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El Serafín que falta

Desde hace varias décadas, Sancti Spíritus espera por el monumento que el mayor general Serafín Sánchez Valdivia merece en su ciudad natal.

Cierto es que desde 1982 un conjunto escultórico que Thelvia Martín erigió en la Plaza de la Revolución local paga esa deuda, pero solo en parte porque no es una obra del todo feliz desde el punto de vista artístico y porque soslaya lo esencial de la vida del hombre que estuvo presente en las tres guerras por la independencia y participó en más de 120 acciones militares. Lo apresa la artista en el gesto de enseñar a leer a un esclavo. Es el Serafín humanista y maestro. No el hombre de a caballo, uno de los grandes jefes del Ejército Libertador, que encontraría la muerte en el combate de Paso de las Damas, en noviembre de 1896. Se reclamaba entonces la estatua ecuestre que todavía falta.

A comienzos del siglo XX, Máximo Gómez sugirió el emplazamiento de un monumento a Serafín en La Habana, pero poco después no ocultaba el júbilo que le ocasionaba saber que Sancti Spíritus había resuelto construir un mausoleo para sus restos. Años después, en 1923, en una visita a la villa del Yayabo, el general Loynaz del Castillo comentó que en el parque central de la ciudad faltaba la estatua de Serafín Sánchez. Estatua que continúa faltando, por difícil que resulte concebirlo.

Escribía en 2015 el investigador Mariano Flores, experto en temas patrimoniales: «Desde entonces (1923) y durante toda la República hubo mociones y propuestas de concejales, presidentes y alcaldes y del Ayuntamiento de Sancti Spíritus en actas capitulares, periódicos y revistas, interesándose por el emplazamiento de un busto o estatua que rindiera homenaje a Serafín. De manera similar actuaron logias, sociedades, la institución Procultura y el patronato promonumentos para Serafín Sánchez y Antonio Maceo».

Solo en 2003, 80 años después de la visita de Loynaz del Castillo, el Centro Provincial de Patrimonio libró, impulsada por Flores, la convocatoria pertinente. El proyecto triunfador se erigiría, con una altura de tres metros, en el parque que lleva el nombre del prócer. Solo el escultor espirituano Félix Madrigal se hizo presente con varios proyectos, entre estos el de la escultura ecuestre que fue, en definitiva, aprobado. En ella, Serafín empuña su machete en la mano derecha en actitud de «cargar» contra el enemigo, mientras que el caballo se alza sobre sus patas traseras, señal inequívoca, en una estatuaria ya superada de que el jinete encontró la muerte en el combate.

Tanta lipidia

Félix Madrigal es un artista incansable. Tiene en su haber más de 50 obras emplazadas en diversos lugares de la provincia, entre estas la galería de personajes populares —Serapio, Francisquito…— y también el célebre pintor Fernández Morera, y el locutor Delio Luna, entre otros, que a cielo abierto conviven con el caminante en el bulevar espirituano.

Pese al reconocimiento, el proyecto de Madrigal tendría mala sombra. Especialistas de la Comisión de Desarrollo de la Escultura Monumental y Ambiental (Codema) al examinar su primera maqueta dictaminaron que el artista debía buscar «una variante que fuera más pretenciosa». La segunda propuesta resultó «interesante» para Codema. Se trataba de una columna con relieves y fechas que ilustraban la trayectoria militar de un combatiente que llegó a ser jefe del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador y su inspector general, columna que se complementaba con la imagen ecuestre del mambí. Su altura era de seis metros.

Recuerda el escultor Madrigal que los especialistas dictaminaron «que la columna era un monumento y la figura ecuestre, otro. Finalmente se determinó que trabajara en la figura ecuestre y propusiera la columna para otro lugar».

Recalca el mencionado artista: «Se tuvo en cuenta que la escultura se integraba perfectamente en el área del parque».

No demorarían en aflorar criterios contrarios a su instalación en dicho espacio. Escribía, en 2013, Gisselle Morales Rodríguez en su blog personal: «En una barricada, quienes apuestan por hacerle justicia al paladín de los espirituanos con una estatua ecuestre. En la barricada de enfrente, los que se escudan en por cuantos, por tantos y resoluciones de la Oficina de Monumentos para mirar con recelo una iniciativa que, a fuerza de posponerse año tras año, más bien parece una deuda».

La periodista Mary Luz Borrego, en el semanario espirituano Escambray, decía por su parte: «La discordia sobre la escultura ecuestre… vuelve a recorrer la ciudad como un fantasma en acecho. Nada nuevo. Según los historiadores desde hace más de un siglo los debates se mantienen entre el quizá y el tal vez. La porfía no nació en estas páginas. Como sugieren las políticas editoriales, solo han prestado su espacio para la polémica, el razonamiento y la posible salida a un asunto que ya andaba de boca en boca y que merece un punto final.

«Más allá de caprichos y disquisiciones de teóricos, historiadores, escultores y toda clase de especialistas, la realidad no puede taparse con un dedo: el más grande de los espirituanos sigue sin su estatua ecuestre».

Corría ya el año 2015. Hoy, cinco años después de esa nota y 19 de que Félix Madrigal resultara triunfador en el certamen por el monumento, el parque central de Sancti Spíritus sigue exhibiendo «un tímido busto del héroe, de escasos valores artísticos». Al caballo del Mayor General, sentencia en su blog Gisselle Morales, se le anteponen no pocas talanqueras.

 

¿Dónde lo pongo, General?

No tardó en manejarse otra ubicación para el monumento. Se escogió la rotonda que, en la periferia de la ciudad de Sancti Spíritus, existe en el tramo de la Carretera Central que une a dicha urbe con las localidades de Guayos y Cabaiguán. Se dijo que la obra de Madrigal estaba «fuera de escala» y debía contar a su alrededor con un espacio que no conseguía en el jardín. La rotonda se desechó después.

Se dijo que, de emplazar la escultura en el parque, existía la posibilidad de que el parque se hundiera. Se adujo además que no podía permitirse que el busto de José Martí erigido en dicho espacio quedara minimizado en tamaño por la estatua ecuestre del patriota espirituano. Y, por último, saltaba el inconveniente del mismo caballo de la escultura. Los niños, en sus juegos, se encaramarían sobre la imagen de bulto de la bestia, dijeron. Y eso, que por otra parte era muy fácil de evitar, resultaba inadmisible.

El responsable de las labores de restauración del parque aseguraba que de emplazarse la escultura en el área no tendría problema alguno. Los espirituanos de manera mayoritaria se pronuncian por ese destino, y si es en el lugar que ocupa la glorieta, mejor. Por el parque se manifestó más del 50 por ciento de los internautas que respondieron a la encuesta abierta al efecto por el semanario Escambray

No resulta fácil para el escribidor hacer el relato lineal de las venturas y desventuras de la estatua ecuestre de Serafín Sánchez Valdivia. Se llega a veces a un punto en que todo parece estar solucionado para volver a empezar desde el comienzo.

Se libra una convocatoria para que la población done el bronce necesario para el monumento y luego se hace saber que la Dirección de Comunales adquirió el metal propio para la obra. Se habla de hacer dos obras escultóricas, la estatua de Serafín y la estatua de Martí, ambas en bronce para ser emplazadas en el parque, y luego, con olvido del monumento ecuestre, se acuerda diseñar y colocar un busto de Serafín Sánchez que se adapte en escala, proporción y material al existente de José Martí. Obra esta del italiano Ugo Luisi, ejecutada en mármol de Carrara y develada en 1928.

El 2 de mayo de 2016, 43 personalidades suscriben una carta en la que piden a las autoridades del territorio la colocación de la estatua ecuestre en el sitio tantas veces propuesto, esto es, el parque. Sufren los peticionarios el dictamen técnico de la Comisión Nacional de Monumentos.

Decía el documento: «se acordó que la directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural convocara a artistas de la plástica y organismos a un taller para proyectar la escultura ecuestre… con la condición de no ubicarla en el parque».

Era como volver a empezar. Del dictamen parece desprenderse que se impone concebir una nueva escultura, con lo que quedaría al campo el proyecto de Félix Madrigal, y de parque, nada, con lo que Serafín y su caballo seguirían errantes en el territorio espirituano.

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