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La persistencia de Arnaldo y el acompañamiento de su Talimán, de instituciones y personas anónimas han hecho posible el Piña Colada. Autor: Michel Guerra/periódico Invasor Publicado: 01/04/2023 | 11:17 pm
CIEGO DE ÁVILA.— Las cortinas se retiraron. Pero a su manera. Como ha sido siempre a lo largo de 20 años. Con música, con artistas, con bailes y con pueblo cantando en las calles.
El Festival de Música Fusión Piña Colada llegó en esta edición de 2023 a sus dos décadas de vida. Se dice fácil, pero no lo es.
Ha navegado contra vientos y mareas, y ahí está: gracias a la persistencia de su presidente y creador, Arnaldo Rodríguez, joven cantautor cubano y también, como él reitera, al acompañamiento de las instituciones en Ciego de Ávila y muchas personas anónimas, que han apoyado el proyecto.
El Piña, sin embargo, tiene otro lado. Lo que ha dejado para el país y la provincia avileña.
¿Cuál es su legado? ¿De qué ha servido? ¿Cómo lo ven las personas que lo han vivido y, al mismo tiempo, han sido parte del evento?
Hasta el lucas apareció
Al preguntarle por la trascendencia del evento, con voz fuerte Yunier McKenzie Francis responde: «El Piña Colada puso a Ciego de Ávila en el mapa cultural de Cuba».
A primera vista pudiera parecer una exageración, pero el director de la agrupación H’ Cuba sabe lo que dice.
«Del evento —explica— han salido varios talentos, que se han visualizado ante los productores que han venido desde La Habana y se han lanzado con la ayuda del festival».
Lo dice por experiencia propia: gracias, en primer lugar, al trabajo de sus músicos y a los espacios del encuentro, la agrupación, una de las más emblemáticas de la provincia, alcanzó una visibilidad que le permitió ser nominada en tres ocasiones al Premio Lucas con sus números basados en la música fusión.
El termómetro
Cualquiera pudiera pensar que este es un festival solo para espectáculos musicales. Sus propósitos, en verdad, han ido más allá.
Desde sus inicios, el evento ha defendido su aire de pueblo, una de las razones por la cual siempre se celebra próximo al 4 de abril para festejar los aniversarios de la Unión de Jóvenes Comunistas y la Organización de Pioneros José Martí.
Uno de sus puntos vitales, además, han sido los espacios de intercambio teórico sobre las problemáticas y tendencias más actuales de la música cubana, apreciable en su simposio Música y Juventud, y que tuvo su séptima edición en el preámbulo del evento.
Otro objetivo es reconocer a personalidades de la cultura cubana y avileña. Precisamente, la actual edición se dedica a César Alberti Orozco, destacado pedagogo, músico y director de orquesta avileño, cuyo centenario se celebra este año y quien hasta su muerte en 2011 jugó un papel importante en la formación de artistas y agrupaciones musicales.
También han estado los intercambios, razón por la que muchos profesionales ven el festival como una gran plataforma de conocimientos.
«Tienes un termómetro para medir tu trabajo en función de lo que visualizas en el contacto con las grandes personalidades de la música cubana que participan en el Piña», expresa Noslen Jiménez Arias, música, director de la orquesta Sabor Sin Límites, dedicada a la música bailable.
Para Noslen Jiménez Arias, director de la orquesta Sabor Sin Límites, el festival es un espacio para saber por dónde anda
el camino de cada artista.Fotos: Luis Raúl Vázquez Muñoz
Con más de 20 años en el catálogo de empresa Musicávila, Noslen ha estado prácticamente en todos los festivales.
«Ha sido muy enriquecedor —apunta— por el intercambio de criterios, percepciones, de visualización de los conceptos estético-musicales con los que uno va trabajando.
«Cuando te encuentras con los participantes, oyes sus opiniones, escuchas sus números, tú dices: bueno, tengo que corregir, tengo que ir por acá, debo tener en cuenta esta óptica sin perder la esencia y la estrategia que musicalmente uno tenga».
Sí, pero hay algo más
Con ese criterio coinciden otros artistas consultados, como Alejandro Cosme Quiñones, joven productor general de Yankiel DJ y el proyecto Habana Team Cuba; el solista Yomel Sánchez y Betzaida Velázquez Navarro, directora de la agrupación Aroma e integrante de la banda de concierto y el conjunto instrumental Música Abierta.
El solista Yomel Sánchez (derecha) y Yunier McKenzie Francis, líder de H’Cuba, opina que el Piña ha contribuido a colocar
a Ciego de Ávila en el mapa cultural cubano.Fotos: Luis Raúl Vázquez Muñoz
Sin embargo, ellos son de la opinión que a lo largo de estos años el festival ha adquirido algo más.
«Empecé en el Piña Colada como espectadora, como pueblo —cuenta Betzaida—, y en ese sentido ha sido muy bueno porque es muy complicado que a estas provincias vengan o se acerquen las orquestas de primer nivel».
El Piña Colada, opinan, ha sido una oportunidad para la población de tener de primera mano, de dialogar de forma directa, en sus propios barrios, con artistas que ven en la televisión, el cine o las redes sociales.
«Yo puedo hablar del Piña Colada desde la Asociación Hermanos Saíz, que es de donde salgo como músico», expresa Yomel Sánchez.
«Este ha sido uno de los eventos más importantes para impulsar el trabajo del talento joven. Eso hay que agradecérselo a Arnaldo, que siempre respaldó nuestro espacio.
Betzaida Velázquez Navarro se acercó al Piña Colada como espectadora. Hoy lo hace como una de sus intérpretes. Fotos: Luis Raúl Vázquez Muñoz
«Pero pienso que el Festival tiene algo más, y lo digo no ya como artista, sino como parte de este pueblo.
«El Piña Colada fue el evento que sacó a Ciego de Ávila de ese estado que había con la COVID-19.
«Recordemos que no había carnavales, ni fiestas populares, ni nada, porque no se podían hacer y porque había un letargo sicológico debido a las tensiones de la pandemia.
«Se fue la pandemia, pero quedaron sus secuelas, ese recogimiento. Y, de pronto se apareció el Piña con todos sus artistas.
«Es decir, el Festival fue el que rompió con esas marcas de la COVID-19. Porque nos devolvió las fiestas y la música. Nos trajo la alegría».
