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Deshojar una flor kazaja

Los Domadores tendrán que  hacer frente el próximo 30 de noviembre, en China, con todos sus sentidos a punto, a una de las escuadras más constantes en la aún tierna historia de las series mundiales de Boxeo: los Astaná Arlans de Kazajistán

Autor:

Luis Autié Cantón

Si tiramos de la cábala, de pura presunción, a los Domadores de Cuba les toca ganar esta Serie Mundial de Boxeo (SMB). Así, simple, sin complicaciones, sin análisis previos. Desde su primera participación, la relación de nuestros púgiles con este torneo ha sido un «me quiere, no me quiere, me quiere…» constante, el oscilatorio deshoje de una flor que, este año, debería dejar el último pétalo en los guantes de los nuestros. Y es que, desde su debut, los alumnos de Rolando Acebal siempre han llegado a la final, y han ganado en años alternos: 2014 sí, 2015 no, 2016 sí, 2017 no. Ahora toca. Al menos, eso queremos. Pero una cosa es el desiderátum y otra bien distinta los jabs que la realidad puede lanzar.

Si nos atenemos a la objetividad, a lo observable, los Domadores tendrán que olvidarse de las figuraciones de este juntaletras, augur de tercera categoría, y hacer frente el próximo 30 de noviembre, en China, con todos sus sentidos a punto, a una de las escuadras más constantes en la aún tierna historia de las series mundiales de Boxeo: los Astaná Arlans de Kazajistán.

Pocos equipos hay que puedan jactarse de tener la consistencia que han demostrado los kazajos desde las primeras líneas de historia en la competición. Siempre han llegado, al menos, a las instancias semifinales. Cuatro veces han disputado el título, y en tres de ellas han salido victoriosos, más que ningún otro elenco. Fueron, además, los primeros en lograr la gesta de mirar dos veces a sus rivales desde el escalón más alto del podio, hasta que Cuba hizo su segunda rayita en 2016.

Para que se hagan una idea más clara de lo que representa este match, las últimas cinco ediciones de la SMB han sido ganadas por ambas escuadras, de manera intercalada. De nuevo, según la soñadora teoría de los pétalos de marras, le tocaría la corona a los púgiles del caimán. En adición, si los cubanos se imponen, empatarían a tres coronas por bando. Paridad total.

 El morbo está, sin que quepa ningún átomo de duda, en ver si se cumple la máxima de que a la tercera va la vencida: las finales perdidas por los Domadores, ambas, fueron ante los kazajos. En  2015, se impusieron a los nuestros con marcador final de 6-4, mientras que, el pasado año, los caribeños cedieron en la pelea de desempate, para sellar la final con un 6-5, un resultado que se antojó mucho más doloroso que un gancho al mentón, toda vez que los de Acebal llegaron a tener una ventaja considerable.

A priori, por la historia y resultados del rival, los Domadores de Cuba no salen como favoritos. Aunque acaban de vencer en el torneo boxístico de los 23ros. Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, un evento que mostró un nivel considerable, y en el cual los criollos lograron seis medallas de oro, de siete posibles, la final de la Serie Mundial de Boxeo es pasto de otro jardín, con muchísimas más espinas.

El match, pactado para el 30 de noviembre en el gigante asiático, pondrá guantes de por medio a las dos mejores escuadras de la SMB. Habrá que esperar.

En el boxeo, como en la vida, pocas cosas hay para prever. No hay deshoje de flores ni premoniciones ni merecimientos. Vale, solamente, pegar más duro, y mejor. Y ser el último en quedar de pie. Porque el campeón, siempre, es el que se levanta cuando no puede.

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