del Consejo de la Administración Municipal pinero anunció la posibilidad de ofrecer a los subsidiados un módulo de 30 metros cuadrados y diez de enchapado de baño, más la meseta de cocina con revestimiento, todo del mármol que se produce en el territorio.

 «Con esta solución local no solo se elimina el traslado de esos recursos desde La Habana, sino que damos la oportunidad a la Empresa del Mármol para vincularse con las necesidades del programa y se ahorra también acero, cemento y tiempo».

En el santiaguero poblado de Boniato, el excombatiente Juan Írsula está feliz de haber podido terminar su vivienda. Foto: Odalis Riquenes Cutiño

Desde el poblado de Boniato, el excombatiente Juan Írsula insiste en advertir que todo el que sube hasta su morada, un perfecto mirador en la cima de una colina, elogia la construcción. «Estoy contento y agradecido», dice con un regocijo que ni el nasobuco puede ocultar, mientras invita a recorrerla.

Desde Isla de la Juventud, Edilda reconoce que el programa es muy bueno: «Es un dinero que ninguno de nosotros teníamos. De hecho, con mi salario jamás hubiera podido hacer una casa como esta. Y sola, menos».

Tania se siente estimulada por el confort y calidad de la casa, que consta de portal, sala, cocina-comedor, baño, una habitación y cubierta rígida. Luego podrá ampliar, si lo desea.

De cara al futuro

Los subsidios no terminados en la provincia santiaguera están incluidos en el ambicioso plan de 5 331 viviendas previstas para 2021: «Al igual que en 2020, este primer semestre se afectó por la inestabilidad en el suministro de cemento, tanto para el plan estatal como para los subsidios; y recursos como el acero o los cables eléctricos, que no son de producción local, limitan las terminaciones», detalló la ingeniera Denis.

 Según la Dirección de la Vivienda pinera, hasta la fecha no tienen establecido abrir nuevas convocatorias para la solicitud de subsidios este año. Ahora se actualiza el financiamiento para los 80 ya registrados, pues el monto para la documentación, transportación y mano de obra eleva hasta tres veces su valor, lo cual obliga a rescribir cada contrato. «En eso estamos concentrados ahora», acotaron los especialistas.

Los logros y tropiezos del otorgamiento de subsidios en la Isla y Santiago son solo dos botones de una sensible muestra. ¿Cómo se desarrolla el proceso en otros territorios? JR compartirá detalles en la segunda parte de este reportaje.

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