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Estamos pa’ fiesta

El equipo de Matanzas buscará este sábado en Villa Clara un triunfo que aleje el fantasma de la barrida

Autor:

Raiko Martín

No sé si a alguien más le pasa, pero para mí los dos días que median en estos play off entre el traslado de una sede a otra, transcurren con una lentitud infinita. Supongo que se deba al gran interés despertado por estas series, y las ansias de seguir viviendo las emociones típicas de las postemporadas de la pelota cubana.

Incluso, la ventaja de dos juegos con la que hoy saltará Villa Clara al diamante de su Augusto César Sandino no ha mermado esas expectativas.

Llegan los Cocodrilos yumurinos a este duelo de la misma forma en que encararon el tercer desafío de la semifinal contra los espirituanos. Pero si en esa ocasión les arropaba un público con una fe a prueba de tormentas, esta vez la posible remontada tendrían que comenzar a tejerla en el cuartel general de un equipo que ha mostrado poquísimas fisuras en su reforzada estructura.

Los Leopardos o Naranjas —como por fin decidan llamarles algún día sus seguidores—, entraron por la puerta del fondo a la postemporada y en este instante están a dos pasos del trono. Así de caprichoso es el béisbol.

Hasta ahora han funcionado como una verdadera maquinaria, nunca avasalladora como otras que han reinado en épocas pasadas, pero lo suficientemente ajustada como para someter a cualquiera de sus rivales.

Su punto más vulnerable se encuentra en la proa de la nave, pues aún Ramón Moré, hasta hoy el manager más afortunado al escoger sus refuerzos, no acierta con la designación del primer turno al bate.

Sin ir muy lejos, Yuniet Flores acrecienta su deuda, pues no ha podido conectar un hit en los dos primeros partidos de esta final. Ante las insistentes preguntas, Moré nunca ha descartado la variación del lineup. Pero hasta ahora todo ha quedado en la meditación, tal vez por aquello que dicen que las alineaciones ganadoras no se cambian.

Con el viento a su favor, el estratega local no titubeó para responsabilizar al zurdo Yasmani Hernández Romero con la primera apertura en su patio. Y se cae de la mata que, cualquiera que sea el desenlace de hoy, la designación para el cuarto cruce de armas debe ser el hasta el momento «intratable» Freddy Asiel Álvarez, autor de ¡33 ceros! en lo que va de postemporada.

Para nada se puede negar la calidad del cuerpo de lanzadores del equipo central,  pero ninguno de sus miembros está cerca del nivel y la maestría demostrada por el diestro de Sierra Morena. Con cualquier otra opción correrían el riesgo de oxigenar a los discípulos de Víctor Mesa, y todos ya sabemos de lo que son capaces cuando les llega un halo de inspiración, ya sea terrenal o «divina», como muchos piensan.

Lo cierto es que ha sido la sequía ofensiva el gran problema del equipo matancero en estos primeros desafíos. Pareciera como si se hubiesen gastado la pólvora en aquel mágico inning de diez carreras frente a todo el bullpen de los Gallos, pues en las últimas 18 entradas solo han podido anotar ¡una vez!

No obstante a su inferioridad manifiesta —me refiero solo a lo hasta ahora visto—  los Cocodrilos no han desentonado. Y sería muy irresponsable, por no decir «de locos», presagiar que los villaclareños celebrarán mañana algo más que el Día de los Padres.

Yo me voy hoy al Sandino con ánimos de presenciar allí un trascendental duelo. Espero que el público brinde una suprema lección de disciplina y respeto, que los árbitros impartan justicia con un exquisito rigor, y que ambos equipos se entreguen con una pasión infinita en busca del triunfo. Ah, y que la lluvia no nos haga esperar otras dos horas para comenzar la fiesta. Para todo esto, cruzo los dedos.

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