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Parte meteorológico: sin magia ni hechicería

Lograr un pronóstico certero del tiempo en una isla caribeña requiere tanto de los adelantos de la ciencia como de la pericia de los especialistas. JR entrevista al destacado meteorólogo José Rubiera

Autor:

Margarita Barrios

Foto: Franklin Reyes Cada noche, durante la transmisión del noticiero de televisión, un breve intervalo de aproximadamente tres minutos interrumpe la secuencia de noticias y reportajes. Se trata del parte meteorológico, al que los cubanos prestan especial atención.

Conocer el estado del tiempo reviste singular importancia si se pretende disfrutar de un día de playa, ir de pesquería o simplemente lavar una «tanda» de ropa.

El trabajo sistemático y riguroso de los especialistas cubanos ha llevado a que las personas aguarden el pronóstico, ahora provisto de modernas tecnologías que hacen más atractivas y comprensibles las imágenes.

Atrás quedaron los tiempos en que el Instituto no era la fuente más confiable para algunos.

Hoy, Miriam Teresita Llanes y Gisell Aguilar —sin olvidar al querido Armando Lima, ya fallecido— han llegado a ser presencia habitual de nuestros hogares. Ellos representan la continuidad de una larga tradición de meteorólogos que se remonta al siglo XIX.

Sin embargo, el director del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología sigue siendo una figura tremendamente popular, a lo que ayuda tal vez ser quien asume la difusión del parte en tiempos de ciclón. Por eso, cada noche, la frase común en numerosos hogares es: «Vamos a ver qué dice Rubiera hoy».

«Un pronóstico es una estimación del futuro», explicó a JR José Rubiera, licenciado en Meteorología y doctor en Ciencias Geográficas.

«El de seis horas es extremadamente exacto; el de 12 horas, bastante exacto, y el de 24, se considera exacto. En nuestro departamento realizamos la evaluación de los pronósticos, y en lo que va de año, tenemos 91,9 por ciento de aciertos.

«Eso quiere decir que la gran mayoría de las variables meteorológicas se pronostican muy bien, similar a lo que sucede en países altamente desarrollados como Estados Unidos, los de Europa y algunos de Asia.

«El centro cuenta con departamentos de pronósticos en cada provincia, los cuales elaboran el parte más preciso para esos territorios, que se emite en los telecentros y emisoras locales. Nosotros, como centro nacional, damos uno para todo el país sin ese grado de detalle.

«Nuestro reto para el futuro es llevar la predicción hasta el municipio. Pienso que eso será posible en un plazo no mayor de diez años. Hoy se estudia en la Universidad la Licenciatura en Meteorología, de la cual egresaron este año nueve jóvenes muy bien preparados».

Una isla complicada

Foto: Roberto Suárez Ser una isla y estar ubicada en la región tropical ofrece a nuestro país determinadas complejidades desde el punto de vista climático. Al estar rodeada de agua, hay una gran interacción con el mar. Y según afirma Rubiera, a la altitud que se encuentra Cuba, si no estuviese separada del continente, nevaría.

«Esta es una isla larga y estrecha, pero no de norte a sur, sino de este a oeste. Esto tiene sus implicaciones en el clima. En el invierno los frentes fríos llegan más al occidente que al oriente.

«También guarda relación con los ciclones. Los de principio de temporada, en junio, y los de final, en octubre y noviembre, tienen una gran predilección por el Caribe occidental, y suben rumbo norte, atraviesan el occidente y centro de Cuba, y tocan menos a la zona oriental. En los meses de julio, agosto y septiembre, cuando se forman más hacia el Atlántico, tienen una mayor tendencia hacia el oriente.

«Con respecto a las temperaturas, resulta decisivo el golfo de México, un estanque de agua muy cálido que modifica grandemente el aire cuando pasa por allí, que se va calentando antes de llegar aquí. Cuando más frío sentimos los cubanos es cuando el viento viene con una trayectoria del norte-nordeste, después de haber cruzado sobre Florida y pasa solo por un pedacito de mar. Por ello nos llega ese chorro de aire frío a las provincias habaneras y a la zona central».

Rubiera asegura que la situación geográfica del país también crea dificultades para hacer un pronóstico meteorológico. «Estamos situados en el Caribe, en la zona tropical, lo que quiere decir que tenemos mucha influencia del continente, anticiclones, frentes fríos, y eso genera una gran variabilidad que dificulta el análisis».

—Ustedes emiten ahora el pronóstico para tres días. ¿Cómo logran tanta precisión?

—En el mundo entero la meteorología trabaja con modelos de pronósticos. Son las máquinas las que hacen la evaluación. Los modelos difieren en las ecuaciones físicas, matemáticas, el proceso que describe y cómo lo hace. El meteorólogo los toma todos como probabilidades y entonces entra a jugar su experiencia y conocimiento, lo que le permite tomar una decisión.

«En Cuba se utilizan los modelos norteamericanos, europeos, canadienses y los nuestros. Por ejemplo, para un ciclón tropical hacemos un cono de posibles trayectorias y adentro está el 60 por ciento de las probabilidades».

Meteorología sin barreras

Un pronóstico para Cuba requiere de la información que suministran los centros de Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica, el norte de América del Sur, y la parte más oriental de los océanos Pacífico y Atlántico.

«Hay acuerdos que regulan esa colaboración», explicó Rubiera. «Tenemos las imágenes del satélite estacionario, los modelos de pronósticos que acopiamos de diversas partes del mundo y la información de nuestros radares. Con esos elementos se hace una reunión diaria, a la una y treinta de la tarde, para la discusión del pronóstico.

«Contamos con 68 estaciones meteorológicas en todo el país, ocho radares meteorológicos totalmente automatizados, una estación de satélite, y lo más valioso, el personal.

«Desde finales de los 80 hasta 1990 existió el Laboratorio Conjunto Cubano-Soviético de Meteorología Tropical. Él nos permitía contar con aviones de reconocimiento, que daban información muy valiosa, pero costaban mucho. Los aviones que se utilizan con ese fin son de hélice o turbo-hélice, reforzados. Los norteamericanos usan un C-130 y los soviéticos empleaban un AN-62.

«Hoy los Estados Unidos son los únicos que vuelan en el área. Esa información se intercambia, tal y como establece la Organización Meteorológica Mundial, organismo de Naciones Unidas. La meteorología no tiene fronteras. El huracán que está aquí, luego va para allá.

«A dicha organización pertenece el Comité de Huracanes, en el cual están representados todos los servicios meteorológicos de nuestra región. Nos reunimos una vez al año, antes de la temporada ciclónica, para analizar la etapa anterior, hacer ajustes al plan operativo y ponerles nombre a los fenómenos que vendrán. Este comité se creó en 1978, y Cuba es fundadora de él, así como de la Organización Meteorológica Mundial, que surgió en 1950».

¿Gobernar un ciclón?

Es frecuente escuchar que por la acción del hombre el clima se ha ido deteriorando. Pero, ¿hasta qué punto el ser humano puede modificar fenómenos meteorológicos como los ciclones tropicales?

Según el doctor Rubiera, no es posible, de acuerdo con el estado actual de la ciencia, modificar ni la intensidad ni la trayectoria de un huracán.

«El huracán es un sistema muy grande, ocupa un área muy extensa, desde la superficie hasta alturas de 15 kilómetros. En él ocurren fenómenos extraordinariamente intensos y violentos, muchos de los cuales, como aquellos que se dan en la estructura de la pared del ojo, no se conocen en detalles».

—¿Existe hoy un incremento de los huracanes?

—Existen períodos en los que hay una mayor actividad de ciclones tropicales, y otros de menor incidencia. Por ejemplo, en los años 20, 30, 40 y 50 del siglo pasado hubo muchos, algunos fuertes. Luego vino una época, de los años 60 a 1995, en que ocurrieron pocos.

«En el año 95 volvimos a un periodo activo, en el que estamos viviendo. Dentro de él puede haber modulaciones. Por ejemplo, 1997 fue inactivo, pues el fenómeno El Niño inhibió el desarrollo de los ciclones en el Atlántico».

—Para algunas personas fue sorprendente que el huracán Ike, después de estar al norte de Cuba, decidiera bajar.

—No es el primero que hace una trayectoria así. En 1888, uno procedente de Las Bahamas entró por la costa norte del centro de la Isla hacia el suroeste, salió por el sur y luego subió por Pinar del Río. Era de gran intensidad y causó varios muertos.

«Ya en el siglo pasado, en 1971, existió una tormenta tropical llamada Laura que surgió al norte de Panamá, subió y llegó a Punta del Este, en la Isla de la Juventud, donde dejó mucha lluvia. De ahí siguió hacia el sur».

—¿El cambio climático influye también en la formación de huracanes?

—Debido al cambio climático la temperatura del planeta se está incrementando. Es una consecuencia negativa de la acción del hombre. En la comunidad científica internacional no hay un criterio unánime acerca de qué pasaría con los ciclones tropicales en cuanto a la frecuencia, porque la energética del huracán depende no solo del calor del mar, sino de lo que sucede en la altura.

«En lo que sí existe acuerdo es en que una vez formado el huracán, como hay mayor calor en el mar, los huracanes van a ser más intensos y lluviosos».

—Las personas más ancianas dicen que cada año se siente más frío en el invierno y más calor en el verano.

—Eso es difícil de afirmar. Los datos plantean que en los últimos 30 años el cambio climático está, en cierta medida, subiendo la temperatura, aunque no es irreversible aún.

«Como sube la temperatura, la máxima es más o menos la misma, no ha habido cambios apreciables. Las mínimas sí han ido subiendo, por tanto son un poco más altas, sobre todo en invierno. Por ello, la temperatura media también sube».

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