Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Mirar al virus con gafas diversas

Aunque hablemos de cifras totales, la misma realidad puede verse de maneras muy distintas según el grupo social

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Hace poco un experimento social les pedía a los usuarios de una red imaginar que todos formaban parte del grupo de riesgo de más de 80 años ante la COVID-19. Luego, les pedían hacer de cuentas que la amenaza mayor de la pandemia estaba sobre el sector infantil. El resultado eran expresiones de temor y alarma. Al final, el test sicológico revelaba que el propósito era buscar la mayor empatía para aquellos que corren el mayor peligro, y recordarlos cuando nos cansemos de cumplir las medidas orientadas.

Apenas unos días después de chocar con ese «juego» mental, llegaba la advertencia conjunta de la OMS y Onusida sobre la enorme posibilidad de que más de 500 000 personas que padecen de sida pierdan la vida en África, si por causas de movilidad e infraestructura se interrumpiera por varios meses la terapia antirretroviral. De más está decir, que ponerse en la piel de esas personas resulta en extremo conmovedor.

África nuestra

Lamentablemente no se trata de exageraciones. El impacto de cualquier fenómeno se lee de manera distinta según el grupo en que nos hallemos.

Los dos organismos de la ONU basan esta advertencia en el estudio de varios modelos de predicción, y han explicado que se puede llegar a ese escenario si se cerraran los servicios de lucha contra el VIH/sida, se interrumpiera las cadenas de suministro o los servicios de atención médica se vieran colapsados debido a la pandemia, algo muy probable en la situación africana actual.

Por eso vale la pena soltar un poco el egoísmo, y cruzar al menos mentalmente los muros que nos separan, para pensar en aquellos que son en realidad más vulnerables: ancianos, pobres y sí, seropositivos.

En África subsahariana, tan solo en 2018 unos 25,7 millones de personas vivían con VIH y 16,4 millones se sometían a terapia antirretroviral.

Allí se concentran los mayores índices de afectados por el virus VIH y por la enfermedad del sida. De los 37,9 millones de personas con VIH que hay en el mundo, según cifras de 2019 de Onusida, cerca del 70 por ciento viven en África (lo que representa 25,6 millones).

Como consecuencia, las tasas de mortalidad en África son las más altas del planeta. De las 770 000 muertes relacionadas con el sida que se produjeron en 2018 en todo el mundo, 470 000 fueron en esa región, y apenas a inicios del pasado año las máximas autoridades sanitarias pedían una respuesta más eficaz para tratar a los niños y adolescentes con ese virus. Todas estas razones ponen en la mira a los seropositivos africanos como acaso el grupo más vulnerable dentro del mapa demográfico de esta pandemia.

Niños: el cuidado mayor

Pero aún más riesgo, dentro de ese mismo grupo, sufren los bebés de madres seropositivas de ese continente. Según el estudio de la OMS y Onusida, la reducción de servicios para madres e hijos podría hacer que las nuevas infecciones infantiles por VIH aumenten un 37 por ciento en Mozambique, un 78 por ciento en Malaui y Zimbabue, y un 104 por ciento en Uganda, pronósticos que solo la rápida acción de los Gobiernos puede anular, proveyendo de la terapia antirretroviral a cada madre seropositiva.

La otra noticia reciente sobre grupos infantiles y el virus llegó también de la OMS, cuando advirtió sobre la necesidad de que todos los médicos del mundo trabajen urgentemente con las autoridades nacionales para caracterizar el síndrome clínico que se está presentando en algunos niños en Europa y América de Norte, y que podría tener un vínculo con el coronavirus.

Consiste en una afección inflamatoria multisistémica con características similares a la enfermedad de Kawasaki y el síndrome de shock tóxico, y los informes iniciales suponen que puede estar relacionado con la COVID-19.

«Es fundamental caracterizar de manera urgente y cuidadosa este síndrome clínico», subrayó el director de la OMS, Tedros Adhanom, al señalar que lo más urgente es tener todos los rasgos y una información más completa.

La doctora Maria Vankherhove, a su vez, explicó que debido a la poca recopilación de datos al respecto, aún no es definitivo afirmar un vínculo real de este síndrome con el coronavirus, por lo que llaman a los médicos a ser más vigilantes y a los ciudadanos a no ceder ante el pánico, sino a la prevención.

«Algunos niños han dado positivo para la COVID-19 y otros no, entonces realmente no podemos confirmar si está asociado o no. Es por ello que necesitamos recolectar información estandarizada, se trata de un síndrome que es raro que ocurra, pero cada vez más recibimos informes al respecto», apuntó.

Mientras países europeos han iniciado la «desescalada», quedan muchas regiones en riesgo. Foto: La Marca

Los invisibles

Si bien es cierto que hay sectores más golpeados como los pobres, los ancianos o los inmunodeprimidos, también hay otro grupo demográfico en la mira de los investigadores por estos tiempos, pero no por su vulnerabilidad, sino por todo lo contrario: el riesgo que representan para el resto. Se trata de los asintomáticos.

Con esa visión, se anuncia ahora un nuevo test capaz de revelar los marcadores inmunológicos que indican si una persona estuvo expuesta a una infección y cuándo sucedió, aun si ya se encuentra sano.

La prueba, inicialmente diseñada para rastrear las infecciones de malaria (paludismo) en comunidades, ahora está siendo adaptada para casos asintomáticos a la COVID-19. O sea, para hacer visible lo invisible.

El trabajo de investigación y desarrollo lo ha dirigido científicos del Instituto Walter y Eliza Hall de Investigación Médica en Australia, el Instituto Pasteur en Francia y la Universidad de Ehime en Japón, y podría ser especialmente beneficioso para destinar los recursos hacia donde más se necesiten dentro de una comunidad.

Con tales noticias de las fuentes más confiables, podríamos tener un cuadro un poco más realista sobre cómo se va moviendo el tema del virus actual: de un lado, la lucha médica por visibilizar a los grupos de mayor riesgo y extremar vigilancia sobre ellos, y de otro, la velocidad investigativa para hallar métodos cada vez más eficaces en ese intento.

Ahora que se ha anunciado que probablemente este virus nos acompañe de manera endémica, estar atentos a cada nueva advertencia de las entidades más oficiales se impone para hacerles la guerra al pesimismo y la desinformación.

También, por supuesto, para recordar que aun cuando los números locales mejoran, es necesario insistir en medidas preventivas, porque las noticias no son iguales para cada sector, y hay que tener presentes a aquellos cuya vida está más en juego, y que igualmente son parte de esta humanidad.

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