Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Jelengue en Guaracabulla

Unos 200 lectores de varias provincias se unieron a miembros de JR para festejar en el centro geográfico del país, a mitad de 2013, lo felizmente extraño de besarle todos los caminos a la vida

Autor:

Jesús Arencibia Lorenzo

La voz rotunda de Ernestina Trimiño, seguida por el Quinteto Criollo, dejó claro en la arrancada de la tertulia lo que allí sucedería: «Si se forma el guateque, qué jelengue se va a armar».

Y hubo más que jelengue. Algarabía, por momentos ingobernable, pero en última instancia sabrosa, pues mostraba cómo en aquel pueblito de Placetas, Villa Clara, donde aún habitan los ángeles del pintor Pedro Osés, el poeta Raúl Ferrer y el periodista Guillermo Cabrera, ese día se ahogan las penas, aunque estas, como dice Abelardo Estorino, sepan nadar.

Por sexto año consecutivo, desde que Guillermo, el Genio del periodismo cubano, fundara este encuentro nacional de ocurrentes y sellara la fraternidad con su propia vida, la familia gigante de JR, repartida en tertulias tecleras en todo el cuerpo del caimán, se reencontró alegremente.

Y la chispa del reencuentro, o del conocimiento para los novatos, casi no puede narrarse. Las iniciativas holguineras, el empuje de Las Tunas, las manos de oro de Ciego de Ávila, el pícaro sonreír de Camagüey, el fervor beisbolero de Villa Clara —todo naranja—, el entusiasmo romántico de Matanzas, la pasión capitalina, la ternura del Yayabo... ¿Acaso puede medirse la amistad? ¿Cuánto cuesta, en qué tarifa podría ubicarse el cariño?

¿Y la añoranza por los que como el Moro, o los tecleros de Santiago que no pudieron llegar, pero enviaron sus besos y ya se alistan para el próximo año?

Lo afortunadamente raro triunfó en Guaracabulla como en el concurso que sesionó paralelo a la peña, en el que ejercieron de jurados Campa, de Matanzas; Gilda, de La Habana, y Enma, de Holguín. Mientras la banalidad y la apatía se instalan irrevocablemente en algunos, esta loca guerrilla de Juventud Rebelde se regala manualidades y cachibaches, abrazos y décimas jocosas, guiños y un vasito de helado.

Y junto al trío Renacer entonamos una caricia, y nos apuntamos en la buena fe de Marla, Carlos y Enmanuel (Los fami), y saboreamos los corridos de Jesús Marino, el prodigio de Yoani Ballester  y el laúd virtuoso que responde al nombre de Arteaga, y reímos con las simpatías de Nieves (la Bala), conductora estelar del alboroto...

Los vecinos del poblado, liderados por Katy, y los fraternos del núcleo zonal del Partido y el Consejo Popular, brindaron, como siempre y a contrapelo de muchas barreras, la caldosa de su afecto.

De tal suerte que cuando uno regresa a sus diarios afanes, guiados por el diestro timón de Marcos Sánchez, Rolando Alacán —ómnibus 620—; Rafael Borges y Arquímides Rodríguez —carro 1356—, y las coordinaciones oportunas de Rainer Córdova, Ángel Galán y Oscar Padilla, puede parecer que nos vamos sin corazón de tanto regalarlo. Pero no, saliendo de aquel caserío desdeñado, con su ceiba majestuosa, algo late más firme en nuestra dicha.

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