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Casos y cosas de la Casa Blanca

W. Bush anda a la caza de socios que acojan a los detenidos en el campo de concentración de la Base Naval de Guantánamo

Autor:

Juana Carrasco Martín

Bush quiere una noria para los detenidos. Foto: AP Están a la busca de uno que le amarre la pata a la vaca, que comparta con ellos la responsabilidad de la trasgresión, y se quejan de no hallar quien le haga la segunda, acogiendo a los detenidos en el limbo del campo de concentración de la Base Naval de Guantánamo.

Ahora, cinco años de por medio, un rechazo mundial consistente y en aumento, más una decisión judicial que declara anticonstitucional la retención arbitraria y sin cargos de varios cientos de supuestos sospechosos de terrorismo, han hecho que George W. Bush declare que el centro de detención no se ha cerrado todavía por la «poca disposición» de otros países.

¿Cuál «disposición» reclama? Pues que otros se hagan cargo de los prisioneros, y —en notoria exhibición de hipocresía— dijo que no es la primera vez que él manifiesta públicamente su deseo de cerrar el centro, lo que volvió a ratificar con estas palabras: «Debería ser una meta para esta nación el cierre de Guantánamo».

La aparente marcha atrás actual no borra de ningún modo las violaciones a los derechos humanos de más de 600 detenidos que han pasado por las celdas del territorio cubano usurpado, pero pretenden «limpiarse» de las manchas que les dejara el uso de la tortura, los abusos y las humillaciones cuando todavía mantienen encerrados a más de 300, aunque no aparezca acusación alguna contra ellos.

Pero los dichos del emperador bushiano casaron con una orden del Pentágono: declarar «enemigos combatientes» a 14 detenidos en Camp Delta y sus barracones de máxima seguridad. Los consideran «de alto valor» y pretenden hacer ver que esos participaron o conocieron de operaciones terroristas y de combate contra las fuerzas estadounidenses.

Para añadir más oprobio a la canasta de los represores, se deduce que el resto está en las mazmorras por puro capricho de la sui generis guerra contra el terrorismo que práctica el señor de la Casa Blanca; pero la custodia de esos es la que quiere que sea asumida por otros.

Los culpados han sido identificados hasta cierto punto: Khalid Sheik Mohammed, de quien dice el Departamento de Defensa que es uno de los cerebros de los atentados del 11 de septiembre; y los responsables de los ataques contra el buque de guerra USS Cole y las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania.

A pesar de los lamentos del mandatario yanqui, empeñado en buscar acompañamiento en sus labores represivas, el alto mando militar ha logrado «colocar» a algunos de los prisioneros de su Base Penal de Guantánamo, y justamente este jueves trasladaba a seis de ellos a centros situados en Afganistán y Bahrein.

La actual posición de la administración Bush en relación con los que también llama «extremistas islámicos peligrosos» contrasta con la mantenida hasta hace apenas un mes, cuando eran totalmente reticentes a clausurar su penitenciaría en el Caribe.

Parece que ya les cuesta mucho a George W. Bush y su pandilla hacerse los de oídos sordos ante el rechazo generalizado a su actuación criminal, de ahí el apresuramiento para buscar chivos expiatorios entre cómplices a gusto u obligados.

La noria sigue dando vueltas. Los que un día llegaron a la Base Penal de Guantánamo desde las prisiones secretas de la CIA volverán, sigilosamente, a estas... «Queremos asegurarnos de que, cuando se los enviemos, sean tratados lo más humanamente posible», recomendó el W. mientras salía presto para su habitual y prolongado viaje de vacaciones. ¡Como cansa el trabajo de emperador!

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