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Permuta fatal

Los mecanismos oficiales que, como nudos gordianos, impidan hacer justicia con las personas, tienen que ser cambiados por inoperantes, para que campesinos como Octavio Luis Rojas no sufran lo que hoy él está enfrentando por la maraña burocrática que atrapa a cualquiera cuando menos lo imagina.

Octavio Luis escribe desde la finca El Pato, de su propiedad, en Vueltas, en el municipio villaclareño de Camajuaní. Y como tal, aclara que dicha área se encuentra asentada en el Registro de Tenencia de Tierra municipal.

El agricultor llegó hasta allí, porque el Estado tenía interés en hacer una ceba de toros en los predios de su anterior propiedad, y él accedió a hacer la permuta. Pero la finca que Octavio Luis entregó poseía una vivienda, la cual quedó en propiedad del Estado.

Por ello, él se dispuso a construir en El Pato una casa para vivir y cuidar las plantaciones y los animales. Y allí comenzó el laberinto de obstáculos.

Se personó en la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) de Camajuaní, con el fin de solicitar autorización para construir. Y la sorpresa fue que, aun cuando esta entidad tiene la mejor disposición para facilitarlo, se le hace imposible al campesino: «La UMIV no le puede pagar el trabajo —la misiva no precisa cuál— a la Dirección de Planificación Física (DPF) por ser yo propietario de tierra, y la UMIV no tiene fondos ni forma para pagar. Y la DPF no puede cobrarle directamente a un particular».

Se valoró la posibilidad de que, como Octavio Luis pertenece a una cooperativa de crédito y servicios (CCS), esta pudiera asumir el pago. Pero tampoco es posible, señala, porque entonces conllevaría a que la vivienda fuera medio básico de la CCS.

Octavio Luis recuerda que es política actual de la Revolución darles facilidades a los campesinos para que construyan sus casas en las fincas de sus propiedades, «todo lo cual no se corresponde con las disímiles trabas existentes al respecto en nuestro país».

Ese hombre entregó una vivienda. ¿Cómo se va a trabar su caso por los nudos burocráticos?

Ascensor para el cadalso

No, no es la homónima película francesa de 1958, protagonizada por la gran Jeanne Moreau, sino la historia fatídica de un ascensor nuevo, instalado por la empresa Unisa en el edificio de 20 de Mayo No. 428, entre Pedroso y Amenidad, en el llamado Edificio de Industriales, frente al Estadio Latinoamericano, en la capital.

La denuncia la hace Jorge Luis Pérez, vecino de ese inmueble, quien cuenta que, gracias al convenio realizado con Rusia para adquirir elevadores con vistas a aliviar la situación de los edificios altos de la capital, al llamado «Industriales» le renovaron los ascensores hace solo tres años. Y ya hay uno fuera de servicio por «el cable del gobernador».

Según los especialistas de Unisa, entidad encargada del mantenimiento de esos equipos, ellos no cuentan con el correspondiente cable para su reposición, el cual requiere de sus especificaciones.

Jorge Luis cuestiona:

«¿Cómo es posible que equipos nuevos tengan semejante problema? ¿Acaso no se realizó el debido contrato de piezas de repuesto? ¿O simplemente hubo deficiencias en el montaje que provocaron el deterioro del cable?

«La respuesta de las entidades es sencilla: no hay cable en el país. Eso ha provocado que el otro ascensor esté trabajando ininterrumpidamente, quedando personal trabado hasta más de tres veces al día. ¿Cuánto más durará el segundo ascensor? Decididamente los ciudadanos son los que sufren las deficiencias de otros».

Cariñoterapia

Yandry Alfonso Chang (Carretera de Sagua, Km 3 ½, Santa Clara) quiere reconocer la devoción, el cariño y el respeto con que fue atendida su mamá en el servicio de Ontología del Hospital Celestino Hernández, de esa ciudad.

«Lo he podido palpar desde el primer día que mi mamá necesitó de esos servicios, en septiembre de 2010, hasta hoy; y a diario en la consulta, en cada sesión de quimioterapia. Solo he visto la realización de un trabajo exquisito con todos los pacientes. Quiero agradecer de todo corazón los esfuerzos de todos, en especial de la doctora Ana de la Torre Valdés y del personal paramédico que la secunda».

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