Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Del mundo vengo, al mundo voy

En los 160 años de José Martí, su ideario perdura en una movilización internacional alrededor de las mejores causas para salvar a la familia humana

Autor:

Juana Carrasco Martín

El Himno de Bayamo sonó rotundo y los pioneros de La Colmenita dieron el saludo, uno a uno, a los hermanos de cada país representado en la Tercera Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo. Se que de alguno corrió una lágrima sola, emocionada por esa bienvenida a lo cubano de los que saben querer, del futuro de esta geografía azul. Y en la mención de una nación, el aplauso de pie, generalizado, y los pueblos con la espada de Bolívar, corearon Chávez, Chávez, Chávez.

Los niños hicieron bailar a académicos, brigadistas de la solidaridad, profesores, estudiantes, martianos de cualquier parte, convocados por la vigencia de un pensamiento, por todo lo que aún tiene que hacerse, por la necesaria búsqueda de la idea del bien, en un planeta que se desangra y lo desangran, pero donde obstinadamente hombres y mujeres luchan, luchamos, por hacerlo mejor.

Lo que comenzó a transcurrir en la mañana de este lunes en el Palacio de Convenciones, es más que un homenaje desde las ciencias del pensamiento científico, es un encuentro de pueblos llegados desde 44 países, de todas las latitudes, hechos presentes en más de 800 delegados, de ellos 600 representando a los cinco continentes.

Al referirse a ellos, Héctor Hernández Pardo, subdirector general de la Oficina del Programa Martiano, lo dijo bien en sus palabras inaugurales: amigas y amigos que nos acompañan en esta cruzada por favorecer el estudio del mas universal de los cubanos, por favorecer el bien en la conducta individual y el bien con que luchan en otras tierras abrazados también al ideario del Maestro.

Del Martí que asimila, sintetiza y enriquece el pensamiento cubano, de su papel de organizador de la guerra necesaria, de su conocida trayectoria literaria, de sus esfuerzos por revelar las virtudes de los pueblos de Nuestra América, de una América unida e integrada, se habló.

Habría que hacerlo con precisión, contándolas una a una, pero estoy segura que el término más pronunciado en la primera jornada de un evento que se extenderá hasta el viernes, ha sido la virtud de la ética, con ello se resume el pensamiento y la acción del Maestro, sin cuyo ideario sería imposible entender la historia del siglo XX cubano y más allá.

En el ideario martiano, dijo Hernández Pardo, está la génesis del proceso revolucionario cubano, su legado humanístico, ético, patriótico y antiimperialista, por lo que que tiene un valor estratégico para el futuro de la patria, para la forja de una nación para todos los tiempos.

Destacó además el hermoso movimiento de la sociedad cubana para que aflore ese patrimonio que es también universal, y por eso sus ideas se extienden a todo el mundo, a pesar de los obstáculos de quienes exacerban el concepto de que las ideas no tienen importancia y solo tiene valor lo que se realiza en el mercado, y el valladar que proviene de las transnacionales de la comunicación y de las universidades de Estados Unidos como corriente etnocentrista y geocentrista de que el pensamiento y las ideas solo surgen en el Norte.

Se consideraron palabras centrales de esta jornada inaugural el Mensaje del Dr. Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano a la Conferencia, donde convoca a salvar a «nuestra familia, la Humanidad, (que) está gravemente enferma».

Denunció a un imperio hegemónico, ansioso de perpetuar su dominación a toda costa, que por lo tanto acude a violaciones flagrantes del derecho internacional, a la amenaza del uso de la fuerza, y que no vacila para lograr sus propósitos emprender agresiones en gran escala para asegurar la explotación y el saqueo de los recursos naturales en todo el mundo.

Insiste el Mensaje del doctor Hart en el peligro real a que está abocada la especie humana por una catástrofe ecológica o por guerras devastadoras que rompan el equilibrio, y nadie está excluido de ese problema y no podemos permanecer impasibles.

Concluye ese llamado a estudiar el mensaje martiano en todos los aspectos, en particular en su visión integral de la cultura y su raigal sentido ético «que él sintetizó con belleza y claridad en el conocido aserto: "Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre"».

En este encuentro con ese Martí ser universal, prácticamente cada uno de los oradores reiteró lo que Hernández Pardo inició como mandato del deber y mandato del corazón, el saludo a un líder de Nuestra América, seguidor inclaudicable de las ideas de Simón Bolívar y de José Martí, el querido presidente Hugo Chávez, y a su pueblo venezolano, que sigue demostrando valentía y madurez política para preservar la unidad revolucionaria y el apego a su Constitución.

También en el plenario intervinieron la ministra de Cultura de Ecuador, Erika Silva, quien destacó la trascendencia de la cosmovisión martiana en la construcción de las naciones nuestroamericanas, y recordó la fecunda amistad y los vínculos de lucha de José Martí y Eloy Alfaro, en su pacto secreto para la independencia de Cuba y la refundación de Ecuador, que tienen vigencia hoy en los principios de ideario latinoamericanista y antiimperialista del ALBA-TCP y los nuevos organismos que emergen en América Latina y el Caribe, conscientes de lo que vivimos.

Se recibió también el mensaje desde Argentina de Alicia Kirchner, Ministra de Desarrollo Social, quien dijo estar atenta a los resultados de esta conferencia porque la querencia es abrir caminos de inclusión social en Nuestra América.

Esta sesión inaugural estuvo presidida por José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, otros miembros del Buró Político y del Estado y el Gobiernos cubanos, el Dr. Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano, y personalidades de esta América Nuestra como los ex presidentes Leonel Fernández, de República Dominicana, y Álvaro Colón, de Guatemala, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.

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