Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No hay dicha sin honra y sin patria

JR dialogó con varias participantes en la 4ta. Conferencia La Nación y la Emigración 

Autores:

Juana Carrasco Martín
Bertha Mojena Milián

Martí, el Maestro, lo dijo y es lema para quienes han acudido, este mes de noviembre de un año complicado para Cuba, en lo económico y en lo social, al encuentro en La Habana: «No hay dicha sin honra y sin patria».

En ello se traducen premisas de este reconocimiento mutuo entre la nación y sus connacionales esparcidos por el mundo, el respeto sin medias tintas a la soberanía y a la independencia, unido a la querencia de fortalecer lazos de raigambre cultural, en el ajiaco que hemos sido, somos y continuaremos siendo.

Estas conversaciones lo confirman…

Somos parte de una gran familia

Para Hanan de la Caridad Tamary Tarin, joven de 21 años, hija de una doctora cubana residente en Siria, ser invitada a la 4ta. Conferencia La Nación y la Emigración es como estar en un acto de solidaridad con Cuba, pero uno muy especial, «ya que tenemos la oportunidad de tener nuevas ideas, expectativas y de interactuar con personas que han llegado de lejos y aprender de sus experiencias». 

Hanan de la Caridad Tamary Tarin. 

Cuenta Tamary Tarin, quien se encuentra en Cuba desde febrero de 2021 —luego de obtener una beca para estudiar en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM)—, que su madre —especialmente orgullosa de su tierra— la traía cada año durante su infancia para ver a sus abuelos y parientes, gracias a lo cual forjó fuertes lazos, llenos de alegría y cariño.

«Pero cuando empezó la guerra en Siria en el año 2011 no volvimos por situaciones de seguridad y la mala economía en el país, se nos hizo un sueño ver a nuestros abuelos», confiesa.

Ser estudiante en la Mayor de las Antillas le ha traído nuevas experiencias: «Comparto con personas de diferentes culturas y tradiciones y eso, unido a la posibilidad que he tenido de toda una vida, al ver a mis padres ser especiales y muy queridos por parte de sus pacientes, fue algo que me inspiró a venir a realizar la carrera de medicina».

«En esta pequeña isla hay mucho que aprender; lo primero es la humildad y la perseverancia en la vida a pesar de las dificultades, tener la oportunidad de seguir los pasos de mis padres graduados en Santa Clara y, al mismo tiempo, graduarme como médico aquí es algo muy grandioso para mi vida, porque los profesionales cubanos de la salud son conocidos hasta en el fin del mundo».

Hanan de la Caridad Tamary Tarin agradece también el papel de la embajada de Cuba en Damasco, las actividades y la relación permanente con los cubanos y cubanas residentes allá y sus familiares más allegados. «Somos parte de una gran familia unida».

Al final de la conversación, un agrego necesario, un apremio de corazón, que la define con la Mayor de las Antillas: «Envío un mensaje a cada cubano y cubana que ama esta bella Isla y que reside en el exterior. Nunca olviden lo que les ha brindado Cuba y enseñen a sus hijos a respetar y amar esta Isla que siempre tendrá sus puertas abiertas con mucho amor y bondad».

Una aliada de mi país y de mi gente

«Vengo a Cuba con mucha frecuencia. Me siento aliada  de mi país y de mi gente y desde mis exposiciones —es fotógrafa— puedo hacer un país mejor, apoyar, opinar y dar criterios desde mi perspectiva personal, sumarme al debate».

Así dijo como explicación motivacional para su presencia, en esta ocasión, de sus idas y venires constantes, entre Guadalajara, en México, La Habana y Pinar del Río.

La conversación transcurrió en el Centro Fidel Castro Ruz, donde se presentaba el libro sobre Cuba y su emigración, preámbulo para un buen grupo de quienes este fin de semana dialogan con la nación que les vio nacer —a ellos o a sus padres— y han llegado a La Habana desde las muchas latitudes donde ahora residen.

Ella nació en Pinar del Río, hace unos 30 y tantos años —no pregunté la edad, quizá por olvido, o porque, simplemente, vibra y sonrisa mostraban que serán las de eterna juventud y eso sirve para este periódico.

Quizá un tuit en su cuenta personal sirva de autodescripción: «Los haters que antes me atacaban por comunista, marxista o feminazi, ahora lo hacen por raciclasista blanca misándrica cristiana… Vaya, por lo menos no pueden decir que no sea versátil».

Mas en nuestro país se le conoce como «la del documental que retrató a los hombres con una florecita en la oreja»; la de «las masculinidades», dicen los avezados. Y en galerías cubanas pueden verse sus obras fotográficas.

Monik Molinet.

Monik Molinet, graduada de Artes Escénicas, fotógrafa de activismo social y feminista, tiene un estudio en Guadalajara, y sueña con tenerlo también en su país. «Aquí, en Cuba, donde hago parte de mi obra, y a la que estoy muy ligada culturalmente, porque soy —reitera— una aliada de mi país, de mi gente y mi cultura». Y eso la trae a este encuentro sin estereotipos ni miradas hostiles, en que la nación se reconoce también en sus connacionales.

Luego, o antes, fue o irá, como siempre, a la patria chica, a la familia, en un ciclo que repite cada tres o cuatro meses, porque es la raíz y la defensa. Monik Molinet es cubana.

Abriendo caminosa la unidad

«ME motiva todo, el arroz, los frijoles y el turrón de maní», dice riendo y advirtiendo: «no vaya a poner eso». Y la espontaneidad es aserto de cubanía y añoranza, así que va. Xiomara Pedroso Gómez llega desde Pretoria, donde es vicepresidenta de la Asociación de Cubanos Residentes en Sudáfrica.

Sin perder la sonrisa, la musicóloga graduada de la Universidad de las Artes, habla de una causa superior: «obviamente mi motivo esencial» para venir a Cuba cada vez que puedo: mis padres mayores.

«Estoy basada en Pretoria, y estamos asociados profesores, ingenieros, informáticos… y la mayoría guardamos una posición dialógica, positiva, y mantenemos relación con nuestra embajada,  cuyo trabajo consular es bastante proactivo». Habla de la inauguración de un busto de Martí en los jardines de la delegación diplomática, lo que resalta como algo especial e histórico.

«Cuba y los cubanos jugamos un papel importante», como lo califica en las relaciones con el pueblo sudafricano y con grupos de amistad y asociaciones, mención que lleva necesariamente a la colaboración médica, y habla sin presunción pero con orgullo de su anecdotario.

«Te sientas en cualquier café, estamos hablando entre cubanos, y viene una sudafricana, se te acerca y te dice “Yo estudié en Cuba”.

«En Freedom Park están los nombres, en pedacitos de piedra, de todos los cubanos que cayeron por la independencia africana y contra el apartheid. Y en lo más alto: Fidel».

Xiomara Pedroso Gómez.

Xiomara no deja de admirar a este, su país, que con tantas dificultades y problemas económicos no echa a un lado la cultura. «Es casi surrealista, maravilloso; vas al ISA, a un concierto de Sampling, a la ópera. Esa es una motivación grande. Me gustan los libros, su precio y contenido. Por eso trato de venir a la Feria».

Por hoy está en La Habana por la Conferencia que, asegura, «reviste un papel fundamental en el contexto geopolítico mundial, en un mapa que cambia también en Cuba, un momento de mucha apertura y también de crisis con el diferendo Cuba-Estados Unidos».

Refiere que el 30 por ciento de los que han acudido a la Conferencia viven también en la Mayor de las Antillas, tienen residencia permanente en ambos lados, una referencia que les hace afirmar «cubanos residentes en el exterior más que emigrados» y reconoce el recrudecimiento de las medidas del bloqueo como causante del aumento de la migración.

Asegura que mucha gente regresa a Cuba sin perder la residencia que ya se les hizo natural en otros países, «una relación fluida y positiva, el toma y daca de una orilla y otra, porque hay un proceso de asimilación cultural que enriquecerá el ajiaco que somos. Uno sigue amando a su país y eso se incorpora a la savia del cubano, a la cubanía».

Habla de esa emigración que, para bien o para mal, considera que no es homogénea, que ha tenido avances y retrocesos, y su extremo más negativo se expresa en las redes hasta pidiendo la intervención.

Asimismo, refiere también la que «da colores, diversos y ricos, y abre caminos a la unidad, más allá de política e ideologías, pero basada en los principios martianos y hasta nuestros días, la defensa de la soberanía, la independencia y la autodeterminación, y bajo estas, la unidad de los cubanos».

 Así piensa Xiomara Pedroso Gómez, la musicóloga que es miembro de la Sociedad de Profesores de Música de Sudáfrica y de la Sociedad de Investigación Musical, de la que desde hace 11 años Cuba es su segunda patria.

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