Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sin consumir… gentilezas

Miguel Bu (Maloja 453, apto. 17, entre San Carlos y Belascoaín, Centro Habana, La Habana) paseaba el domingo 31 de marzo por la calle Zulueta, de la capital, cuando, atraído por la leyenda del famoso y recuperado Sloopy Joe’s Bar, intentó entrar solo para admirar su belleza y los testimonios gráficos de tantas celebridades que allí brindaron por mejor vida.

Cuando traspasó el umbral, un empleado le interpeló, preguntándole qué deseaba. El anciano de 80 años le respondió que solo quería ver el lugar. Y el del bar le dijo: Es solo para clientes.

Miguel insistió: ¿No puedo verlo? La respuesta fue: Si le dejo entrar, me regañan. El anciano no quiso discutir y se fue  dudando si era cierta la disposición, y si en algún reglamento aparece la prohibición a un cubano de entrar en un sitio público de este país, aunque sea para recrearse la vista, y luego largarse.

«Esta no es la Cuba que quiere Díaz- Canel. Salí de allí con la presión alta, pues no podía creer que en mi propia tierra me sucediera esto. Yo no quiero que me visiten y me digan que ese empleado es nuevo, solo aspiro a que otro cubano de a pie no pase por ese agravio», afirma Miguel.

Algo similar le sucedió a Elizabeth del Carmen Díaz Donikian (3ra. A, no. 17 203, entre 172 y 174, reparto Flores, Playa, La Habana), cuando el pasado 13 de enero, día de su cumpleaños, se dio el regalo de caminar por La Habana Vieja.

Caminando por el bulevar de Obispo, se compró unos dulces en la dulcería San José, y se sentó en las mesitas exteriores de una taberna contigua, donde venden alimentos dentro del salón y para quienes deseen afuera. Debajo de una sombrilla se sentó a degustar los dulces apaciblemente y descansar un momento del calor y el cansancio.

Apareció un empleado de guayabera, y le dijo: ¿Usted va a consumir? Ella le dijo que no. Y él le respondió que no podía estar sentada allí, que, por favor, se fuera.

«El mordisco se me atragantó, afirma. Recogí el paquete y lo llamé. Le dije que esa no era forma de tratar a las personas, que él no sabía vender; que podría haberme “enamorado” con otras palabras, y a lo mejor le compraba un café.

«Tuvimos algunas palabras. Le dije que tenía que tener tacto y sicología, ya que él era un dependiente, y no buscar solo lo material, o el signo de dinero que muchos tienen actualmente. El fin fue que salí tan decepcionada que juré que no iba a pasar más por esa calle. Sé que en muchos países no tienes derecho a nada si no consumes, pero el asunto es la forma en que nos tratamos, como si fuéramos perros y el que sirviera fuera el turista», concluye Elizabeth.

Sugerencia para el turismo y denuncia de comunales

Raúl José Pérez Mesa (calle N no. 210, apto. 4, entre 19 y 21, Vedado, La Habana) es nacido y criado en la capital, pero siente mucho por la hermosa ciudad de Cienfuegos, que cumplió ayer 200 años, sitio originario de sus padres.

Él sugiere que, dado que la ciudad fue fundada por colonos franceses, y tiene una influencia gala como ninguna otra en Cuba, podrían desarrollarse muchas iniciativas para atraer visitantes de esa nación europea, y que se desarrollaran paquetes turísticos en tal sentido, con vuelos directos desde ese país al aeropuerto de la Perla del Sur.

Y Roberto Vallina Álvarez describe una escena vergonzosa que no aparece en la publicidad y el marketing de Cuba, pero lamentablemente es de las fealdades que sufrimos los cubanos, los visitantes de todos los días en nuestra querida Patria.

Afirma que ¡hace más de un mes! no se recoge la basura  en Ciudamar, municipio capitalino de San Miguel del Padrón, específicamente en la calle 13 entre 4 y 6, en 9na. y 4ta. y 6 y 9na., donde se desbordan los vertederos sin control, que pueden generar epidemias.

Sin embargo, refiere, a diario recogen la basura en las calzadas de San Miguel y de Güines.

 

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