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Huracán pelota azota Puerto Rico

Más que lazos históricos, ambos juegan un béisbol caliente, impetuoso. Así lo reconoció el mentor de los boricuas, Luis Matos, quien luce el número 32 en su traje; pero dice que de los peloteros cubanos al que más recuerda es a Germán Mesa, por su espectacular forma de cubrir el campo corto

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Norland Rosendo

GUADALAJARA.— Entre dos hermanos, cuando uno gana, festejan ambos. Visto así, Cuba y Puerto Rico ya habían asegurado su presencia en la final de la Serie del Caribe cuando los Criollos de Caguas le dieron la vuelta al marcador en su juego contra los Caribes de Anzoátegui ayer por la tarde para acceder a su segunda final consecutiva.

Más que lazos históricos, ambos juegan un béisbol caliente, impetuoso. Así lo reconoció el mentor de los boricuas, Luis Matos, quien luce el número 32 en su traje; pero dice que de los peloteros cubanos al que más recuerda es a Germán Mesa, por su espectacular forma de cubrir el campo corto.

Matos siente alegría por haber dado el triunfo de este miércoles a su país; a las tantas personas que aún están sin agua y electricidad tras el paso del huracán María el pasado mes de septiembre, y que seguro salieron a disfrutar el juego en un restaurante o en la casa de un vecino, mucho más que por lo que personalmente pueda reportarle el éxito en su carrera.

A las puertas de convertirse en el segundo mentor de la historia en llevarse dos series del Caribe seguidas, prefiere no adelantarse en los festejos, y reconoce que su equipo es peleador hasta el out 27. «Hoy (ayer) perdíamos 0-4 y le dimos la vuelta a la pizarra».

En la temporada pasada empezaron perdiendo tres partidos y llegaron a ser los campeones con una remontada épica, revivida ayer con el Grand Slam de Anthony García, que empató a cuatro y puso a volar los sueños de la Isla del Encanto, que concretaron el triunfo por 6-5.

«No estoy en busca de premios individuales, sino de darle gloria a la camiseta que vestimos», dijo el mentor, quien pese a su juventud (39 años), tiene vasta experiencia en la conducción de equipos en su país natal y en el sistema de la MLB.

«Yo dejo jugar a los muchachos, que disfruten lo que hacen; ni me pongo nervioso ni me tambaleo, porque entonces ellos se tambalean también», explicó, antes de reiterar su admiración por la pelota cubana. «Ese uniforme azul, o el rojo, solo a ustedes les queda bien, les luce; se lo pone otro equipo y no es igual».

Sobre la final, no se dejó «provocar» por las preguntas de los periodistas cubanos. «Sea cual sea el adversario, sabemos lo que tenemos que hacer; los dos son buenos, no hay enemigo pequeño».

Puerto Rico se ha erigido como la Isla del Caribe de mejores resultados internacionales en los dos últimos años. Es el actual campeón de este torneo de clubes, título que puede reditar hoy, y quedó subcampeón en el pasado Clásico Mundial con aquel popular equipo de los jugadores teñidos de rubio.

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