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Sangre de cooperativa

Para que los jóvenes se sientan atraídos por ese tipo de estructura productiva es necesario saber qué quieren, a qué aspiran, cuáles son sus preocupaciones, sus problemas, garantizarle un entorno laboral armonioso y sólidas perspectivas económicas, sostienen un joven técnico agrónomo y un experimentado presidente de una de esas entidades

Autor:

Mayra García Cardentey

PINAR DEL RÍO.— Resulta contradictorio que en un país eminentemente agrícola una parte de la juventud no desee trabajar en el campo, o ni siquiera lo percibe como un área de interacción en un período largo de tiempo.

Cuando se potencian el estudio de carreras técnicas vinculadas a esferas agroecológicas, la asunción de las tierras en usufructo como modalidad de empleo, y el establecimiento de campañas de promoción para la incorporación de los jóvenes a labores agrícolas, estas siguen siendo las menos anheladas.

Las causas constituyen un amasijo múltiple y variable. Para Raúl Gort Delgado, presidente de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) de cultivos varios Águedo Morales, de Consolación del Sur, la esencia está en tener «sangre» de cooperativa.

«La agricultura hay que llevarla dentro, tiene que gustarte. Pero también puede transfundirse y enamorar a los jóvenes para que la abracen como alternativa fructífera para sus vidas», señaló.

Política de surco

Garantía de condiciones de trabajo en la agricultura, buena estrategía y unión de todos los implicados: familia, grupos sociales, directivas de las cooperativas… figuran como algunos de los principales factores a potenciar para cambiar el fenómeno.

Para Gort Delgado, experimentado líder campesino, uno de los elementos fundamentales que median en la aún escasa afiliación de los jóvenes al campo, es la influencia familiar.

«A la familia hay que llegarle, mostrarle el papel imprescindible de los jóvenes en las faenas agrarias. Cuando se hace una buena labor de orientación profesional, de concienciación, se perciben los frutos. Los padres necesitan saber que sus hijos estarán bien, que tendrán condiciones, que verán los frutos económicos. Eso hay que mostrarlo, decirlo, promoverlo», agregó Gort Delgado.

«Si los allegados al joven se sienten cómodos con la idea, el muchacho no sentirá el peso de la autoridad familiar sobre su decisión. Además de este apoyo de su entorno, necesita sentirse protegido, contento, que confíe en su ganancia económica, y en la atención que la cooperativa le dará a él y a su familia, en caso de necesitarla», añadió.

Para quien proviene de una familia de dirigentes cooperativistas, garantizarles condiciones a los trabajadores es esencial, principalmente si son jóvenes. «Ya no basta con traerlos a la unidad productiva, hay que mantenerlos. Para ello es necesario saber qué quieren, a qué aspiran, cuáles son sus preocupaciones, sus problemas, garantizarles un entorno laboral armonioso, pero a la vez propicio no solo por su rendimiento, sino para otros asuntos personales.

«Es una acción sistemática que incluye garantizarles actividades recreativas, de esparcimiento; que vean en la cooperativa no solo el centro de trabajo, sino una prolongación de sus casas», opinó Gort Delgado.

«El joven tiene que apreciar la unidad en la cooperativa, que todos trabajan en el mismo sentido, que aúnan sus fuerzas por un mismo fin. Debe apropiarse de la filosofía de vencer las tareas y no que estas le venzan a él».

Conflictos generacionales

Para Jorge Luis Echevarría Rey, joven técnico integral de la CPA Roberto Amarán, de Pinar del Río, la premisa debe ser «joven hala joven». «Cuando empiezan algunos en un centro, cerca de ellos se nuclean otros de espacios cercanos. Así, poco a poco, con una labor de promoción, la juventud se siente más identificada con sus coetáneos, se familiarizan y se recupera fuerza para las acciones en el campo.

«Al inicio éramos unos pocos aquí, luego, con la curiosidad que despertamos por la zona, varios jóvenes quisieron experimentar. Hoy nos acompañan y tienen un trabajo fructífero, se sienten tan felices aquí como en su hogar», explicó Echevarría Rey.

El especialista en agronomía arguyó, como el principal reto en este sentido, lograr que las nuevas generaciones perciban en la agricultura una perspectiva presente y futura para ellos, y no «una opción solo reservada para personas adultas.

«Muchos jóvenes no tienen incorporada a las faenas agrícolas como una elección laboral que puedan asumir, más bien la desechan porque usualmente ven a los mayores ocupándolas. Constituye tarea fundamental crear conciencia en la juventud, explicarle que trabajar con el campo, las plantas y el medio ambiente, es un trabajo apreciable».

Según el veinteañero agrónomo, otro de los dilemas que intimida a los noveles trabajadores para incorporarse a la agricultura confluye en los conflictos generacionales. «Muchos venimos con ideas, conocimientos desde las escuelas y queremos imponernos. Se establece una lucha de posiciones que al final termina en la deserción del joven.

«¡No! Al campesino no se le puede obligar a nada, aunque nuestras intenciones e ímpetus sean los mejores. Yo, por ejemplo, afronté muchos obstáculos para que entendieran la importancia de aplicar técnicas agroecológicas; me llevó tiempo de convencimiento y persuasión.

«Fue un reto. En sus años de trabajo, los cooperativistas más experimentados nunca habían visto nada como eso. No creían en los beneficios de una agricultura ecológica, de potenciar los medios para aprovechar recursos que antes eran desechados. Todo ello creó conflictos internos entre ellos y yo.

«Por mucho que les explicaba no entendían la importancia de conservar los suelos. Ante tal situación hay que hablarles en su idioma, en términos de beneficios económicos, y demostrarles qué es más rentable. Al campesino no se le puede imponer nada, hay que convencerlo».

Predicar con el ejemplo

Raúl Gort Delgado, presidente de la CPA Águedo Morales, lo resume aún más. «Para lograr una mayor incorporación del joven al campo, hay que predicar con el ejemplo, y promoverlo, multiplicarlo. Yo funjo como administrador, pero también soy el político de la cooperativa.

«Tienen que sentir que su jefe de finca, su presidente de cooperativa está con él cerca de la tierra, bajo el sol. Así algunos, que consideran al surco difícil, se animan y se incorporan».

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