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El milagro de una cubana en París

Ivette Cepeda cantó por primera vez en París el 5 de noviembre de 2011, en el Centro de las Artes de Enghien-les-Bains, acompañada del grupo Reflexión. La exitosa presentación fue el motivo inspirador del documental Una cubana en París

Autor:

Ahmed Piñero Fernández

Ivette Cepeda se presentó por primera vez en París el 5 de noviembre de 2011, en el Centro de las Artes de Enghien-les-Bains. Para el debut, acompañada del grupo Reflexión, ofreció un concierto que, bajo la denominación de Miracle (Milagro), incluía títulos de notables compositores cubanos, como Ignacio Villa, Juan Formell, Piloto y Vera, Juanito Márquez, Frank Delgado y Raúl Torres.

La exitosa presentación —con dirección musical del compositor y arreglista José Luis Beltrán y producción ejecutiva de Carmen Mayans—, fue el motivo inspirador del documental Una cubana en París, del realizador francés Dominique Roland.

Tanto el concierto, grabado (estupendamente) por el equipo técnico de CDA Studio y los estudios GANG, como el documental se exhibieron en premier nacional en la sala Charles Chaplin, de la Cinemateca de Cuba, el pasado 4 de julio. Miracle y Una cubana en París conforman el nuevo CD-DVD de la gran cantante cubana.

Escogido como el mejor documental musical de Francia, y nominado al Park City Film Music Festival en Utha, Estados Unidos, el filme de Dominique Roland nos muestra a la intérprete en un recorrido nocturno por calles parisinas. El viaje no es más que un pretexto para dialogar sobre los seculares intercambios artísticos entre Cuba y Francia, el paso por la Ciudad Luz de numerosos músicos cubanos y la influencia que, según el punto de vista de la Cepeda, ejerció esta interrelación en la música de ambas naciones.

El concierto resultó asombroso desde diversos puntos de vista. Sin embargo, lamentablemente, en Miracle no se muestra cómo el público, que literalmente abarrotó el teatro, ovacionó de pie, en múltiples oportunidades, a los músicos cubanos. Según algunos testigos, entre ellos Oscar  León, Gerente General de Musicalia —la empresa que representa a Ivette Cepeda en Cuba—, las aclamaciones obligaron a Ivette a regresar en varias ocasiones al escenario y ofrecer más de un encore.

«Después del sexto “bis” —explica Oscar León— llegué corriendo  al camerino y yo mismo impedí que Ivette volviera a salir, porque la gente no se controlaba. Te aseguro que hubiéramos amanecido en el teatro».

Curiosamente, así mismo reaccionaba, después de cada número, el público que asistió a la sala Charles Chaplin: ovacionaba la actuación de Ivette Cepeda, como si todo estuviera ocurriendo allí, justo en ese instante.

Y es que en París Ivette Cepeda repitió, como cada viernes en el Hotel Telégrafo, o como en sus antológicas noches sabatinas del Brecht, su hazaña excepcional: cantar ininterrumpidamente 13, 15, 20 temas sin descanso, con el poderío y seguridad interpretativos que la caracterizan.

Aunque parezca superficial señalarlo, Ivette Cepeda suena «en vivo» de la misma manera que en las grabaciones. Es decir, ella no es, como algunos otros casos que abundan, una cantante prefabricada por medio de trucos tecnológicos. La suya es una voz poderosa y, sobre todo, auténtica.

A juzgar por la reacción de los asistentes al Centro de las Artes de Enghien-les-Bains, también para los parisinos fue muy claro, desde la primera  canción, que Ivette Cepeda es una artista de primerísima categoría.

Ivette canta, interpreta, convence... deslumbra. Con pasmosa facilidad transita de lo más terrestre a lo más espiritual. En ella todo fluye de manera espontánea y natural, y elevado a un punto de perfección, raramente igualado por las intérpretes cubanas de hoy.

Junto a Ivette Cepeda y el grupo Reflexión se encontraban en el Chaplin admiradores, amigos, artistas y personalidades de la cultura cubana: el Premio Nacional de Danza Santiago Alfonso, el compositor Juan Formell, Nisia Agüero, la primera bailarina del Ballet Nacional  de Cuba Sadaise Arencibia; la bailarina, coreógrafa y directora Lizt Alfonso, el cantautor Pablito FG, las cantantes Sory y Maureen Iznaga;  el actor Carlos Ruiz de la Tejera, a quien le escuché decir, a la salida de la proyección: «Oye, niño, Ivette Cepeda es un fenómeno. Cada día canta mejor». Y es cierto. Ella ha adquirido más madurez, y una presencia de una calidad única.

La premier en el Chaplin de Una cubana en París y, sobre todo del concierto Miracle, ofrecido en Francia, a finales de 2011, confirmó una opinión establecida ya de que la Cepeda constituye una de las supremas cancionistas de toda la historia de la interpretación vocal cubana y, según mi experiencia personal, la más profunda, eficaz  y significativa de nuestras cantantes de la actualidad.

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