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Un mundo diverso y justo es posible

Dos jóvenes estadounidenses participantes en el reciente encuentro internacional de solidaridad con Cuba, que tuvo lugar en La Habana, sostienen que la lucha contra el imperialismo convertirá en un mundo mejor este que ahora está fustigado por múltiples crisis

Autores:

Marianela Martín González
Ana María Domínguez Cruz

Yosmine William jamás había salido de Estados Unidos y la primera vez que lo hizo fue para llegarse a Cuba; para saber cómo es la vida en esta Isla hermosa que las postales muestran como un paraíso y al mismo tiempo los medios de difusión pintan como un sitio donde apenas se sobrevive.

«He visto mucho de esa postal, incluso en el alma de su gente. También he visto personas sufriendo penurias que básicamente tienen su causa en la presión que ejerce el bloqueo de mi Gobierno sobre ellas, y otras porque, como me dijeron, se deben cambiar muchas cosas entre ustedes», apunta.

Esta diseñadora de 31 años integró la delegación del país norteño al Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba y el Antimperialismo que la pasada semana semana sesionó en La Habana. Un total de 160 jóvenes, pertenecientes a diferentes movimientos sociales de varios estados estadounidenses, engrosaron la comitiva que compartió con más de mil sindicalistas y activistas sociales de todo el mundo.

Yosmine William asegura que en Cuba hay gente que sonríe mientras trabaja duro. Foto: Ariadne Prado Cabalé

«Por mi naturaleza y profesión admiro la belleza y aquí te sorprende a menudo. Hay gente que sonríe mientras trabaja duro, como las mujeres que vi cuando visitamos una brigada del contingente Blas Roca. Estaban instalando unas tuberías y nos contaron que casi todo lo que hacen es usando inventivas, porque no cuentan con los recursos necesarios. Aun así, trabajaban con optimismo».

Yosmine reside en Atlanta, capital del estado de Georgia. Milita en el Partido Socialismo y Liberación, el cual tiene miembros en todo Estados Unidos. Sus luchas más intensas son por defender los derechos de las mujeres, los servicios básicos de la población y el ecosistema.

Comentó que en Georgia el aborto está prohibido para quienes hayan rebasado las seis semanas de embarazo, lo que obliga a muchas mujeres a viajar a otros estados donde no hay restricciones, pero estas mujeres luego corren el riesgo de ser procesadas legalmente, aun cuando las razones para abortar estén justificadas.

La lucha de esta joven y la de tantas otras se ha centrado recientemente en evitar que el estado donde vive siga sumando víctimas por los abortos inseguros. En el mundo, cerca de 39 000 mujeres pierden la vida cada año como consecuencia de esa práctica y millones más son hospitalizadas por complicaciones, según advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS), en marzo del año pasado.

Su lucha se fundamenta en reclamos de la OMS que advierte que restringir el acceso al aborto no reduce el número de estos. De hecho, es más probable que las prohibiciones empujen a las mujeres y adolescentes hacia procedimientos inseguros.

No merecen un bloqueo tan cruel

A su compatriota Karla Reyes, quien ejerce el magisterio en escuelas públicas de Nueva York, también la asombró la manera en que Cuba resiste sin combustible, faltándole los alimentos y medicinas a su pueblo. Contrapone todo ese dolor con lo que sabe de la sapiencia y entrega de los científicos cubanos, que en plena pandemia lograron vacunas de calidad para combatir la COVID-19; y jóvenes, como ellas, crearon respiradores pulmonares para evitar que la gente muriera.

El futuro está en la unidad y en perfeccionar el socialismo, afirmo Karla Reyes. Fotos: Ariadne Prado Cabalé

«No merecen un bloqueo tan cruel. Nadie lo merece, pero mucho menos un pueblo educado y tan noble que ayuda a otros cuando están en apuros, como ocurrió en tiempo de pandemia. En la calle conversamos con personas que nos contaron de las escaseces que sufren desde hace años y que les resta calidad de vida. Creo que todo eso debe conmocionarnos y amplificar la luchar junto al pueblo para que se le ponga fin al bloqueo».

Karla nació en Estados Unidos, pero sus padres son salvadoreños llegados al país norteño huyéndole a la guerra civil atizada en su país por el imperialismo, entre 1979 y 1992. Ella y los demás que integran la delegación son parte de la Asamblea Internacional de los Pueblos y defienden el derecho a la soberanía de todos los países, con énfasis en los que son atacados por el imperialismo estadounidense.

«Estamos aquí para decirle al mundo que el mismo imperio que bloquea a Cuba es el que se opone a los movimientos sociales en Estados Unidos. Por eso el futuro está en la unidad y perfeccionar el socialismo».

La joven se refiere a la paz como patrimonio de los pueblos e insiste en que por intereses geopolíticos del imperialismo los pueblos no pueden fomentar guerras entre hermanos.

Ambas muchachas creen que en los jóvenes está toda la responsabilidad de salvar al mundo de la voracidad del imperialismo, y dicen que hay que ir a la búsqueda de los puntos que unen y tratar con respeto las diferencias.

«Un mundo mejor puede ser diverso y con justicia social», sostiene Karla, al tiempo que la diseñadora de Atlanta conmina a batallar defendiendo el amor y la igualdad entre los seres humanos.

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