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El enemigo quiere robar el alma de este pueblo

El 18 de febrero, a la una de la tarde, en la Sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de la Cabaña, en la XXI Feria Internacional del Libro de La Habana, será presentado Enemigo, de Raúl Antonio Capote, el agente Daniel de la Seguridad cubana

Autor:

Aday del Sol Reyes

Durante años, Raúl Antonio Capote, el agente Daniel de la Seguridad cubana, estuvo infiltrado en la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Era el agente Pablo y, tenía la misión de, desde las aulas universitarias, convertir a los jóvenes cubanos en enemigos de la Revolución, entre otras «tareas».

Capote fue testigo de que la CIA elaboró un complejo plan de subversión para penetrar ese sector, al cual consideran clave.

Sus experiencias en el enfrentamiento a esos planes y las circunstancias que rodearon al agente Daniel para el desempeño de su misión, son abordadas en Enemigo, título que será presentado el 18 de febrero, a la una de la tarde, en la Sala Nicolás Guillén de la Fortaleza de la Cabaña, en la XXI Feria Internacional del Libro de La Habana.

Ello sirvió de pretexto a JR para conversar con el profesor universitario (máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales), agente de la Seguridad del Estado y escritor Raúl Antonio Capote Fernández (La Habana, 1961).

—Primero El adversario (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2005) y ahora Enemigo. Además de la similitud en los títulos, ¿hay alguna otra relación entre ambos?

—En El adversario los habaneros se enfrentan a las fuerzas del mal, que han seleccionado a La Habana como escenario de la batalla final en que derrotarán a Géminis, (la igualdad), y vencerán al bien. En Enemigo se narra la historia del combate de los cubanos contra los servicios especiales de su mortal enemigo, especialmente la CIA. Ambos textos son un homenaje al heroísmo de un pueblo.

«¿La diferencia? Uno es un libro de ficción y el otro es un testimonio. Los dos son textos de un alto contenido humano. Al menos eso intenté darles, como escritor y protagonista de la Cuba actual. El adversario sintetiza la lucha de los mejores valores humanos contra el instinto animal, contra las bajas pasiones. En Enemigo traté de mostrar el lado más humano de la lucha de un agente de la Seguridad del Estado cubana, de un intelectual revolucionario, de un escritor comprometido, comunista, contra los enemigos de su país, una lucha que se hace desde el más absoluto silencio, por pura convicción, sin esperar otra recompensa que la satisfacción del deber cumplido —en este caso se develó la identidad del combatiente—, sin esperar otro premio que el reconocimiento generoso del pueblo del que forma parte indisoluble».

—Ambos libros se burlan de la CIA. ¿Se empeña Capote en ese tipo de enfrentamiento?

—Esa es mi propia guerra, en la misma medida en que es la guerra de todo un pueblo. Mientras exista el enemigo no cesará esa lucha. No es pura retórica; es convicción.

—Buena parte de Enemigo está dedicada a denunciar cómo la CIA ha destinado millones a sus planes de subversión político-ideológica, dirigidos a los jóvenes cubanos. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en dicho proyecto?

—El enemigo ha estrenado un esquema de subversión en el cual las nuevas tecnologías de la información y la comunicación juegan un papel muy importante. Está claro que el hombre es el que actúa, el que organiza y genera ideas, el que lucha en las calles, el que empuña las armas y hace las revoluciones o las contrarrevoluciones, pero Internet y los nuevos equipos y espacios diseñados para comunicarnos en fracciones de segundos, permiten un nivel de movilización y enlace jamás experimentado. Aprovechando esas virtudes, el Gobierno de EE.UU. dota a la contrarrevolución interna de sofisticados y costosos equipos como el Bgan, para aumentar su capacidad de articulación y convocatoria.

«Estamos hablando de la misma Casa Blanca que niega a los cubanos el acceso a Internet, al bloquear y perseguir cualquier intento del Gobierno y las empresas cubanas de hacer negocios con las compañías estadounidenses y sus sucursales por todo el mundo, las cuales controlan más del 80 por ciento de los servicios de Internet y la tecnología necesaria para su uso.

«Bloquear la posibilidad de Cuba de acceder a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, por un lado, y por otro facilitar el acceso de la contrarrevolución interna a ellas, entrenarla en su uso, inundar el país de los medios para hacer llegar a los cubanos información manipulada, tergiversada y fabricada en los EE.UU., sin control de ningún tipo, violando lo que establecen las normas internacionales al respecto, les permitiría monopolizar la información que se consume en el país y, llegado el momento, como han logrado hacer en varios lugares del mundo, intentar movilizar a la gente a acciones en contra de la Revolución, justificaciones para una agresión armada. No podemos olvidar nunca eso, porque el plan contra Cuba fue y es ocupar el país para garantizar la devolución de las propiedades a los norteamericanos, como establecen las leyes estadounidenses. Recordemos, por ejemplo, que la Ley Helms Burton cerró cualquier intento de “transición” hacia un Gobierno de derecha en la Isla, integrado por traidores y corruptos aliados a la contrarrevolución. Se trata del mismo guión ocurrido en Europa del Este.

«Pero el plan Cuba es el de Iraq, no el de Polonia o Checoslovaquia: ocupar el país para intentar vencer la resistencia que saben que encontrarán, y luego borrar hasta el recuerdo de la Revolución. Quien tenga dudas al respecto puede leer el Plan Bush, y leer Enemigo.

«Los jóvenes de hoy pertenecen a una generación eminentemente digital, pues nacieron en plena revolución tecnológica. Son terreno y blanco ideal para esos planes; contra ellos van dirigidos esos proyectos del imperio y sus servicios especiales. Organizaciones como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Fundación Nacional para la Democracia (NED), el Instituto Republicano Internacional (IRI) y otros muchos, que sirven como fachada al trabajo de la CIA, dedican millones de dólares al trabajo de subversión dirigido a la juventud cubana. Especialistas altamente calificados, dotados de la última tecnología, trabajan en esos planes».

—¿La CIA te reclutó por ser un profesor universitario? ¿Por qué el Gobierno de Estados Unidos considera a la juventud cubana como el sector más vulnerable?

—No creo que la juventud cubana sea el sector más vulnerable. Ni siquiera creo que es vulnerable. La experiencia de habernos reunido, conversado, de haber debatido con miles de jóvenes en todo el país, me da elementos para afirmar que tenemos una juventud, en su mayoría, firme y revolucionaria. Lo que pasa es que estos enemigos consideran que la guerra con la dirección histórica de la Revolución la perdieron. Eso se lo escuché decir a varios funcionarios estadounidenses y oficiales de la CIA, y entonces apuestan por quienes ellos llaman los nietos de la Revolución. No debemos olvidar que vivimos en un mundo donde impera la cultura capitalista y nuestros jóvenes conocen el capitalismo por boca de nosotros, que tampoco lo conocimos, el enemigo sabe eso bien. Esta es una guerra de axiología, una guerra que se desarrolla en la mente de los hombres. Si ellos logran cambiar la forma de pensar, si logran que predominen los valores de la cultura capitalista en las nuevas generaciones de cubanos, pues habrán ganado la batalla. Esa pelea cubana contra los demonios es el reto mayor de la juventud hoy.

Con Enemigo incursionas en el testimonio. ¿Se trata de algo circunstancial o de un abandono de la narrativa de ficción?

—No he abandonado la literatura de ficción. Estoy escribiendo una novela, pero pienso dedicar dentro de mi creación un buen espacio al testimonio. Tengo muchas cosas que decir y el testimonio me permite lograr la comunicación que necesito con el lector cubano fundamentalmente.

¿Cómo se autodefiniría Raúl Antonio Capote: profesor universitario, escritor o agente de los Órganos de la Seguridad del Estado?

—La gran fuerza de la Seguridad del Estado cubano, la fuerza que le ha permitido derrotar a la CIA, con sus bien preparados oficiales, agentes y técnicos, con su presupuesto ilimitado, con sus recursos tecnológicos de punta, es el hecho de que la Seguridad del Estado cubana somos todos los revolucionarios cubanos, la gran mayoría del pueblo.

«Me autodefino como un intelectual revolucionario; eso es lo que soy».

Piensas que Enemigo ayude a los más jóvenes a comprender que cuando se asegura que, en el caso cubano, el enemigo puede estar en todas partes, no se trata, como quieren hacer creer algunos, simplemente de una fábula como aquella de …que viene el lobo?

—El libro está dedicado a los jóvenes. Como joven que fui no hace mucho, sospeché en ocasiones de la manera en que a veces, de la peor forma, se recurría al enemigo para justificar errores nuestros.

«También ocurre que el enemigo y sus lacayos tratan de convencernos de que el peligro no es real. Tratan de desmovilizarnos con el recurso harto reiterado de que no existe amenaza alguna, que es una exageración del Gobierno revolucionario. Mi experiencia en las filas del enemigo me permitió apreciar que el peligro es real y constante; y si antes me preguntaba por qué tanta matraca con el enemigo, la misión que cumplí me permitió saber que esa matraca es poca; que ese enemigo no descansa ni descansará jamás en su afán de derrotar a la Revolución, de quebrar primero y robar después el alma de este pueblo. Cuba es un ejemplo demasiado poderoso porque los revolucionarios cubanos somos los mayores disidentes dentro de este mundo de poder global capitalista; porque somos gestores y promotores de una cultura que es adversaria tenaz de la cultura capitalista. Por eso nos temen como a nadie y nos odian como a nadie, porque pusimos fin a medio siglo de dominio absoluto del imperio sobre estas tierras y sembramos la esperanza de que un mundo mejor es posible.

«Si el libro contribuye a esclarecer esa verdad, si sirve de herramienta a los revolucionarios, de argumento a los combatientes en la lucha en el campo de las ideas, si ayuda a darle valor a los timoratos, instruir a los ignorantes, convencer a los incrédulos, preocupar a los indiferentes, y molestar y denunciar a los traidores, pues habrá cumplido su objetivo. Casi nada, ¿no?».

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