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Faraday, el arte y una locura bien soñada

El artista de la plástica Antonio Gómez Margolles exhibe en la galería Villa Manuela la exposición Dialelos, en la cual explora los límites de lo racional y lo irracional

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

¿Qué tienen que ver el científico inglés del siglo XIX Michael Faraday y los procesos creativos de las artes visuales contemporáneas? La pregunta por sí misma podría resultar casi una locura. Tal vez, la gran mayoría respondería que no hay convergencia de ningún tipo. Sin embargo, el artista de la plástica Antonio Gómez Margolles explora las posibles equivalencias en su exposición Dialelos, una propuesta donde arte y ciencia confluyen en armonía.

El creador explica a Juventud Rebelde que le interesa «trabajar con las cosas que a nivel racional no están resueltas: Lo que se escapa de nuestro sistema lógico de pensamiento, fenómenos que la ciencia y la filosofía no pueden explicar…».

La expo, que fue inaugurada este viernes en la galería Villa Manuela, está conformada por instalaciones y dibujos que reflexionan en torno a los conceptos de lo racional y lo irracional.

Según fuentes consultadas, un dialelo (recíproco), también recibe el nombre de círculo vicioso y es «una estructura lógica que consiste en probar una cosa mediante otra, y esta segunda mediante la primera. Se refiere a circunstancias que son, a la vez, causa y efecto una de la otra y que actúan de manera recíproca».

Causa y efecto

Para entender las motivaciones que condujeron a Gómez Margolles a tomar a Faraday como punto de partida es necesario remitirse a aspectos esenciales de la vida del físico británico. Nacido en Londres, en 1791, entre sus múltiples y relevantes descubrimientos sobresalen la inducción electromagnética —sus investigaciones en ese campo constituyen la base de la moderna tecnología electromagnética— y la electrólisis.

El científico tuvo una formación autodidacta y sus conocimientos de matemática eran elementales, básicos. No obstante, su incuestionable talento lo llevó a descifrar y enteder los fenómenos más complejos.

Antonio Gómez Margolles quedó cautivado por esas habilidades, porque sugieren que «de manera muy singular y poco usual en el terreno de la ciencia, implementó sus propias herramientas para demostrar sus teorías.

«Las obras de este proyecto nos remiten a este proceso, como ejemplo o forma de trabajo muy dado a la producción de las artes visuales contemporáneas: la idea de un andamiaje mental para construir algo que nos conduce a otro resultado».

Y ahí está la clave, el punto en el cual el desempeño y legado de Michael Faraday se fusionan con las inquietudes artísticas de un creador que constantemente interpela a los espectadores acerca del universo  circundante. El andamiaje como el primer paso, como estructura para construir, imaginar, diseñar, concebir, crear…

No es casual que por esas razones el artífice se defina como progresista. «Vengo de la pintura, fue lo que estudié, pero siempre abogo por el cambio, evito las fórmulas y la repetición de patrones todo el tiempo, para ello me valgo de una constante experimentación con disímiles herramientas.

«En el arte, como en otras actividades, hay ideas a las que no se puede llegar siempre por el mismo camino. Con la pintura me sucedió esto, y a pesar de que todavía es una de mis grandes pasiones, decidí probar con otros medios para que lo pensado fuera más efectivo.

«Cada artista asume la creación por diversas motivaciones. Pienso que muchos lo que hacemos es traducir experiencias personales y desarrollarlas desde el lenguaje del arte para que finalmente sean apreciadas por la colectividad».

Antonio Gómez Margolles ha dedicado una parte de su quehacer a adentrarse en el Arte de los Nuevos Medios. Hace más de siete años que su trabajo anda por esos rumbos. Al respecto nos comenta que «el afán de los historiadores por etiquetar conceptos (entre otras cosas, creo que para preservarnos del caos)  denominó así al arte que trabaja con las nuevas tecnologías. Realmente para mí eso no es nada novedoso.

«Todos los artistas innovadores, que de alguna manera han cambiado el devenir de las artes, se han valido de la tecnología más avanzada de su momento para crear. El cambio o la variación son meramente formales. A veces uso el video, otras veces las instalaciones o las videoinstalaciones interactivas, fotografías o dibujos. Las obras como resultado son las aristas de un mismo fenómeno y de un mismo cuestionamiento».

En Dialelos es palpable la intención de recapacitar en torno a los procedimientos mediante los cuales construimos o deconstruimos realidades, símbolos, códigos o experiencias. Sin embargo, por momentos asoma una reflexión más contundente, tal vez, más personal e íntima.

Cada engranaje de esa «maquinaria visual» que es Dialelos ha sido bien concebido, no es para nada el resultado de un desvarío artístico. La experimentación, la búsqueda, la referencia al lenguaje y los textos son algunas de sus particularidades. Detrás de cada obra hay un razonamiento, una duda, una interrogante, una proposición, un mensaje…

«Para mí, el lenguaje es la herramienta tecnológica más sofisticada, pero paradójicamente muchas veces no nos es suficiente para explicar racionalmente, con sus códigos verbales y luego escritos, sensaciones, emociones o sentimientos como el amor. No soy el único ni el primero que se cuestiona esto, quizá esta sea la sensación más profunda y el mensaje fundamental que se percibe en este proyecto».

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