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La libertad humana no viene por la canalita

¿Cuándo podrán las lesbianas acceder a la reproducción asistida o ejercer la maternidad sin que su orientación erótica genere conflictos con el padre de la criatura? ¿Pueden compartir la licencia de maternidad?

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Susana Gómes Bugallo

La búsqueda de la libertad humana nunca puede ser completa sin libertad para las mujeres, Betty Ford

«Tengo dos madres maravillosas». Así rezaba el cartel que llevaba una niña por La Rampa habanera durante la Jornada cubana contra la homofobia en 2013. La polémica llegó a las redes sociales y desde entonces se han suscitado centenares de preguntas… y muy pocas respuestas.

¿Cuándo podrán las lesbianas acceder a la reproducción asistida o ejercer la maternidad sin que su orientación erótica genere conflictos con el padre de la criatura? ¿Pueden compartir la licencia de maternidad? ¿Por qué aún se cree que las hijas las «imitarán», cuando la abrumadora mayoría de las personas homosexuales provienen de hogares heterosexuales, de formación machista y homofóbica?    

Al decir de la Doctora Rosa Campoalegre, la visión sobre la familia como institución sigue siendo muy tradicionalista, aunque ya no se corresponda con una realidad diversa en estructuras y modos de funcionar, y eso frena el diseño de políticas públicas más integrales y desprejuiciadas.

Esta experta del Centro de Investigaciones Sicológicas y Sociológicas sabe que muchas mujeres se ven en la disyuntiva de ocultar su estatus para no perder la armonía familiar o asumirlo como proyecto de vida y enfrentar el descrédito en el ámbito social y familiar. 

En especial hay poca comprensión de la expareja masculina. Las reacciones pueden ir desde renegar de los derechos y deberes paternos hasta exigir la custodia y guarda total, argumentando que el nuevo «ambiente» resulta dañino. 

«Esa es una injusticia no compatible con nuestro proyecto revolucionario y su vocación para eliminar brechas de desigualdad», insiste la Doctora Mariela Castro, directora del Centro de Educación Sexual (Cenesex). «La ignorancia y los prejuicios no deben servir para justificar acciones de discriminación», puntualizó. 

La ley o la vida

La mayoría de esas mujeres no reclaman protección legal ante los actos lesivos a su dignidad o los derechos de su prole porque les da vergüenza o desconocen cómo hacerlo. Por ejemplo, si la madre biológica se ausenta del país o fallece, debe quedar claro quién asume la custodia del menor, y en caso de ruptura de la relación, cómo proteger los derechos patrimoniales.

Más allá de atavismos machistas, hay serias preocupaciones en cuanto a la cobertura legal para las diversas configuraciones de familia que proliferan en el país. Manuel Vázquez Seijido, fundador de los Servicios de Orientación Jurídica del Cenesex y subdirector de ese centro, afirma que hay propuestas para actualizar las leyes con una mirada menos discriminatoria, velando sobre todo por los intereses del menor.

Responsabilidad y respeto

Una de las mayores dudas reside en los efectos que puede tener sobre el desarrollo sicológico convivir con una pareja no convencional. Al respecto, la Doctora Mariela Castro enfatiza: «Ser madre o padre no es un don de la naturaleza, hay que aprender a serlo en cada sociedad. Parejas del mismo sexo han demostrado que pueden hacerlo bien y buscar ayuda para asumir esa responsabilidad, del mismo modo que parejas heterosexuales piden orientación porque temen fallar».  

Así lo ha visto la sicóloga Roxanne Castellanos en su consulta del Centro de Orientación y Atención Psicológica Alfonso Bernal del Riesgo: «Esas uniones pueden ser tan funcionales como una familia nuclear típica. Las secuelas emocionales que impactan la autoestima se dan a partir de que la personita toma conciencia de lo diferente en su vida y le preocupa ser blanco de críticas».

El antídoto —insiste Mariela Castro— es cultivar la comunicación al interior de la familia y exigir que en los otros espacios socializadores, como la escuela, la familia extendida o el barrio, le ayuden a crecer sin humillaciones ni violencia, y sin privarlos de sus derechos y oportunidades.

Es absurdo creer que acabará adoptando el modelo erótico de sus madres. Los comportamientos se aprenden por imitación, pero no importa tanto la orientación como la conducta cotidiana. Un ejemplo adecuado de amor y respeto mutuo ayuda a construir una sana identidad sicosexual, centrada en el goce responsable del cuerpo y el ejercicio de los derechos sexuales, más que con la orientación del deseo.

Si el hijo es varón, se pueden facilitar modelos masculinos fuera del hogar, igual que cuando falta la figura paterna por viudez, abandono o divorcio. Además, la orientación sexual es un proceso que no termina de madurar hasta la adolescencia tardía o la juventud y ya para entonces hay otros patrones a la hora de conformar el gusto erótico: las amistades, el profesorado, los artistas, los deportistas...

Si el hogar funciona bien no se necesita apoyo sicológico externo, porque será un espacio de contención y desarrollo donde siempre encuentren amor, confianza y amparo material, coinciden las entrevistadas.

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