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África ante el azote del cambio climático

Investigaciones señalan a 16 países del África subsahariana entre los 20 del mundo más sensibles a los fenómenos climatológicos y por donde primero se hará sentir la fuerza de la naturaleza agredida por la indolencia humana

Autor:

Juventud Rebelde

El cambio climático vapulea más a quienes menos dañan a la atmósfera, y en el extremo más doloroso de esa disparidad está África, informa PL.

Ninguna nación de ese continente está en la lista de principales emisores de gases de efecto invernadero a la atmósfera, pero es, y será con mayor agudeza, la región más fustigada del planeta por sequías, inundaciones y elevación del nivel del mar, según expertos.

Investigaciones sobre clima señalan a 16 países del África subsahariana entre los 20 del mundo más sensibles a los fenómenos climatológicos y por donde primero se hará sentir la fuerza de la naturaleza agredida por la indolencia humana.

En África lo mismo algunas áreas registran escasez de lluvias y otras inundaciones excepcionales, junto a la salinización de la capa freática, alza de temperaturas, deterioro del litoral, y pérdida progresiva de plantas y animales, como señales de alarma.

l llamado Mecanismo para un desarrollo limpio (MDL) en África fue concebido (capítulo 2, Protocolo de Kyoto) para favorecer la transferencia de tecnología, beneficios para el desarrollo comunitario, mayores inversiones del sector privado y desarrollo de mercados en el continente.

Pero desde su concepción hasta la fecha la prevista participación activa de África en sus proyectos quedó casi en el intento, entre otras razones por considerarse demasiados complejos y costosos para muchos países en desarrollo.

Según expertos las pocas exigencias tecnológicas para plantar árboles, por ejemplo, pudieran hacer que ese tipo de iniciativa fuera más accesible, incluso para las comunidades rurales.

Sin embargo, apuntan los especialistas, la participación africana es limitada  ante costos prohibitivos y falta de capital de inversión y de capacidad técnica nacional para desarrollar tecnologías.

En la cumbre del clima de Copenhague-15 (diciembre 2009) los 53 países africanos cerraron fila y abandonaron la mesa de conversaciones ante tanta teoría y pocos resultados prácticos.

África se sació de oír hablar de financiación, con propuestas que en nada mejorarían la alarma de alza de las temperaturas en dos grados promedios en la Tierra para 2100, y que en algunas regiones de ese continente podría  subir a cinco.

ara uno de los principales centros de pronósticos, el Hadley, de Reino Unido, en el África austral, en el 2080, la temperatura en superficie será de 3,8 grados en verano y  4,1 grados en invierno, frente a un promedio global de 3,4.

Ello llevará a más sequías en Angola, Namibia y Sudáfrica, y más inundaciones en Tanzania, Zambia, Zimbabwe, Mozambique y República Democrática de Congo, vaticina el Hadley.

Según expertos unas cuatro mil millones de personas en todo el mundo son dañadas hoy por el cambio climático, la mayoría de África y Asia, contra dos mil millones hace una década atrás.

Lo lamentable, al decir de expertos del Banco Mundial, es que los fondos disponibles para la adaptación son simbólicos respecto al desafío, peor aun en África.

Ante un segundo Protocolo tipo Kyoto

El 10 de diciembre de 1997 los gobiernos acordaron el Protocolo del Convenio Marco sobre Cambio Climático de la ONU (UNFCCC), conocido como Protocolo de Kyoto, por el nombre de la ciudad japonesa donde se firmó.

Entró en vigor 90 días después, cuando fue ratificado por las 55 naciones responsables del 55 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero. Estados Unidos no lo firmó.

En la actualidad 166 naciones tienen ratificado el convenio y de hecho constituye el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos.

Su objetivo es reducir en el 5,2 por ciento las emisiones de seis tipos de gases dañinos, sobre los niveles de 1990, desde el 2008 al 2012.

Los expertos sostienen que son insuficientes los miles de millones de dólares prometidos para evitar los efectos nocivos del persistente daño a la naturaleza, pero bastarían para satisfacer de agua, saneamiento, salud y educación a cada ser humano en la Tierra.

Erradicar el hambre, las enfermedades, la contaminación del agua abriría el camino de mayor productividad en las labores de la tierra primero y en un escalón mayor de desarrollo después, de muchos países en desarrollo.

Las fluctuaciones climáticas tienen un mayor impacto en países, porque también están menos capacitados para defenderse.

Este no es un problema geográfico, es un dilema político-económico, de voluntades humanas, que tiene su origen en cruzadas espoliadoras de recursos naturales por parte de Occidente en naciones pobres.

Hoy tal problema pasa por la ridícula falta de comida y agua, en un mundo que produce comida para casi el doble de su población.

Ahora de nuevo África levantará su voz sobre las severas consecuencias del calentamiento global en esa región, durante la Cumbre del Cambio Climático de Naciones Unidas, con sede en Durban, Sudáfrica, a finales de noviembre próximo.

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