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Estudian el caso, pero no dan respuesta

Ya en primera fase de la recuperación pos-COVID-19, salvo La Habana y Matanzas, deben atenderse casos pendientes, como el de María Yudizan Pérez Soto, cuya casa en el batey Carolina, del municipio villaclareño de Camajuaní, fue derrumbada por el huracán Ike en 2008.

 Cuenta ella que, con su madre y sus hijos agregados en casas ajenas, la alojaron a ella en el círculo social de Carolina. Sin condiciones idóneas, pero fue la urgencia. Por más gestión que hizo para salir de allí, no lo logró. Y el huracán Irma en 2017 le agrietó paredes y arrancó el techo al círculo. Le dejó cuatro canelones, que con dificultad hoy apenas protegen sus escasas pertenencias.

 Gestionó para reparar, y le dijeron que era medio básico del Estado, no vivienda. Fue al Gobierno provincial en Santa Clara. La atendió un vicepresidente junto a otros cuadros. Sugirieron el otorgamiento de un subsidio por el Gobierno de Camajuaní, el cual hasta ahora no lo ha dado.

 «Me dicen que si reúno los requisitos darán respuesta en el futuro, plantea. Pero los cuadros del municipio han sido cambiados; y yo he tenido que contar mi odisea una y otra vez. Todos estudian mi caso y nadie da respuesta. Está en Vivienda mi expediente. ¿Tendré que esperar 11 años más con mi familia en casa ajena, mi madre en situación de hacinamiento y perdiendo mis artículos?», se pregunta María.

¿Cómo es  posible?

 Humberto Ramón Fernández Gómez (calle 41 no. 567, Deleite, Banes, Holguín) es un obrero agrícola jubilado por peritaje médico, por fractura de cadera. Impedido físico con  prótesis, en 2012 el ciclón Sandy le afectó paredes y cubierta de su casa. Le vendieron el techo, y no pudo resolver las paredes, las que con el paso del tiempo continuaron afectándose.

 Vive solo con su hijo adolescente. Solicitó un subsidio en abril de 2019 y la trabajadora social le hizo una caracterización. Tiempo después, preguntó al técnico de la Vivienda del consejo popular, quien dijo que debía esperar. Posteriormente, la trabajadora social le informó que sus papeles se extraviaron, por lo que ella recomenzaría el proceso. Así lo hizo, y pasaron días. El técnico hacía un recorrido junto al Presidente del consejo popular, y le informó a Humberto que su subsidio venía con 58 000 pesos. Le dio un papel con listado de materiales, para que lo firmara. Él lo hizo, delante del Presidente del consejo popular. Y después le confirmaron que no era el procedimiento. El mismo presidente le explicó que primero debía aprobarlo el Consejo de la Administración Municipal; que el técnico no debió darle nada a firmar.

 «Días después, añade, el técnico fue sancionado por unos meses. Y el que pusieron por él, me entregó un file con varios papeles, alegando que el expediente se había perdido. Encontré en el file una planilla que tenía mi firma falsificada y fechas que no coinciden con la de solicitud del subsidio.

 «El técnico de antes se reincorporó; pero decidí ir a Atención a la Población del Gobierno en Banes. Allí la compañera me atendió muy bien y me llevó ante el técnico principal, y le pidió explicación de por qué no había subido el caso al Gobierno».

 Le hicieron los papeles de nuevo. Tras seis meses, el 25 de noviembre pasado fue al Gobierno. La misma funcionaria  lo envió a que el técnico principal le respondiera por escrito sobre lo que determinaron. Y este dijo que no daba respuestas por escrito. Ella volvió a llamar para que lo atendieran. Le dieron un turno para el 13 de diciembre, y lo atendió el subdirector de la Vivienda. Humberto preguntó por qué, si no estaba aprobado el subsidio, el técnico le había hecho firmar el listado de materiales. Y respondió que no debió hacerse.

 En la oficina de Subsidios buscaron el número de expediente, que al parecer estaba archivado allí. Y, en efecto, no coincidía, al punto de que le dieron la razón. Le informaron que para 2020 quedaba aprobado, pero había que esperar por el presupuesto.

 «Todos sabemos la difícil situación por la COVID-19, y las consecuencias económicas, señala. No obstante, el 18 de mayo último pregunté al técnico por mi situación y respondió que ya mis papeles habían caducado», concluye Humberto.

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