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Alertas desde abajo

Una cosa son los nobles propósitos de las medidas que se adoptan para el comercio en tiempos del nuevo coronavirus, y otra son las libérrimas maneras en que se aplican en cada lugar. Por eso, humildemente, esta sección alerta para que se conozca qué sucede allá abajo.

Aminael Rodríguez Castillo (O‘Reilly No. 360, entre Habana y Compostela, La Habana Vieja, La Habana) cuenta que para comprar algunos alimentos, llegó cerca de las 8:00 a.m. a la tienda El Bodegón de 16, en calle 16 esquina a 5ta. Avenida, en Miramar. Y marcó ilusionado en la cola, pues allí por regla general reciben bastante abastecimiento, comparado con otros del entorno.

Antes de abrir, refiere, la agente de la Policía Nacional Revolucionaria que controlaba la cola informó que no había productos cárnicos de ningún tipo ni de aseo personal. Y cuando abrieron, a las 9:00 a.m. entró. En las neveras solo había mantequilla, y en los estantes leche condensada, colonia y algún que otro producto más.

Aminael hizo su compra y se retiró. A las dos o tres horas, supo por otros clientes que tenían turnos mucho después, que habían sacado puré de tomate, detergente, jamón y aceite. Todos, del almacén de la tienda, excepto el aceite que justo había llegado esa mañana.

«Por supuesto, afirma, como ya había consumido mi turno de compra, no pude adquirir ninguno de estos productos. ¿Es que los responsables del abastecimiento de los estantes no tienen conciencia de lo que está sucediendo y no se dan cuenta de que nadie puede hacer una cola de dos o tres horas más de una vez al día?

«¿Cómo es posible que abran al público con los estantes desabastecidos y con los productos en el almacén, para ir sacándolos a su antojo durante el transcurso del día, y que las personas como yo, que trabajo todos los días y tenemos que, necesariamente, dedicar un tiempo de nuestra labor para hacer las colas, no podamos adquirir productos de primera necesidad estando estos en el almacén de la tienda?

«Otra queja que, por fortuna para mí y por mi insistencia, se resolvió, fue el tema del pago de los productos. Al momento de pagar por el POS, la primera reacción de la cajera fue decirme que este tenía problemas. Y hasta se molestó, por mi insistencia de que pasara la tarjeta. Conclusión: el POS no tenía problema alguno.

«Incluso, el otro cajero salió y anunció a todo volumen a los clientes de la cola que el POS no servía. Cuando salí  informé a la cola que sí podían hacer sus pagos por el POS», concluye Aminael.

Y José Luis Quiroga Soto (Esperanza No. 111, entre San Anselmo y San Gabriel, Cerro, La Habana), cuenta que el sábado 9 de mayo, en la tienda Meridiano, de 17 y 26, en el municipio de Plaza, de dos POS que dicen tener, uno estaba roto y otro sin conexión. Y de tres cajas contadoras, funcionaba una, y eventualmente las otras dos.

«Ahora con la pandemia cobra mayor importancia el pago electrónico y que todas las cajas funcionen», termina José Luis.

¿Y el módulo para encamados?

Magali Macías Verdún (calle 162, No. 8116, entre 81 y 83, La Lisa, La Habana) es, con 68 años e impedida física, cuidadora de su madre, de 92 años y con demencia senil, quien está encamada hace dos años.

Y entre tantas prioridades que se han establecido por el nuevo coronavirus para los más vulnerables, Magali no puede entender que en abril no se haya entregado el módulo correspondiente a las personas encamadas, el cual contiene jabones de lavar. El problema más serio es que ese tipo de jabón es imposible ahora adquirirlo en el comercio minorista.

«Yo he contactado por teléfono —porque no puedo salir de mi casa— con los funcionarios de Seguridad Social, Comercio Interior y el gobierno de mi municipio. Y ninguno me da una respuesta en concreto. Solo me dan otro número de teléfono para que continúe averiguando, refiere.

«La higiene de una persona encamada es la mayor protección que tiene para su vida. Y no puede esperar a que pase la pandemia. ¿Qué solución se dará a casos tan urgentes como el nuestro?», concluye Magali.

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