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En esta lucha nadie puede permanecer indiferente

Eso diría en apasionada carta a su padre el estudiante de Medicina, Ramón González Coro, quien al morir el 17 de diciembre de 1958 como combatiente del frente guerrillero del Escambray, sería ascendido póstumamente al grado de Comandante

Autor:

Juventud Rebelde

«En esta lucha, papá, nadie puede permanecer indiferente. ¿Qué harías tú si vieras diariamente torturar y asesinar a compañeros en la Universidad, que su único delito era luchar por conseguir en su Patria un régimen de libertad? ¿Podrías permanecer indiferente? No, en mi lugar, tú hubieras hecho lo mismo».

Estas palabras pueden apuntarse entre lo más estremecedor del pensamiento político del joven estudiante de Medicina de la Universidad de La Habana, Ramón González Hernández, quien según testimonios familiares adoptó el segundo apellido de su padre —Coro— como seudónimo para la lucha clandestina, y así trascendería a la posteridad.

Aquel capitán del frente guerrillero del Escambray del Directorio 13 de Marzo, a quien se describía de rostro agradable, alta estatura, ojos color café y «don de gente»,  murió a causa de una herida mientras realizaba la Operación Rescate, que liberó al capitán Joaquín Milanés (El Magnífico) de las garras de la dictadura. Fue ascendido póstumamente al grado de Comandante.

El Comandante Faure Chomón, quien dirigía el mencionado frente guerrillero y conoció a González Coro desde los duros años de la lucha clandestina, reserva elogios muy elevados para este combatiente, según refirió la revista Bohemia:

«Yo siempre lo comparaba con Ignacio Agramonte, por su ética, lealtad y bravura —respetando las distancias que nos separan de los libertadores—, pero hasta en lo personal había aspectos comunes, en eso de lo romántico, sensible, la valentía y su sinceridad».

Tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista, González Coro militó en varias organizaciones revolucionarias, entre ellas el Directorio Revolucionario, al que se integró por medio de su líder, José Antonio Echeverría, evocan compañeros de lucha.

Sus actividades revolucionarias lo llevaron el exilio, hasta que regresó clandestinamente al país, junto con su amigo Pepe Moleón, a inicios de 1958. Tras fracasar en el intento de ajusticiar al criminal batistiano Esteban Ventura Novo, se le ordenó unirse a la guerrilla, a la cual se integra el 20 de julio.

Víctor Dreke, quien integraría el comando de la Operación Rescate y llegaría a ser ascendido a Comandante durante los combates de Playa Girón y participó en varias misiones internacionalistas, entre ellas la del Congo junto al Che, lo ha recordado con enorme respeto:

«En poco tiempo se ganó el aprecio de los compañeros de la guerrilla y los campesinos de la zona por su trato gentil, caballeroso. Carismático, de poco hablar, tenía sus jaranas, pero era más bien serio. Hablaba en voz baja, nunca le oí gritar o exaltarse. Muy firme en sus decisiones y muy guapo en el combate».

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