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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Con más nostalgia que sorpresa

Entre las bandas de rock que más han hecho por el género, sin discusión alguna figura Yes, ensamble inglés fundado en 1969. En su abundante discografía, siempre habrá que agradecerle álbumes como Close to the edge, Fragile o Going for the one, tres fonogramas de obligatoria consulta para el que desee comprender el sonido de una época quedada atrás y que inevitablemente asocio a la voz de Jon Anderson.

Yes ha sido testigo de múltiples encuentros y desencuentros en las filas de sus integrantes, con lo que solo Chris Squire, bajista, vocalista y diríase que horcón de la agrupación, es el único que ha participado en todos los álbumes de la banda. Ahora, tras diez años sin publicar material nuevo, el viernes 1ro. de julio a través del sello Frontiers Records se puso en circulación Fly from here, propuesta discográfica que desde su aparición ha generado diversos criterios.

Gracias a Juan Raúl Fernández, editor del portal Cuba-metal, ya ha llegado hasta mí la música de este CD. Tengo que decir que la primera audición del material me dejó bastante confundido. Como expresé anteriormente, para mí Yes es sinónimo de Jon Anderson, más allá de admitir que Drama (1980), único trabajo del grupo en que él no estuvo presente, es un muy buen disco.

En Fly from here, el lugar de Jon es ocupado por el canadiense Benoit David, cantante que por mucho tiempo ha sido la figura frontal de una agrupación denominada Close to the edge, una banda organizada como tributo a Yes y en la que Benoit asumía el rol de Anderson. Como que este último es inigualable, de entrada rechacé el nuevo material de Yes. Una segunda escucha del CD hizo que me reconciliase con el mismo, al oírlo desde la perspectiva de comprender que se trata de un disco de canciones hechas por una banda con un largo historial y una actual propuesta que ya no persigue sorprender a nadie, pues lo que les interesa es la recreación de su sonido clásico y hacerlo bien reconocible para los admiradores, aunque ello implique la repetición de ciertas fórmulas.

Producido por Trevor Horn, viejo asociado de Yes en trabajos anteriores como el exitoso fonograma 90125, su propósito manifiesto era remedar lo llevado a cabo en Drama, por lo que él y Chris Squire optaron por armar el proyecto a partir de una pieza titulada You can fly from here, compuesta alrededor de 1980 y que no llegó a incluirse en Drama, pero sí se interpretó en conciertos e incluso se registró en el triple álbum en vivo The World is live.

Con una alineación conformada por los aludidos Chris Squire y Benoit David, así como por Steve Howe a la guitarra y coros, el baterista Alan White y Geoff Downes detrás de los teclados, Yes nos brinda en Fly from here una suite al estilo de antiguas composiciones como Close to the edge y The gates of delirium. Así, lo primero que descubrimos es una overtura de alrededor de dos minutos, en la que el rol principal corre a cargo de Downes en las teclas y Howe en la presentación del tema desde la guitarra, con una sonoridad muy clásica a lo Yes y donde encontramos la magnificencia sonora que caracterizara al grupo en los 70.

Entra entonces We can fly, la pieza más pegajosa de toda la grabación y que nos presenta a Benoit David en una vocalización muy animada, que de seguro hará que el tema se difunda ampliamente en la radio internacional.

Con una preciosa intro de guitarra, Sad night at the airfield nos ofrece otra cara de la suite, también con estructura de canción y pasajes acústicos y eléctricos, que dan paso a Madman at the screens, poseedora de un sabor setentón y de unos coros que me hacen evocar los de Machina Messia, del álbum Drama. Llega entonces Bumpy ride, corte con algo de aires de funky y que nos lleva hasta We can fly reprise, coda de comienzo épico y donde se retoman motivos antes expuestos.

La segunda parte del fonograma se arma con piezas cortas, en las que Squire asume mayor protagonismo en las funciones vocales, como en The man you always wanted me to be y Hour of need, esta última una balada a lo Anderson y cantada a dúo con David. De las restantes, Life on a film set es un corte melancólico y deviene el mejor momento para Benoit, mientras que Solitaire es el instrumental para el destaque de Howe, quien vuelve a brillar en los intercambios con Downes en Into the store, enérgico final para un CD lleno de buenas ideas, aunque transmita más nostalgia que sorpresa.

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