Cada segundo millones de microorganismos habitan y «fundan» sus propias comunidades en el cuerpo humano. A este conjunto de bacterias, virus, hongos y protozoos que habitan dentro y sobre la superficie del organismo se le denomina la microbioma humana. Pero, ¿cómo actúan y benefician estos minúsculos «habitantes»?
Estudios recientes revelan que estos microorganismos son necesarios ya sea en la digestión de vegetales, al no contar con determinadas enzimas, como en los procesos metabólicos, además de contribuir a la consolidación de nuestro sistema inmune y hasta influir en nuestros estados de ánimo.
Se estima que en nuestro organismo existen diez veces más células de microbios que células humanas propias. El genoma humano tiene entre 20 000 y 25 000 genes, mientras que la microbioma con la que cargamos alcanza unos ocho millones de genes, cientos de veces más.
Los microbios que habitan el aparato digestivo (un 99 por ciento de los que hay en nuestro cuerpo) pesan todos juntos alrededor de 1,3 kilogramos, lo mismo que un cerebro humano promedio.
A pesar de tener un papel tan significativo, el componente microbiano del cuerpo humano apenas pudo comenzar a desentrañarse a partir del año 2000, con el abaratamiento y el mayor acceso a las tecnologías de secuenciación de ADN.
Y hasta el momento se trata de un campo de investigación muy joven, que se encuentra en una etapa más bien descriptiva. De hecho, los científicos concuerdan en que la vida urbana, la alimentación, el uso de antibióticos e inclusive las cesáreas innecesarias parece haber contribuido a un empobrecimiento de la comunidad microbiana en nuestros cuerpos, y que esto está vinculado a ciertas dolencias, como la enfermedad celíaca, el asma o la obesidad.
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