Es evidente que al no lograr el objetivo de la Operación León Ascendente, entró en acción Estados Unidos Autor: Middle East Monitor Publicado: 22/06/2025 | 08:38 pm
LA salvaje agresión militar ordenada por el presidente Donald Trump contra las instalaciones nucleares pacificas iraníes de Fordow, Isfahán y Natanz, la que bautizaron como «Operación Martillo de Medianoche», constituye una violación sin precedentes de la Carta de las Naciones Unidas, el derecho internacional, de la integridad y soberanía de una nación y trae consigo lo más elemental, las consecuencias extremadamente peligrosas al abrirle las puertas a una conflagración, cuando menos regional en el Medio Oriente, y hasta la posibilidad de ser la antesala de una III Guerra Mundial, donde las armas nucleares no están omitidas.
Si bien la Agencia Internacional de Energía Atómica propició un argumento justificativo a Israel para, sin provocación ni legalidad, atacar a Irán el 13 de junio, cuando su director Rafael Grossi dijo en un informe que Irán no estaba cooperando con la agencia como debía hacerlo y que estaba enriqueciendo uranio al 60%, que es prácticamente equivalente al grado militar, es decir, al 90% de uranio-235, nada de ello le hacía falta a los confabuladores Netanyahu-Trump para dar sus golpes largamente premeditados.
También Trump amarró otro cabo suelto en su gobierno al lograr que el viernes la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, acusara a los medios de tergiversar sus declaraciones del pasado marzo cuando dijo: «la comunidad de inteligencia continúa evaluando que Irán no está construyendo un arma nuclear y que el líder supremo iraní Jamenei no ha autorizado un programa de armas nucleares».
Ahora, una Gabbard marginada del debate sobre Irán en la Casa Blanca, alineó su punto de vista con el trumpismo al escribir lastimosamente en X: «Irán está a punto de producir un arma nuclear en cuestión de semanas o meses»…«El presidente Trump ha sido claro en que eso no puede suceder, y estoy de acuerdo».
Al mismo tiempo, la CIA, que consideraba que no existía la tal bomba nuclear iraní, rectificó y se puso como siempre junto al Mossad, para hacer la tarea.
Los hechos de ahora
Una semana de violentos bombardeos de Israel no detuvieron a Irán, ni lo doblegaron, fueron respondidos con igual poder balístico burlando la ponderada defensa de los Domos de Acero. Es evidente que al no lograr el objetivo de la Operación León Ascendente, entró en acción el actor principal del binomio.
Actuando con perfidia, el presidente Trump devolvió el aliento cuando el viernes dijo que daría dos semanas antes de decidir un golpe contra Irán, pero en la madrugada de sábado para domingo (21-22 de junio de 2025) desenmascaró el engaño y el Pentágono lanzó bombas antibunker desde sus B-2, y disparó numerosos misiles Tomahawk contra los sitios nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, en la Operación Martillo de Medianoche.
Se sumó de forma directa, aún sin la autorización oficial de su Congreso, un requerimiento constitucional que todos los presidentes de EE. UU. se han pasado por alto. Trump, que ya había celebrado los golpes israelíes, festejó los suyos.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dio detalles del ataque sorpresa. Otra vez la simulación manipuladora cuando reveló que la decisión de trasladar varios bombarderos B-2 desde su base en Misuri, el sábado por la mañana, tenía como objetivo despistar a los iraníes.
Emplearon otros métodos de engaño, desplegar cazas para proteger a los bombarderos B-2 que lanzaron 14 bombas antibúnkeres sobre la instalación nuclear más poderosa de Irán, y aseguró Hegseth que estas tácticas permitieron lanzar las bombas sin alertar a los aviones de combate iraníes ni a sus sistemas de misiles aéreos.
No podía esperarse otra respuesta de Teherán: Múltiples oleadas de misiles hipersónicos de la «Operación Promesa Verdadera 3» impactaron objetivos estratégicos, penetrando las defensas aéreas del régimen sionista, en ciudad de Haifa y la región de la Llanura Interior, también Jerusalén, Tel Aviv, Ness Ziona, Beer Yaakov, Ramle y Or Yehuda.
Una pregunta flota en el pesado ambiente de los prolegómenos de una posible catástrofe provocada por las ambiciones imperiales. ¿Quedará impune Estados Unidos?
El Pentágono lo tenía planificado
Entre lo mucho que se ha disertado y expuesto tras el primer golpe directo trumpiano, y lo que todavía falta por ocurrir, Ned Price, exportavoz del Departamento de Estado estadounidense, comentó esa estrategia de desinformación sistemática, el «engaño para adormecer a Irán» y desinformar deliberadamente a la opinión pública utilizando tácticas diplomáticas fraudulentas para ganar tiempo, mientras preparaba las acciones militares.
Basta con recordar algunos elementos desde que Trump llegó por segunda vez a la Casa Blanca, para advertir que su intención era terminar lo pretendido desde 2018 cuando socavó el acuerdo nuclear, arrasar con la nación islámica que se atrevió hace cuatro décadas a derrocar el régimen del Shah, entonces principal aliado de Washington en Oriente Medio.
En marzo pasado, el periodista Ken Klippenstein, publicó un enjundioso análisis de ese plan de guerra contra Irán.
Estaba incluido en «el menú de opciones del presidente Trump para lidiar con Teherán», según los documentos obtenidos por el periodista, de contratación del Pentágono y empresas obligadas al más estricto silencio, «una iniciativa única de planificación conjunta en marcha en Washington y Oriente Medio para perfeccionar la próxima generación de un conflicto regional a gran escala con Irán».
«Esta nueva iniciativa de planificación, a veces denominada proyecto SEED, abarca desde herramientas sutiles como el engaño militar hasta el uso, considerablemente menos sutil, de armas nucleares. Los planes son el resultado de una reevaluación de las capacidades militares de Irán, así como de un cambio fundamental en la forma en que Estados Unidos conduce la guerra», escribió en su publicación en internet.
Algunos puntos de ese análisis apuntan a que con los ataques estadounidenses contra los hutíes en Yemén, estaba explorando un enfoque mucho más agresivo y tras el exitoso asesinato del general iraní Qassim Suleimani en 2020, «Donald Trump parece haber aprendido la lección de que las acciones agresivas son relativamente gratuitas».
Otras lecciones asimiladas por el casablanquino incluye que para contrarrestar a Irán requería de la colaboración de las fuerzas armadas, la CIA, las agencias cibernéticas y espaciales, y los Departamentos del Tesoro y de Estado, porque «hoy en día, ninguna guerra se libra únicamente con el ejército».
En lo documentos, el CENTCOM, el comando regional del Pentágono responsable de Oriente Medio e Irán, tiene la tarea de crear un conjunto de planes que incorporen operaciones exclusivas de Estados Unidos, bilaterales y multilaterales con socios y aliados, y ahí están las actividades de EE. UU. contra el ISIS y su apoyo al genocidio que comete Israel en Gaza.
Esa guerra debía ser de naturaleza más multilateral, considerando todos los aspectos, desde el uso de bases y espacio aéreo aliados hasta la obtención de apoyo político para el combate, un plan que de acuerdo con los documentos citados incluye diversas contingencias y niveles de guerra, desde la «acción en crisis», es decir, la respuesta a eventos y ataques, hasta la planificación «deliberada», que se refiere a escenarios predefinidos derivados de crisis que se intensifican sin control.
Un documento advierte sobre la «clara posibilidad» de que la guerra «se intensifique más allá de la intención del Gobierno de Estados Unidos» y afecte al resto de la región, lo que exige un enfoque multifacético, afirman.
Detallados los diversos procedimientos a ejecutar, hago destaque apenas de uno, el Plan de Opción de Ataque Discreto, porque así inició el régimen de Netanyahu su provocación de la guerra, y actuó Estados Unidos en su intervención directa, preparado para «Conjuntos de Objetivos» específicos, como el liderazgo iraní o las capacidades nucleares».
El domingo 22 de junio en la mañana, el secretario de Defensa Pete Hegseth lo confirmó: «Este fue un plan que tomó meses y semanas de preparación y posicionamiento para estar listos cuando el presidente de Estados Unidos lo ordenara». «Requirió gran precisión, maniobras de distracción y el más alto nivel de seguridad operativa».
Sin embargo, si Estados Unidos preparó el golpe con tiempo, también Irán ha estado esperando el zarpazo. Y veremos el contragolpe. Cuándo, cómo, dónde, intensidad y objetivo verdadero forma parte de la discreción debida y la milenaria sabiduría de la nación persa, que también fue un imperio.