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Cultura y turismo: ¿dónde se rompen las costuras?

La subestimación que sufren todavía productos culturales auténticos en una plaza tan importante como Trinidad, ratifica la necesidad de la armonía que debe prevalecer entre ambos sectores

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

TRINIDAD, Sancti Spíritus.— En el centro del escenario del hotel Ancón, uno de los más antiguos de la península de este sureño municipio espirituano, dos jóvenes danzan. Ella le coquetea con el movimiento sensual de sus caderas. Él la toma por la cintura como si cazara una presa jugosa. Ambos se funden al compás de la música grabada. Al finalizar, los escasos aplausos delatan la ausencia de un espectáculo con la intensidad necesaria para provocar al auditorio.

A unos kilómetros de allí, otro grupo de visitantes prefiere enrolarse en la artesanía autóctona trinitaria, que llega hasta la mismísima Torre de Manaca Iznaga. Tanto comercio deja poco espacio para disfrutar de un paisaje único, incólume frente a los fenómenos meteorológicos y el paso del tiempo.

Mientras, una pareja, Nikon en mano para captar postales únicas, apuesta por desgastar sus chancletas bajo el intenso sol del Caribe, que ilumina el centro histórico de la tercera villa de Cuba.

Así es un día cualquiera en Trinidad, ese paraje que seduce y enamora a los turistas que buscan en Cuba un destino auténtico y exclusivo; no solo para llevárselo en el lente de sus cámaras, sino para que nuestra identidad forme parte de sus vidas.

«Sin cultura no hay turismo», sentencia Reiner Rendón Fernández, delegado del Ministerio del Turismo (Mintur) en Sancti Spíritus, cuando JR analiza la salud de ese binomio, sobre todo, tras conocerse que en la Ciudad Museo del Caribe es donde mejor se hace animación y se armonizan ambos sectores.

Esa opinión —controversial para no pocos artistas— pudiera deberse a la estrategia asumida en la provincia, tras la realización del segundo consejo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en 2015, avalado como el que marcó un hito en la relación cultura-turismo en Cuba. Los acuerdos del consejo establecieron un paso importante para expandir el ambiente de diálogo entre el Mintur, el Ministerio de Cultura, la Uneac, la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y otros actores.

A partir de entonces se intenta aquí cumplir con los 17 lineamientos de trabajo aprobados para encauzar y mejorar las propuestas pensadas y creadas para quienes nos visitan.

Ajiaco con sazón

«No consideramos que en la provincia existiera en algún momento una crisis, solo que no siempre predominó una relación sistemática e integradora entre ambas direcciones. Afortunadamente, luego de estabilizar los encuentros, pusimos sobre la mesa el objeto social de cada cual y dónde nos habíamos equivocado», explica Rendón Fernández, uno de los delegados del Mintur con más experiencia en esa actividad en el país.

Rolando Lasval Hernández, director provincial de Cultura en Sancti Spíritus, aclara que a partir de ese momento se constituyó una comisión integrada por reconocidos intelectuales del patio, quienes evaluaron los espectáculos artísticos que forman parte de la propuesta cultural del turismo y reanudaron contratos entre los dos sectores.

Como resultado del diagnóstico, se estableció que esas instalaciones cuentan con alrededor de 125 artistas y 51 unidades artísticas del catálogo de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Gómez Mayea, de Sancti Spíritus, y una cifra menor perteneciente al Consejo Provincial de las Artes Escénicas.

Marcos Antonio Calderón, presidente del comité provincial de la Uneac, reconoce que el mayor valor de los debates de la comisión cultura-turismo es que ya los directivos han tomado conciencia de cuán trascendental resulta la defensa de los mejores exponentes de nuestra idiosincrasia, por lo que en papeles todo está muy bien definido. Mas al interior de las unidades turísticas, el discurso sobre ese tema, al parecer, llega distorsionado.

«Cuando se sale del municipio cabecera, sobre todo, se encuentra una precariedad cultural muy grande, porque los administrativos de los centros se consideran sus dueños y, por tanto, imponen sus preferencias. Y no lo hacen por maldad, sino porque su ignorancia los lleva a creer que su modelo es el adecuado. Hasta ahora se ha demostrado que no hay control en la base», añade.

Bien conoce Eusebio «Pachy» Ruiz, integrante del reconocido dúo Cofradía, aplatanado en Trinidad, esos potreros de Don Pío que rodean su casona, convertida desde hace años en extensión del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

«Hay que tener conciencia absoluta y clara de qué se va a ofrecer. Hoy esa concepción no es prioridad en las instalaciones turísticas, donde muchas veces encuentras propuestas desacertadas. También se precisa identificar las particularidades del lugar, dónde se pone el producto cultural. Por ejemplo, sé de espacios donde se vende vallenato de la peor factura como música cubana. Igual es importante revisar la remuneración de los artistas, subraya.

Y aunque, a juicio del Delegado del Mintur y del Director de Cultura en Sancti Spíritus, en la actualidad se han logrado erradicar aquellas ilegalidades que pululaban años atrás bajo la complicidad de artistas y administrativos, como el llamado «paso del sombrero», que incita al pago como muestra del agrado del público ante el espectáculo ofrecido, o contratar a exponentes del movimiento de aficionado, con pagos en especie o provenientes del bolsillo personal del directivo. No obstante, se conoce que de vez en vez ocurren, muchas veces escudadas en los bajos salarios del sector artístico.

«Todo el personal conoce qué puede o no hacer, y aun así en ocasiones detectamos infracciones. Eso denota que nos ha faltado eficiencia en nuestra labor, alega Lasval Hernández. También predomina un ambiente sonoro inadecuado. Existen televisores, pantallas y equipos de audio con decibeles ensordecedores y un contenido divorciado totalmente de lo que se quiere».

Se sabe que, aunque la mayoría de las manifestaciones recreativas-culturales están audicionadas, ha sido imposible mantener con constancia una revaluación que dictamine la calidad de su renovación.

No es un secreto tampoco que la poca originalidad, creatividad y diversidad provocan la frecuencia excesiva de bailes demasiado erotizados, que se reitere la música más tradicional y se dejen a un lado otros géneros fuertes en nuestra cultura. O que, incluso, se discriminen la lectura de poemas y las exposiciones de artes plásticas.

Asimismo, hay voces que denuncian hechos frescos relacionados con irrespeto al personal artístico, manifestado en pagos atrasados e incluso maltrato.

El joven actor Franklin Romero, vicepresidente de la filial provincial de la AHS, recuerda con indignación lo vivido cuando formó parte como invitado del grupo Teatro La Trinidad y llevaron un espectáculo al hotel Brisas Trinidad del Mar.

«Hubo muchas trabas. A la hora de montarnos en la guagua hasta el hotel, por ejemplo, los artistas teníamos que ir de pie porque les daban preferencia a los trabajadores propios de ese lugar y los animadores eran los que decidían. La otra historia fue la de la espera para cobrar», narra.

A ese último criterio, el Delegado del Mintur en Sancti Spíritus responde que en el contrato firmado por la empresa representante de cada artista y la entidad que recibe el servicio se recogen todos los derechos y deberes.

Si bien es cierto que todavía la comisión cultura-turismo apenas gatea, a pesar del cambio de mentalidades y puesta en práctica de algunas de las opiniones de la vanguardia artística del territorio, otro fenómeno ya desvela: la calidad del producto cultural en el área del cuentapropismo. Y más aun cuando es una actividad que va in crescendo por el pujante aumento de turistas en la provincia.

«Hay que trabajar en la formación del recurso humano de ambos sectores y, a partir de sus necesidades identificadas, fortalecer la superación», concluye Reiner Rendón.

Mientras, Lasval Hernández resume que es este un binomio que, aunque complejo, se complementa paulatinamente, y confiesa que para fines de este año esperan acercar la calidad del producto cultural a sus valores máximos.

Los visitantes buscan nutrirse del mejor arte cubano.

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