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La rara fatiga del cachumbambé

Los parques infantiles, espacios tan disfrutados por los chicos, no transitan por su momento más feliz. Carencias materiales y problemas de organización figuran entre sus contratiempos. Lo confirma un recorrido de JR por algunos de ellos en tres provincias del país

Autores:

Juan Morales Agüero
Glenda Boza Ibarra
Dorelys Canivell Canal

¿Funcionarán todas las opciones que anuncia este cartel en Cienfuegos? Foto: Glenda Boza

Los parques infantiles son como paraísos para los niños. En sus instalaciones la fantasía remonta vuelo a bordo de un avión mecánico, una montaña rusa o una estrella giratoria. Pocas cosas entusiasman tanto a los pequeños como que los lleven a estos sitios de diversión. Y si se complementa con helados o caramelos, mejor.

En algunos lugares esos espacios no transitan por su momento más feliz. Carencias materiales y problemas de organización figuran entre los contratiempos más recurrentes, que se agudizan en la etapa vacacional.

Es posible que otras comarcas vean las suyas clonadas en el texto, pero este reportaje recoge las realidades de los parques infantiles en tres provincias cubanas, con el propósito de acercarnos a su cuidado y estado de conservación.

Cienfuegos es la ciudad...

El domingo en la mañana el parque infantil cienfueguero Amanecer Feliz, popularmente conocido por Los Caballitos, es un maremagno de risas y correteos. A diferencia de sus padres, los hijos no se abruman por la aglomeración creada en torno al carrusel y las sillas voladoras. Son los únicos equipos que funcionan ese día.

«Nuestros aparatos están muy deteriorados —comenta Frank Abel Bericiarto Pérez, quien visita la instalación para que su hija se divierta. Cuando lo remozaron hace alrededor de seis meses, tenía varias opciones. Hoy solamente le quedan tres aparatos, además de la oferta de montar en los ponis».

Ni corto ni perezoso, Abel se dirige a la zona donde los niños pueden cabalgar sobre los pequeños equinos, que suman una docena y tienen buen aspecto. Para esta opción se invirtió en monturas, y el cuidado de los animales lo asume la Delegación Territorial de la Agricultura.

El deterioro de los aparatos constituye una de las principales preocupaciones para las administraciones de los parques. Foto: Dorelys Canivell

Según los cómputos de sus directivos, a este parque de la Perla del Sur acuden cada fin de semana más de 500 niños con sus padres. Deben funcionar nueve equipos, pero pocas veces están todos de alta. Por suerte, también hay canales, columpios y cachumbambés, pero estos no gozan de la misma preferencia que los aparatos.

«Es difícil mantener operativos todos los equipos —admite Osmani Morejón, director de la Empresa Municipal de Gastronomía, rectora de la instalación. Las piezas de repuesto escasean. Por suerte, la dirección del Gobierno decidió asignarnos como padrinos a varias entidades provinciales con recursos y algunas ayudan con accesorios como rodamientos, tornillos, cloches, cadenas, correas».

Otras, sin embargo, no han respondido a la convocatoria de sus «ahijados», comenta Osmani, y juzga que los equipos que hoy no prestan servicios podían estar de alta si empresas como Soluciones Mecánicas, Ferrocarriles, Astilleros de Cienfuegos, Oleohidráulica y Serviquímica hubieran asumido las tareas que les corresponden por la referida asignación.

Respecto a la gastronomía, la opinión de los visitantes es favorable. Al acceder al parque, cada niño recibe un tique que le permite adquirir caramelos, refrescos, helados y otras confituras a bajo precio; un procedimiento concebido para impedir que alguien compre grandes cantidades y deje a algún chico con los deseos.

«Aquí falta una buena animación —dice Claudia Martínez, de visita en el parque infantil junto a su pequeño hijo. Se necesita un ambiente de más alegría. Y que los niños sean recibidos con canciones infantiles o algún espectáculo en correspondencia con sus edades».

La administración del centro acota que los sectoriales de Cultura y Deportes tienen el compromiso de asumir esas tareas. «Si fallan es por negligencia de alguien o por coincidencia con otro evento», esgrime. El teatro está recién reparado, pero su decrépito equipo de audio clama por reemplazo y su sustituto aún está por llegar.

A pocas cuadras de Los Caballitos, otro parque con equipos nuevos satisface a los afortunados. Tiene carritos eléctricos y otras opciones atractivas, que deben pagarse en CUC, un desembolso que no está al alcance del bolsillo del cienfueguero promedio. Igual ocurre en La Bolera y en los servicentros, donde los juegos infantiles se cobran en pesos convertibles.

Hay una buena noticia: los proyectos de desarrollo social tendrán en cuenta al parque infantil Amanecer Feliz en sus inversiones con vista al bicentenario de la ciudad, en 2019. Para honrar su nombre la instalación necesita precisamente eso, una alborada que la coloque a la altura de las expectativas de millares de niños cienfuegueros.

A la pinareña

Hace unos años, visitar en Pinar del Río el parque infantil Paquito González Cueto era sinónimo de fiesta, entretenimiento, alegría, diversión, algarabía… Y no solo para los pequeños de casa. El júbilo se transfería también a padres y hermanos, quienes disfrutaban de lo lindo junto a su familia.

Pero la instalación no exhibe hoy el mismo encanto. Después de tres décadas de ininterrumpido servicio sus viejos equipos tampoco permiten el mismo deleite a los visitantes.

Este parque cuenta con siete aparatos eléctricos y es el único de su tipo en la capital vueltabajera. La responsabilidad de su cuidado y mantenimiento corre a cargo de la Dirección Provincial de Servicios Comunales.

«Pinar del Río tiene 61 parques infantiles distribuidos por todos sus municipios, manifiesta Alexander Pastor Olivero, director de ese organismo. Al inicio del pasado verano, comproba-mos que más de 30 estaban en buen estado técnico, 14 en condiciones re-gulares y diez en mala situación. Pusimos en práctica un plan que incluyó pintura y remozamiento. Logramos que todos prestaran servicios en las vacaciones».

En el caso particular del Paquito —como llaman los de la tierra del tabaco a su parque de diversiones—, acoge en sus áreas a niños de diversos territorios de la provincia. Por tal demanda sus aparatos son sometidos periódicamente a mantenimiento por instituciones y organismos rectorados por el Consejo de la Administración Provincial.

«A pesar de que cada año se le pasa la mano, nuestro parque es uno de los más envejecidos del país, asegura Máximo Romero, quien funge como director de la instalación. A veces sus achaques técnicos son complicados y no se solucionan con una buena reparación. Pero no nos damos por vencidos. Hoy tenemos los siete equipos trabajando».

Romero comenta de que en las áreas de este emblemático parque se ejecutaron antes del último trimestre del año 45 000 pesos; de ellos, 8 000 en moneda libremente convertible. A pesar de las molestias que tales acciones operativas pudieron ocasionar en los visitantes, no se dejó de prestar servicios ni siquiera un día.

«La instalación debería tener otras opciones infantiles, expresa Rodolfo Ricardo Romeu, quien, junto a su esposa, no pierde de vista a su pequeña nieta. Si se piensa en eso, estoy seguro de que aparecen. Tal vez podrían traer payasos o magos con mayor frecuencia, para que compartieran un rato con los niños».

Lainier Peraza Morejón expone que el parque debería disponer también de aparatos accesibles para los adultos, como ocurre en otros lugares del país. «Nuestros hijos nos piden que montemos con ellos en algunos, pero no nos está permitido», dice mientras miraba a su niña recrearse en una silla voladora.

El esfuerzo de la dirección del parque para mantener una oferta gastronómica estable lo complementa un grupo de cuentapropistas vinculados, cuya misión es la venta de comestibles. También comercializan juguetes variados, paseos en ponis y en cochecitos tirados por chivos.

Para este año el Paquito está en el plan de inversiones para su ampliación, y el monto asciende a 20 000 pesos en moneda total, de ellos 10 000 pesos en moneda libremente convertible.

Alexander Pastor Olivero, director de Comunales, explica que después de esa ampliación el Paquito constituirá un recinto disponible para proyectos de financiamiento extranjero o nuevas formas de gestión.

El parque Meñique en el municipio de Consolación del Sur es otra importante alternativa de recreación infantil en la provincia. En 2016 ejecutaron allí acciones de reanimación de envergadura, al amparo de un proyecto auspiciado por el Programa Articulado de Desarrollo Integral Territorial (Padit) y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD).

Aunque ya presta servicios, las autoridades pinareñas piensan que no demore el Meñique en vestir sus mejores galas, tras una inversión que se acometerá próximamente y que incluye la cafetería, los baños y techos.

Pero Vueltabajo cuenta con otros parques, que, aunque no son tan concurridos como el Paquito y el Meñique, merecen también que se les tenga en cuenta para reparaciones.

«Tienen dificultades con el equipamiento, reconoce Pastor Olivero. Hace alrededor de tres años no se fabrican módulos para parques infantiles. Eso ha impedido renovar algunos de los existentes. Se ajustan o se contratan algunos módulos como canales y tiovivos, pero no hay proveedores permanentes».

Sobre posibles soluciones para mejorar las condiciones físicas de estos centros recreativos, señala: «Aspiramos a mejorar el entorno de nuestros parques infantiles. Ello sería posible, quizá, mediante la introducción gradual de nuevas formas de gestión. De hacerse, no se afectaría su esencia educativa y habría que garantizar que los precios se mantengan al alcance de nuestros niños y jóvenes. Ya hay experiencias positivas en Cuba en otras esferas, pero aún en esta no se ha autorizado».

En honor a la verdad, los esfuerzos de la Dirección Provincial de Servicios Comunales y de los trabajadores de los parques infantiles pinareños no bastan para convertir esas instalaciones en paraísos infantiles. Se necesita invertir en ellos tanto recursos como iniciativas.

En el caso particular del Paquito González Cueto, urge insuflarle un impulso mayor, por la demanda que tienen sus ofertas entre los niños de la provincia. El servicio gastronómico y la amabilidad de su personal no resultan suficientes. Deben mejorar su equipamiento y matizar su entorno de acuerdo con su perfil de auténtico parque de diversiones.

En tiovivo por Las Tunas

De todos los parques infantiles de Las Tunas, el llamado Complejo Recreativo monopoliza las máximas simpatías y preferencias. Y no solamente por los servicios potenciales que le presta a su público, sino también por el paradisíaco sitio donde se encuentra enclavado.

Fundada hace 25 años, la instalación respira dentro de un pulmón vegetal de exuberante diversidad, que incluye  colonias de cañas de bambú colindantes con El Cornito, paraje donde vino al mundo el poeta siboneyista Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, conocido como El Cucalambé.

«El verano pasado no fue muy afortunado para nuestro parque en materia de buen servicio, admite Esteban Rojas Correa, a cargo de esa área en la Dirección Provincial de Servicios Comunales. Tuvimos una afluencia de visitantes tan grande que, a mitad de agosto, muchos de los equipos colapsaron».

El funcionario coloca sobre el tapete algunos ejemplos que reflejan los malos ratos vividos: las gomas del trineo estallaron; el avión caza se «trancó»; el mismo contratiempo sufrieron los caballitos; el enrollado del motor de los botes se quemó… Hubo momentos con solamente cinco de las diez opciones en servicio: un verdadero caos.

«Durante buena parte de la temporada de verano, los trabajadores de la brigada de mantenimiento del parque no tuvieron un minuto de respiro, señala Esteban. Hubo ocasiones en las que mientras los niños estaban sobre los aparatos, se estaba allí mismo en trajines de reparación.

«Cuando comenzó el verano, los equipos no estaban en óptimas condiciones, además de la intensidad de trabajo a la que se sometieron durante la etapa. En el resto del año, el carrusel se pone en movimiento cada media hora, más o menos, porque los visitantes escasean. Pero en vacaciones solo se detiene para que estos bajen y suban. En su caso, como en otros aparatos, el trabajo es continuo. Y eso no lo soportan nuestros viejos y gastados hierros», abunda Roberto González Reyes, director del complejo.

«Para salirle al paso a tamaños contratiempos a mediados de agosto se adoptaron medidas urgentes. Una fue activar la mayor cantidad de aparatos posibles, cuando algunos llevaban años fuera de servicio. El llamado Avión de Cubana, al que solo le faltaban los cables de acero para estar de alta, los recibió gracias «a la ayuda de los talleres 14 de Junio, cuya dirección y trabajadores siempre nos ayudan cuando tenemos averías o necesitamos algún recurso», explica González Reyes. Las bicicletas aéreas no trabajaban porque carecían de plataforma. Ya las tienen. Hay gomas nuevas para el trineo y un motor para los botes. Y rodamientos y cadenas para otros aparatos.

«Nuestra intención es trabajar intensamente en las áreas de reparación y mantenimiento. Hoy disponemos de los recursos que no tuvimos cuando comenzó el verano. El parque está funcionando bien. En las próximas vacaciones, estaremos listos para prestar aún mejor servicio. Entonces, tendremos adelantos con la ayuda fraternal de las empresas que siempre colaboran».

Una mujer llegada desde Puerto Padre no le pierde pie ni pisada a su hijo casi adolescente, quien disfruta de las sillas voladoras como si girara también en torno al mundo.

«Vine en las vacaciones dos veces con Adrián y lo que hice fue mortificarme, asegura. Teníamos casi que forcejear para que pudiera montarse en los pocos aparatos que estaban funcionando. El parque ha dado un cambio grande en cuestión de un mes. Me asombra ver ahora casi todo trabajando».

Durante la etapa vacacional pasada, pese a las limitaciones a las que se ha hecho referencia, el complejo recreativo tunero recaudó más de 100 000 pesos y recibió casi 25 000 visitantes procedentes de los municipios de la provincia y las vecinas Camagüey, Granma y Holguín.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. La gastronomía del parque afronta problemas con la variedad de su oferta. Escasean las confituras, en especial las galleticas, los sorbetos, el chocolate y los caramelos, tan gustados por el público infantil que frecuenta la instalación. Con el helado tienen mayor estabilidad, pero tampoco es suficiente.

El tema de los parques infantiles tuneros trasciende los límites del complejo recreativo. Actualmente, en el territorio existen 246, la mayoría de carácter comunitario; es decir, sitios pequeños con cachumbambés y columpios. Aunque Servicios Comunales es la entidad que institucionalmente debe atenderlos, muchas veces son los vecinos los encargados de hacerlo, pues dicha empresa no cuenta con los recursos financieros para llegar a todas esas áreas.

Los parques más modestos sufren deterioro, tanto por carencia de recursos como de atención. En efecto, falta acero y cemento para repararlos, pero también acción comunitaria. Son sus niños, en definitiva, quienes deben disfrutarlos.

«En el municipio de Jobabo contratamos a un cuentapropista y hemos resuelto algunas cosas, como barriles, canales, columpios, cachumbambés…, dice Esteban. A los parques de las zonas rurales tratamos de priorizarlos. Sus niños lo necesitan, pues no tienen las opciones de los urbanos».

Otra alternativa para atender los parquecitos rurales son los llamados proyectos comunitarios, que desarrollan cada semana las principales autoridades del territorio en un asentamiento poblacional diferente. Se aprovecha ese contexto para remozar en lo posible esos lugares y dejarlos como nuevos, para satisfacción de su población infantil.

Los caminos...

El tema remueve la sensibilidad de la familia, porque tiene que ver con la recreación de los niños, su esparcimiento y actividad física en un entorno seguro y agradable.

Aunque la visión de solo tres provincias impide generalizaciones para todo el país, de los ejemplos expuestos se desprenden ideas que se deben tener en cuenta. En primer lugar, es imposible que una sola entidad como Servicios Comunales —con un objeto social abarcador y misiones prioritarias para la administración pública— pueda asumir todas las necesidades de financiamiento de los parques infantiles, tanto de los grandes como de los pequeños y de los urbanos como de los rurales.

Entonces, es sana la experiencia de que, allí donde se pueda, el Consejo de la Administración Provincial establezca alianzas entre varias empresas y organismos, y cada uno aporte, desde sus potencialidades, a la vitalidad de esas áreas.

Y no solo es fundamental la esfera productiva, también debe aprovecharse la de los Servicios. Por ello, las unidades de Gastronomía deben ser incitadas a llevar sus ofertas a los parques y priorizar los alimentos y bebidas que más disfrutan los infantes.

En esa estrategia, no pueden quedar fuera las direcciones de Cultura y Deporte: los payasos, los magos, los artistas aficionados y los juegos de participación devienen opciones que llenan de contenido los espacios recreativos. El ímpetu de los proyectos comunitarios y el empuje de los vecinos y de organizaciones como los CDR y la FMC, con gran incidencia en el barrio, son otras fuerzas por aprovechar.

No hay por qué renunciar al aporte de los cuentapropistas, por ejemplo, en el expendio de alimentos, ni cerrarles las puertas a las nuevas formas de gestión.  En ese último caso el Estado debe velar por que los precios sean asequibles y no excluyentes, y por que la identidad nacional no ceda espacio, es decir, que en los aparatos no se borre a Palmiche para situar a Pluto.

Asimismo, se percibe la ausencia de una línea dentro de la industria nacional que provea, de manera permanente y con calidad, módulos para parques infantiles. De ese modo quizá el verano deje de anunciarse como la etapa de la destrucción de esas instalaciones. Por otra parte, hay que llevar a los padres y familiares una alerta de civismo que estimule el cuidado de lo que es de todos, y enseñe a los vástagos que para divertirse no hay que maltratar medio alguno.

Mientras se buscan alternativas para solucionar los problemas de los parques infantiles, queda pendiente para JR pasar su mirada sobre los parques privados, inflables y mecánicos, que se posicionan cada vez más en fiestas populares o aparecen en el área verde de la esquina del barrio, y cuyos costos por lo general son altos.

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