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Sergéi Gornostayev.
CUANDO contactamos por primera vez con el joven israelí Sergéi Gornostayev, en agosto de 2006, los aviones de Tel Aviv dejaban caer sus cargas de muerte en el sur de Beirut, y la milicia chiita libanesa Hizbolá lanzaba sus cohetes Katiusha contra el norte de Israel.En Nahariya, una ciudad de esa región, vivía Sergéi, de 33 años, profesor de Antropología en el Western Galilee College. Al momento de producirse la agresión al país árabe, él había rechazado el llamado que les hicieron a los reservistas israelíes para reincorporarse al ejército. Un gesto de rebeldía que motivó nuestro primer diálogo.
«Hace cuatro meses me mudé a Haifa, que no queda muy lejos de Nahariya y de la frontera con Líbano; pero es una ciudad muy diferente», me dice ahora, al retomar el intercambio por correo electrónico.
—¿Cuál es la situación actual en tu antigua ciudad y en Israel?
—Nahariya se recuperó rápidamente. Solo algunos días después de la guerra, la gente que se había marchado regresó, y su vida cotidiana prosigue normalmente. Por cierto, desde hace casi dos o tres semanas se está esparciendo un rumor de que el próximo round de la guerra contra el Líbano será en el verano.
—¿Solo un rumor?
—Personalmente, soy bastante optimista. Cuando veo todo lo que ha ocurrido en la política israelí en el período posterior a la guerra, no veo a Israel comenzando otro conflicto contra el Líbano tan pronto. Tú sabes que el jefe de Estado Mayor fue enviado a casa, y las últimas noticias de la Comisión Gubernamental (que investiga el desempeño del gobierno durante la contienda) han sugerido que el Primer Ministro y el de Defensa solo están esperando su turno.
«Hoy, casi todo el mundo en Israel cree que esa guerra fue un enorme error. Por supuesto, la mayoría de las personas ven el asunto solo de un modo estrictamente utilitario: “La guerra fue una pifia porque Israel no estaba preparado, el gobierno y el ejército lo hicieron todo mal, e Israel no pudo ganar al final”.
«Sin embargo, después de todo, si la opinión pública entiende que fue un error, pues de todos modos es positivo. Así lo creo yo».
—Y a ti, ¿no te han vuelto a molestar?
—De mi relación con el ejército, te puedo decir que no ha cambiado. Yo continúo ignorándolos, y ellos continúan “ignorando mi ignorancia”. Cada mes me envían una nueva invitación: para entrenamientos, fiestas, ocasiones de prestar servicio... Estoy seguro de que el ejército no tiene ninguna intención de atraer publicidad sobre mi caso, ni sobre el de otros jóvenes como yo».
