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Mi hijo, menor de edad, ve pornografía

El consumo de pornografía por adolescentes no es un fenómeno nuevo, aunque es cierto que a nivel global la exposición a esta tomó niveles inusitados

Autor:

Mariela Rodríguez Méndez

T.M.: Mi hijo tiene 13 años y recientemente lo sorprendí viendo pornografía en su celular. Dice que muchos de sus amigos lo hacen y no pasa nada. Yo me pregunto qué debo hacer como madre.

Lo más importante en este caso es aprovechar la oportunidad para conversar con su hijo sobre su relación con aquello que consume en ese celular. Puede ser una ocasión privilegiada para hablar de amor, erotismo, pareja, etcétera. En el proceso de conformación del lazo erótico, cada quien va creando las caricias, posiciones y cadencias de su amor, que no siempre coinciden con las imágenes vistas.

La pornografía para muchos devela el «misterio» de las relaciones sexuales, estimula prácticas autoeróticas y a veces es un tema de conversación con otros. Como producto comercial de entretenimiento, suele sugerir que todo encuentro entre dos cuerpos lleva a una respuesta sexual exitosa. Suelen quedar de lado en estos productos, el valor de la complicidad subjetiva necesaria para que esos cuerpos se aviven. Asimismo, poco se dice de los zigzags de las relaciones hasta llegar a acoplarse.

El consumo de pornografía por adolescentes no es un fenómeno nuevo, aunque es cierto que a nivel global la exposición a esta tomó niveles inusitados. A pesar de todas los cuestionamientos y prohibiciones, ha persistido porque cumple una función para quienes optan por ella.

El riesgo está en tomar ese producto creativo como la última verdad del erotismo. Sería ingenuo ir a un encuentro, tratando de repetir una escena, en lugar de escenificar los latidos del deseo, siempre singular.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica

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