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Frutas libres de bichos

El Instituto de Investigaciones de Fruticultura Tropical desarrolla una importante labor de detección, diagnóstico y control de las enfermedades y plagas que afectan a los cítricos y otros frutales en el país

Autor:

Dora Pérez

La piña, reina de nuestras frutas, es un cultivo que gracias a una adecuada estrategia ha logrado extenderse por todo el país. Ello fue posible, en gran parte, debido al trabajo realizado por el Laboratorio de Fitopatología del Instituto de Investigaciones de Fruticultura Tropical (IIFT), cuya misión es diagnosticar las enfermedades que dañan a cítricos y frutales, identificar el patógeno y recomendar las medidas que se deben tomar.

«En el último año —explicó a JR Pedro Luis Ramos, Doctor en Ciencias Biológicas— hemos avanzado en los estudios de las virosis que pueden estar causando enfermedades a la piña. Ya sabemos que existen dos virus que no estaban descritos en el país; lo que aún desconocemos es la relación entre su presencia y un determinado síntoma en la planta.

«A partir de ese descubrimiento tratamos de estimular el fomento de áreas que puedan generar semillas libres de virus, o al menos en su mejor condición fitosanitaria. Y si por razones económicas no podemos llevar un diagnóstico preciso a todas las áreas del cultivo, al menos logramos que las plantas que se emplean para sembrar nuevos campos, salgan de un área libre de virus.

«Pero la piña no es nuestro único interés. Hemos avanzado notablemente en la identificación y el reconocimiento de las enfermedades más frecuentes en la fruta bomba, así como en la caracterización de ciertos tipos de hongos que afectan frutales como el aguacate, y de las bacterias que pueden causar daños a los cítricos».

El IIFT cuenta con la capacidad técnica del Grupo Empresarial Frutícola del Ministerio de la Agricultura. Ante cualquier dificultad en un campo, sus especialistas acuden, recogen la muestra, dictaminan y proponen una solución. El centro ha diseñado un esquema de servicios, con el cual periódicamente realizan inspecciones a todos sus viveros.

La Doctora en Ciencias Agrícolas Lochy Batista Le Riverend, quien se ha especializado en la epidemiología de las enfermedades que afectan a los frutales, recuerda cuando en 2007 Cuba informó de la presencia del temido Huanglongbing (HLB), causante de la pérdida de miles de plantaciones de cítricos en el mundo.

«Fue difícil su detección —dijo—, ya que la enfermedad tiene síntomas característicos no específicos, amén de que era nueva, pues se conoció en este hemisferio en el año 2004.

«Lo primero fue determinar la presencia de plantas con síntomas y comenzar a eliminarlas. Orientamos también aplicar aceites y productos químicos para el control de los insectos vectores que transmiten la enfermedad. Y lo más importante, garantizar la siembra de material sano».

Para Raiza Llauger, directora del Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical, el HLB o enfermedad de los brotes amarillos, como también se le conoce, es una de las más difíciles que enfrenta la citricultura mundial.

«Aunque se reportó en Cuba en 2007, hay que decir que desde el año 1995 el país comenzó una preparación técnica en nuestro centro para enfrentar el diagnóstico y manejo de la enfermedad, así como capacitar a todo el personal involucrado en la actividad citrícola.

«A Brasil, por ejemplo, uno de los principales productores de jugo de cítrico del mundo, el HLB llegó en el año 2004. Hasta allá fuimos a intercambiar experiencias, a conocer sus resultados en el enfrentamiento. Y es que no sirve que un país la controle o la maneje; debe ser la región, pues la enfermedad se disemina a partir de un insecto vector y puede complicar la situación fitosanitaria del área.

«Además, Cuba también pertenece a la Red Interamericana de Cítricos, que favorece el intercambio y la capacitación de especialistas».

—Ahora en la región hay otra enfermedad viral llamada leprosis. ¿Cómo nos estamos preparando para enfrentarla?

—La leprosis llegó a Brasil y ha ido subiendo por Centroamérica hasta México. La estamos esperando. El Instituto ya posee un programa de preparación, el personal capacitado, tanto en el insecto vector, un ácaro, como en el diagnóstico de la enfermedad y en el programa de manejo integral.

«Por la importancia que revisten las enfermedades de la citricultura, se viene desarrollando desde hace más de tres décadas un programa de capacitación y formación de especialistas y técnicos para enfrentar todas aquellas afecciones que podrían dañarnos».

—¿Cómo llega esto al productor?

—Como el IIFT pertenece al Grupo Empresarial Frutícola del Ministerio de la Agricultura, les brindamos todas las nuevas tecnologías a sus empresas, además de hacer todo el trabajo de extensionismo.

«Para ello hemos elaborado diferentes materiales divulgativos. Pero nuestro centro no solo ofrece servicios a esas empresas sino a todas las entidades que lo requieran. Nuestra misión fundamental es capacitar a la base productiva y al productor en el reconocimiento de las enfermedades de la citricultura».

Las plagas también cogen lo suyo

El manejo integrado de plagas, práctica recomendada por especialistas y productores en todo el mundo por su eficacia y economía, ha encontrado en los expertos del IIFT a fervientes defensores.

Durante muchísimos años la institución ha fomentado esta práctica como una vía de proteger la fruticultura cubana, además de promover la necesidad de ser austeros en la aplicación de insumos agrícolas como pesticidas y agroquímicos.

Según explicó la Doctora en Ciencias Agrícolas Caridad González, del grupo de Ecología y manejo de plagas, dentro de ese programa se realizan estudios de los productos químicos, los cuales se emplean cuando es imprescindible o de manera que dañen menos al ambiente.

«Nuestro trabajo —reveló— está dirigido a los insectos, los ácaros e incluso los nemátodos. Eso nos ha llevado a realizar una prospección de los recursos naturales con que cuenta el país, para incluirlos en el programa de manejo.

«Las investigaciones abarcan no solo las plagas, sino también sus enemigos naturales. Realizamos estudios de biología, de comportamiento y se elaboran las metodologías para monitorear y determinar en qué fase están las poblaciones de esas plagas. Con esos elementos y el inventario de enemigos naturales, confeccionamos el manejo.

«También estudiamos el conjunto de plaguicidas químicos autorizados en la fruticultura cubana, su incidencia no solo contra la plaga, sino contra los controles biológicos. Entonces recomendamos la práctica de un producto que no afecte y que sea efectivo contra la plaga. Eso nos permite una acción combinada entre ambos.

«Siempre que a Cuba arriba una plaga nueva, se parte de cero y se comienzan a hacer las pesquisas. Los resultados se llevan directamente a las distintas empresas y a los productores. La entidad trabaja la capacitación, la asesoría y los servicios.

«Constantemente vamos a las áreas a retroalimentarnos de los problemas que existen, y estimulamos el manejo adecuado. Es un trabajo bastante complejo».

El Doctor en Ciencias Agrícolas Reinaldo Cabrera recuerda cuando en los años 80 del pasado siglo se hacía uso de 10 y 12 aplicaciones de plaguicidas químicos en la citricultura.

«Hoy, gracias al inventario de los recursos naturales que poseemos, se hacen dos o tres aplicaciones a lo sumo. Recientemente terminamos el registro y catálogo de los enemigos naturales de cultivos como el mango, la guayaba y el aguacate. Pero no nos limitamos a eso, sino a cómo producir esos enemigos. Lo importante es su preservación ecológica en el campo; eso nos ha dado buenos resultados».

Para Cabrera, el IIFT posee grandes fortalezas. La primera está relacionada con los medios de aplicación. «No basta —dijo— un buen producto químico, poco dañino al hombre y al ambiente y eficaz contra la plaga, si no se conoce científicamente cuándo usarlo. Y el Instituto ha determinado los momentos de aplicación de cada artículo.

«El segundo elemento es la conservación de los recursos naturales fuera del campo. Contamos con los métodos más avanzados para el mantenimiento de esos hongos, entomopatógenos y ácaros en nuestros laboratorios.

«Por último, incluimos personal del Grupo Empresarial Frutícola y sus empresas en nuestras investigaciones y así el intercambio de criterios es directo. Todas las indagaciones que se realizan a nivel de laboratorio se validan en las bases productivas. Una vez que se aprueban, productores y empresarios toman conciencia de que efectivamente esa es la estrategia que se debe seguir, pues la vieron en su propio contexto».

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