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Cuba nunca aceptará condicionamientos ni imposiciones, ni renunciará a sus principios

El Ministro cubano del Exterior subió este viernes al podio de la Asamblea General en su 72 período de sesiones, con una intervención angular durante la cual examinó los graves problemas y retos que enfrenta el mundo a partir de la agresiva, hegemónica y falaz intervención, el martes, del presidente Donald Trump

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Juventud Rebelde

NACIONES UNIDAS, septiembre 22.— El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, expresó aquí su enérgica condena a las «declaraciones irrespetuosas, ofensivas e injerencistas contra Cuba y el Gobierno cubano» realizadas en este mismo escenario por el presidente Donald Trump, y recordó que «los Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos que suscitan profunda preocupación en la comunidad internacional, no tienen la más mínima autoridad moral para juzgar a mi país. Reafirmamos que Cuba nunca aceptará, ¡jamás!, condicionamientos ni imposiciones, ni renunciará a sus principios».

El Ministro cubano del Exterior subió este viernes al podio de la Asamblea General en su 72 período de sesiones, con una intervención angular durante la cual examinó los graves problemas y retos que enfrenta el mundo a partir de la agresiva, hegemónica y falaz intervención, el martes, de Trump, quien «vino a convencernos de que uno de sus propósitos es promover la prosperidad de las naciones y de las personas», al tiempo que reclamaba respeto a los principios de igualdad soberana, la integridad territorial y no injerencia en los asuntos internos de los Estados, y se pronunció por una reforma de las Naciones Unidas que responda a las necesidades acuciantes de los pueblos y las grandes mayorías desfavorecidas.

«¿Cuál es la receta milagrosa que nos recomienda el presidente Trump, a falta de los flujos financieros del Plan Marshall? ¿Quiénes pondrán ahora los recursos para ello? ¿Cómo puede esto reconciliarse con la idea de los presidentes Reagan hace décadas, y Trump ahora, de “América First”»?, preguntó el Canciller de Cuba, luego de recordar la concentración de la riqueza del mundo en pocas manos («ocho hombres poseen, en conjunto, la misma riqueza que los 3 600 millones de seres humanos que integran la mitad más pobre de la humanidad»), la prevalencia del poder transnacional sobre los Estados, los desbordados ingresos de las corporaciones, la extrema pobreza que aqueja a 700 millones de personas, los 815 millones de seres que padecen hambre crónica, los 22,5 millones de refugiados existentes y el agravamiento de las tragedias humanitarias asociadas a los flujos de migrantes, cuyo número se incrementa en un orden económico y político internacional claramente injusto, dijo.

Por otro lado, apuntó la construcción de muros y barreras y la proliferación de las políticas excluyentes y xenófobas que violan los derechos humanos de millones de personas y no resuelven los problemas del subdesarrollo, la pobreza y los conflictos, causas principales de la migración y la solicitud de refugio.

En tanto, los gastos militares ascienden a 1,7 millones de millones de dólares, desmintiendo a quienes afirman que no hay recursos para acabar con la pobreza.

Ante ello, el Canciller de Cuba remarcó la necesidad impostergable de que las Naciones Unidas trabajen por establecer un nuevo orden económico internacional participativo, democrático, equitativo e incluyente, y una nueva arquitectura financiera que tomen en cuenta los derechos, necesidades y particularidades de los países en desarrollo, así como las asimetrías existentes en las finanzas y el comercio mundial, resultado de siglos de explotación y saqueo.

«Los países industrializados tienen el deber moral, la responsabilidad histórica y cuentan con los medios financieros y tecnológicos suficientes para ello», advirtió.

Rodríguez Parrilla también calificó al cambio climático como una amenaza a la supervivencia de la humanidad y al desarrollo sostenible de los pueblos, y alertó que «ni siquiera para los ricos habrá la prosperidad que se anuncia, sin detener el cambio climático», al tiempo que lamentó la decisión del Gobierno de EE. UU., el principal emisor histórico de gases de efecto invernadero, de retirar a su país del Acuerdo de París.

En ese contexto, Rodríguez Parrilla reiteró la solidaridad cubana con los pequeños países insulares en desarrollo, especialmente del Caribe y el Pacífico —los más afectados por el cambio climático—, para quienes reclamó un trato justo, especial y diferenciado.

En su discurso, el Ministro cubano del Exterior también enfatizó en la responsabilidad de todos de preservar la existencia del ser humano frente a la amenaza de las armas nucleares, y destacó como importante aporte al logro de ese objetivo la adopción y firma, en el marco de la Asamblea, del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, al cual, recordó, se opuso EE. UU.

Rodríguez Parrilla denunció la cada vez más recurrente imposición ilegal de medidas coercitivas unilaterales y el uso de herramientas financieras, judiciales, culturales y comunicacionales para la desestabilización de gobiernos y la negación del derecho de libre determinación a sus pueblos, junto al crecimiento de la militarización y el uso encubierto de las tecnologías de la información y de las comunicaciones para atacar a otros estados.

El Presidente estadounidense, denunció, manipula los conceptos de soberanía y seguridad en su exclusivo beneficio y en detrimento de todos, incluidos sus aliados, y advirtió que utilizar la amenaza militar y la fuerza para detener la tendencia mundial irreversible al multipolarismo y policentrismo provocará graves peligros para la paz y la seguridad internacionales.

El multilateralismo debe ser protegido y reforzado frente a los intereses imperialistas de dominación y hegemonía.

También rechazó la amenaza militar contra Venezuela, así como la orden ejecutiva que la califica como una amenaza a la seguridad nacional de EE. UU., y las sanciones unilaterales, injustas y arbitrarias aplicadas por este.

En otra parte de su discurso, Rodríguez Parrilla rechazó la amenaza de destruir la República Popular Democrática de Corea. La guerra, dijo, no es una opción en la península coreana, que amenazaría la existencia de cientos de millones de personas allí y en los países vecinos, y conduciría a una conflagración nuclear de consecuencias impredecibles, alertó. Solo a través del diálogo y las negociaciones se puede lograr una solución política duradera.

Sin condicionamientos

El Canciller también reiteró la voluntad de Cuba de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con EE. UU. sobre la base de la igualdad y el absoluto respeto a la soberanía y la independencia de la Isla, así como de proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el Gobierno estadounidense.

Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir,  respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos países y pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, enfatizó.

También dejó claro que el pueblo cubano no cesará en su reclamo por el levantamiento y total eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero de EE. UU., por lo cual presentará el próximo 1ro. de noviembre, ante la Asamblea General, una vez más, el proyecto de Resolución que reclama poner fin a esa política.

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