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Esteban Insausti: Elijo seguir soñando

Este cineasta cubano, que lidia a diario con la certeza de que lo diferente siempre trae negación, rechazo, indiferencia… continúa trabajando en proyectos nuevos sin abandonar el interés por abordar las esencias del ser humano

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

La película Club de jazz fue un hecho, ya visible en la pantalla grande en Cuba, en 2018. Desde entonces no hablaba detenidamente con su director, Esteban Insausti, aunque las noticias de la acogida del filme en otros países daban cuenta de su «movimiento».

Ciertamente se siente a gusto todo aquel que encuentra reconocimiento y aceptación de su obra, sobre todo cuando el esfuerzo ha sido grande. Él, que lidia a diario con la certeza de que lo diferente siempre trae negación, rechazo, indiferencia… continúa trabajando en proyectos nuevos sin abandonar el interés por abordar las esencias del ser humano.

«Club de Jazz tuvo éxito al ser ganadora del premio a Mejor largometraje en el 17mo. Festival de Cine de Ischia, de Italia. Fue emocionante porque fue el único largometraje latinoamericano que compitió. Según el acta del jurado internacional, mereció el máximo galardón “por la rara habilidad de combinar emoción y reflexión en un precioso balance entre estética y narración”. Fue un bonito reconocimiento a ese tremendo equipo de trabajo que me acompañó.

«Entre más de 800 películas de 36 países, tuvimos también nominaciones en la 6ta. edición de los Premios Platino del Cine Iberoamericano en Mejor Música Original, Mejor Dirección de Montaje, Mejor Dirección de Fotografía y Mejor Dirección de Sonido, junto a películas como Roma, y la verdad es que la pandemia de la COVID-19 ha trastocado todo, justo cuando nos proponíamos revalorizar su distribución».

—Ya veremos cómo será el «nuevo mundo», después de todo esto…

—El mundo volverá a ser el mismo desafortunadamente. Su naturaleza ingrata, irresponsable e inocente, no permite separarnos del paradigma del tener por encima del ser.

—Pero este tiempo de distanciamiento social, quizá, ha sido bien aprovechado por ti…

—Te hablé de Erección tiempo atrás. Es una película sobre la prostitución masculina en su estado más solapado e inocente, una fábula sobre la ausencia de moral. La historia, inspirada en hechos reales, parte de la relación entre una madre adicta al juego y su hijo obsesionado con su sexualidad y con la idea de «atraer» a personas en museos y galerías de la ciudad.

Erección, película en preparación, aborda el tema de la prostitución masculina.

«Abordo las relaciones culturales y de poder frente al sexo como mercancía, pero la intención no es juzgar o proponer soluciones al fenómeno en sí. En la historia los personajes no son víctimas de nada, salvo de su propia y particular manera de ver el mundo. Hoy un escort publica sus servicios en la red, en la que incluso incluye los comentarios de sus propios clientes en sus perfiles como si se tratara de una tienda de Amazon. En nuestra realidad, la práctica es bien diferente, por lo general continúa siendo clandestina, de ahí el componente imaginario de su protagonista para obtener los mismos resultados desde el camuflaje y la sorna.

«El proyecto fue elegido en el Festival de Málaga MAFF, un certamen bien importante y difícil, y allí estamos en búsqueda de financiamiento. Es un certamen justo para lograr visibilidad con posibles coproductores de medio mundo, así como el derecho a participar en uno de los mercados on line más importantes, el Filmarket, en todo un año, más las asesorías, entre otras cosas. Estamos honrados de poder representar a Cuba.

«Trabajamos ahora en el casting, cuya responsabilidad volverá a estar bajo la tutela del actor Yasmani Guerrero, con quien ya tuve esa experiencia en Club de Jazz. Una parte debe ser rodada en Cuba pero más de la mitad en el exterior, de ahí su complejidad no solo temática, sino también logística».

—¿Volverás a conectarte con lo que te antecede en el cine cubano? Te has declarado deudor de él, siempre en tu obra hay puntos de convergencia, de homenaje, de resignificaciones…

—Ningún cineasta cubano, y no quiero pecar de absoluto, puede permanecer ajeno a lo que le antecede, aunque sean diversas las tendencias y maneras de ver y pensar el arte y la realidad que nos rodea. Marcan mis pasos las ideas fundacionales, desde aquellos tiempos de Alfredo Guevara… es mi herencia.

«El Icaic reunió a lo más ilustre del panorama cultural cubano de aquel entonces, por eso tenemos obras imprescindibles de la cinematografía cubana y también universal. Hubo luces y sombras, como es habitual, pero no hubo miedo a la confrontación, con mayor o menor cautela.

«Ningún movimiento artístico es aislado, ajeno… se urge de cohesión. Imagínate entonces ser parte de lo que llamamos Cine Cubano… Hay mucha responsabilidad y, en deuda con el principio, tengo el compromiso de mantener una visión crítica que permita documentar lo que acontece.

«El resto tiene que ver con mi necesidad personal, como todo creador. Y con mi lealtad a ella, para no traicionarla. Puede ser aceptada o no por los espectadores, la crítica, los académicos… Puede ser exitosa o no, todo depende de las circunstancias, el contexto, las subjetividades individuales».

—Y de la crítica, que en tu caso, o te quieren o te odian…

—Lo importante es que, lo que hagamos, suscite algún criterio, a favor o en contra. Sería terrible que no fuera así. Y que las críticas a mi trabajo sean tan diversas, me fascina. Me motiva. No asumo las críticas como algo personal, porque en realidad vemos las cosas como somos y no como son. Cuando se lee a quien critica, se aprende de su complejidad de pensamiento, su competencia cultural, su responsabilidad… y también de sus carencias fundamentales, sus prejuicios, su ética, sus vacíos…

«Solo deja de tener valor el juicio de alguien para mí, cuando se pondera como única la opinión de uno o algunos pocos, cuando se deja a un lado todo lo que otros también pueden decir, a veces, con mayor profundidad. Los ataques personales disfrazados no pueden asumirse como críticas, y el crítico no puede confundir su rol ni aprovecharse de este. Tengo mi propia experiencia al respecto con mi primera película, Larga distancia (2011).

«Por todo eso, y por más, creo que no es tan fácil vivir del cine, en Cuba y en otros países. Respeto a todos los realizadores del país, porque combinar la pasión por la profesión y la necesidad de sortear numerosos obstáculos es muy complejo. Entre un proyecto y otro, en ocasiones, transcurren muchos años, así que no ha quedado otra opción que salir a la búsqueda de otras alternativas aunque siempre teniendo fe en el futuro.

«De cualquier manera se aspira a lograrlo, y ya surgen variantes a ello, en medio de la escasez de diversidad y alternativas en los modos de financiamiento, distribución y exhibición…».

—Además de Erección, sé que tenías otros proyectos pendientes…

—Trabajo en El perdedor, ¿recuerdas que también hablamos sobre eso? Trata sobre un diseñador sin éxito que intenta convertir en moda la pobreza. El proyecto está siendo revisado en este momento para arrancar a buscar coproductores porque por su carácter más universal no será una película cubana.

«Pincel con sangre ha variado su esencia, no será una película biográfica sobre Ana Mendieta, como la pensé, sino como un homenaje a lo que simboliza su obra. Y la serie Trazos espera por su segunda temporada, cuando las condiciones así lo permitan en República Dominicana. Mientras todo lo que ha trastocado la COVID-19 pasa, elijo seguir soñando».

 

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