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Élite: que el apellido sea nombre

La Liga no puede ser un campeonato más. Estaríamos matándola como a tantos torneos tras la exitosa Serie Selectiva que dejaba en la afición un auténtico orgullo por su pelota

Autor:

Norland Rosendo

Con menos abolengo del deseado, pero sí con muy buenas concurrencias en las tres primeras sedes, comenzó la Liga Élite del Béisbol Cubano (LEBC). Los juegos nocturnos recuperan protagonismo y devuelven a nuestro deporte nacional un lugar privilegiado en el imaginario popular.

En un escenario de tantas disputas por las aficiones, con un fútbol extranjero que no deja de atacar a la portería de las mentes y los corazones, y la emergencia de deportes electrónicos cautivantes de las generaciones tecnológicas, el béisbol nuestro se juega su liderazgo en la identidad. Y no puede hacerlo improvisando ni a pura espontaneidad.

La LEBC es un torneo invernal que ha de ser la aspiración de muchos (o de todos). Sueño, orgullo, consagración. Es una oportunidad para que el béisbol articule, sume, construya sinergias y modelos de gestión renovados y aportadores, que devuelvan a nuestro deporte nacional el lustre que algunos, desde afuera y dentro incluso, han intentado quitar, intencionalmente o no.

Ha de dotarse también de una comunicación que no deje vacíos y satisfaga las más exigentes necesidades, lo mismo del público que de expertos, la prensa y analistas. Un line score que no se publique en tiempo real debe entenderse como un out.

La Liga no puede ser un campeonato más. Estaríamos matándola como a tantos torneos tras la exitosa Serie Selectiva que dejaba en la afición un auténtico orgullo por su pelota.

No son los mismos tiempos, pero sí las mismas ansias de ganar; de disfrutar, de ir a los estadios a pesar del insuficiente transporte público. Y a esas expectativas hay que responder con una Liga de élite.

Como el bateador cuando el pícher lo está dominando, se requieren ajustes. Leer los contextos y las oportunidades. Asumir riesgos y desafíos. Buscar, entre todos, la carrera del triunfo y no esperar por un jonrón de carambola que puede terminar en otro out más.

Por fortuna, son muchos los que buscan un puesto en el lineup para salvar nuestro béisbol. Eso habla de compromiso, pasión, de añoranza e identidad. Juntos, además, se puede contrarrestar a quienes insisten en tirar bolas engañosas para generar ponches en el alma beisbolera de un país.

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