Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Trump, los aviones no vuelan y el efecto bumerang

Autor:

Juana Carrasco Martín

La insania y el acoso del magnate-presidente Donald Trump contra Cuba llegan a proporciones extremas. En su deseo de revertir todo lo logrado en materia de convivencia respetuosa que logró avances con la anterior administración, el mandatario se doblega a dictados de un enfermizo grupo de legisladores de su país y sempiternos perdedores que dicen ser de origen cubano. Durante este 2019 la maldad ha sido descomunal y es el pueblo cubano, la familia cubana, a uno y otro lado del estrecho de la Florida, la que sufre.

No es la industria turística la más afectada, aunque también lo está. Turistas pueden venir e ir desde cualquier lugar del mundo —bueno, no cualquiera puede hacer turismo hacia Cuba, los estadounidenses lo tienen prohibido por obra y gracia de las leyes del bloqueo.

No es lo que más duele, la intención expresa de impedir que aeronaves con la bandera cubana recorran libremente los cielos del mundo o surquen las aguas embarcaciones con el pabellón de la estrella solitaria, u obstaculizar el arrendamiento por las empresas cubanas.

No son las pérdidas de los pequeños emprendedores cuyos negocios han sido perturbados por las medidas restrictivas, las más notables. No es la aviesa impronta de impedir el desarrollo económico de una pequeña nación lo nuevo.

Es que el resentimiento, la ojeriza, el odio entronizado por quienes no entienden de vínculos afectivos, ni de derechos humanos, se ensaña con cada uno de los cubanos, los de a pie y los que tienen carro, agricultores, obreros, intelectuales, artesanos, médicos y enfermeras, los que estudian y aquellos que ni estudian, ni trabajan, los que militan y hasta los que adversan. Esa la verdad pura y dura.

Que ya no  habrá visas por cinco años, que para solicitar una «normal» deben viajar a un tercer país, pagar y luego esperar a que se les responda —no pocas veces con una negativa—, prolongando una incertidumbre, encareciendo monetaria y anímicamente un simple viaje para visitar a hijos, padres, abuelos.

Mutilados están con tanto obstáculos los que quieren emigrar por la reunificación familiar cuando están muy lejos de cumplirse aquellos acuerdos migratorios firmados el 14 de diciembre de 1984 que posibilitan la emigración legal de un mínimo de 20 000 personas anualmente y regula las condiciones para el otorgamiento de visas.

El absurdo se incrementa ahora cuando le han prohibido a las aerolíneas norteamericanas volar a las nueve terminales de aviación que estaban abiertas en varios puntos de la geografía cubana (Santa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, además de La Habana) desde 2016.

Ahora, solo La Habana será puerto de embarque y desembarque para los vuelos regulares. Si su destino era Baracoa, no le queda más remedio que emprender el viaje casi de un extremo a otro de la isla, porque llegaste a Cuba, pero no llegaste. Se ha encarecido tu estancia y ha disminuido el tiempo con tu familia, tus amigos, tu barrio…

Tu sufres, pero gentuza como el congresista republicano Mario Díaz-Balart brindó por esa decisión de suspender los vuelos, y las calificó de «medidas firmes y sin precedentes». De las entrañas que Martí tan bien conoció le salió la declaración al legislador: «Apoyo y felicito firmemente la dedicación del presidente Trump para revertir la equivocada política de apaciguamiento de la Administración anterior. Poner fin a estos vuelos y cortar otra fuente de ingresos al régimen es otro paso importante para apoyar al pueblo cubano, al evitar que los dólares estadounidenses enriquezcan a sus opresores».

Que tan diferente piensa la Alianza Martiana, que también en Miami declaraba tajantemente: « Ante la demencial y criminal escalada de medidas para intentar crear la asfixia económica del pueblo cubano por parte de la Administración de Trump y sus aliados de la extrema derecha cubano americana en la Florida, a la comunidad cubano americana en este estado sólo nos queda la opción de unir esfuerzos para hacer posible la derrota electoral de Donald Trump en el estado de la Florida en las próximas elecciones presidenciales».

Saben muy bien que los votos electorales del estado de la Florida, son esenciales para la reelección de Donald Trump, tanto que se atreven a decir que sin ellos le es imposible mantenerse en la Casa Blanca. De ocurrir eso en el 2020, a Trump y sus adláteres floridanos les saldría el tiro por la culata.

La declaración de la Alianza Martiana recuerda que en «las últimas tres elecciones presidenciales el electorado cubano en la Florida ha respaldado en un 50 por ciento, un poco más o poco menos, a los candidatos que abogan por una política de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, como la comenzada en 2014 por la Administración de Obama y el Gobierno cubano, con abrumador apoyo popular en Estados Unidos, Cuba y la comunidad cubano americana en este país».

La Alianza Martiana está integrada por organizaciones de la emigración cubana: la Brigada Antonio Maceo; la Alianza Martiana –como organización individual-; la Asociación Cultural José Martí; el Círculo Bolivariano de Miami, Negra Hipólita; y la Asociación de Mujeres; y les es vital, a cada una de las personas de sus membresías que no se rompan u obstaculicen los vínculos directos, físicos, con sus parientes en Cuba, como a los que viven en Cuba también les es necesario ese abrazo familiar, relaciones afectivas que para los cubanos y latinos en general son sagradas.

Las de Trump, como bien dice la Alianza, son «medidas que tanto daño le hace a su sosiego y a sus derechos humanos», refiriéndose a la sociedad cubana, «a nuestras familias en Cuba así como al resto del pueblo cubano». 

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