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ALBERTA, Canadá, junio 18.— China, que no pertenece al Grupo de los Siete ni fue invitada a la Cumbre del bloque celebrada aquí, denunció la injerencia en los asuntos internos de su país y dijo que el conglomerado estaba retornando a políticas de la guerra fría.
El pronunciamiento fue emitido por la Cancillería en Beijing luego de que el primer ministro canadiense y anfitrión, Mark Carney, emitiera una declaración en la que señaló que los líderes del grupo «trataron sus continuadas preocupaciones sobre las actividades “desestabilizadoras” de China en los mares del este y sur de China, así como la importancia de mantener la paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán». Ello fue considerado por el Gobierno de Xi Jinping como la promoción de una agenda de confrontación bajo un disfraz de preocupación internacional.
El portavoz del Ministerio de Exteriores, Guo Jiakun, denunció que el G7 «interfiere en los asuntos internos de China» y «viola las normas básicas de las relaciones internacionales», y anunció que Beijing ha presentado protestas oficiales contra los países implicados, exigiendo respeto a su soberanía.
La denuncia ha sido el trascendido más relevante de la reunión, después de la intempestiva partida del presidente Donald Trump sin dar razones, para poco después lanzar su irrespetuoso y peligroso ultimátum contra Irán y su líder, el ayatolá Alí Jamenei.
Posiblemente, fuera la esperada ausencia de una declaración final general la que provocara el comunicado canadiense con algunos de los pormenores de debates poco difundidos.
En cualquier caso, el consenso, según los reportes, afloró en el único comunicado que contó con la anuencia de Trump, donde los Siete expresan su respaldo a Israel tras sus feroces ataques a Irán, y responsabilizan a la nación persa por los acontecimientos que amenazan la paz mundial, y tienen en vilo a la comunidad internacional.
Antes de abandonar Canadá, lo que hizo poco antes de la llegada del presidente ucraniano, Volodomyr Zelenski, Trump firmó el comunicado suscrito por sus pares y donde se afirma que Teherán «nunca podrá tener un arma nuclear» y se pide una «desescalada de las hostilidades en Medio Oriente, incluyendo un alto el fuego en Gaza.
Sin embargo, la disparidad de criterios no permitió al G7 hallar consensos en asuntos como el conflicto Rusia-Ucrania, o los altos aranceles con que Estados Unidos sigue gravando a Europa.
