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Cuando la «madre» hace la diferencia (+ Fotos y Videos)

Jóvenes camagüeyanos víctimas de accidentes pensaron que la vida se les había acabado al ver que no podían mover sus cuerpos. Su osadía, junto al empeño de galenos y el amor de sus familiares, les devolvieron la esperanza

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Desde la injusta realidad nacen los sorprendentes testimonios que revelamos hoy. Son las historias de vida de cuatro jóvenes que en poco tiempo fueron «abandonados» por su propio cuerpo. Víctimas de accidentes, sus piernas, sus brazos… quedaron paralizados. Hubo quien solamente llegó a tener sensibilidad en sus ojos y lenguas.

Pero, la ciencia y la constancia de atrevidos médicos de esta Isla hicieron el «milagro-científico» de que Yeannis, Alexi, Aramid y Enrique Yadir volvieran a caminar, tuvieran una segunda oportunidad, volvieran a vivir….

La joven Yeannis Palmero González, de 29 años, junto a su mamá Vivian, han vencido, las barreas impuestas por el destino.

La dicha en un abrazo

Ella es una muchacha como pocas, porque sin imaginar lo que le deparaba su nuevo despertar, después de aquel trágico accidente del 10 de octubre de 2015, en el kilómetro 31 de la carretera hacia el municipio de Santa Cruz del Sur, en la zona conocida como La Virginia, tomó la decisión de proteger la vida de su pequeño, de nueve años de edad, Davier Cabrera Palmero, antes que la suya.

Yeannis Palmero González, joven de 29 años, decide contar cómo vivió aquella mañana, durante uno de los accidentes más mortales en la última década en esta provincia, al arrebatarle la vida a 16 personas; 13 en el lugar del siniestro, y lesionar a otras 36.

«Eran cerca de las nueve de la mañana y mi hijo se me quiso ir de mi lado cuando el camión en fracciones de segundos comenzó a volcarse. Casi por instinto lo abracé tan fuerte que pude protegerlo de los golpes con mi cuerpo, yo en cambio dejé de sentirme por completo», recordó, quien ahora se sabe una mujer con mucha suerte al ver a su retoño crecer a su lado.

La fisioterapeuta de profesión desde aquel instante sospechó que algo muy grave le había pasado. Mas ni el peor de los diagnósticos imaginados le robó el deseo de luchar por su vida, «quería volver a abrazar a mi niño, a mi mamá; Vivian, y a mi esposo; Damian», comentó, mientras su madre le ajustaba sus aparatos ortopédicos.

Como pocas personas, esta mujer que vive en la comunidad Batalla de las Guásimas, en el municipio de Vertientes, tuvo una «tercera vida», pues no solo posee en su almanaque un segundo «cumple», —como se dice en buen cubano—, sino que una primavera más le llegó a su vida cuando logró sobreponerse a su invalidez total, desde el pecho hasta los dedos de los pies.

Recuerda Palmero González que solo podía mover la cabeza y a veces los dedos de las manos: «el accidente me dejó parapléjica —parálisis que afecta la totalidad o parte del tronco, las piernas y los órganos pélvicos—, con shock medular y compresión de esta, y fractura de columna vertebral».

En el camagüeyano hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, a pocas horas del siniestro, la muchacha fue intervenida para reparar esa lesión, pero a pesar de los esfuerzos de los doctores su invalidez no mejoraba. Cerca de tres meses la joven estuvo recuperándose en el Centro de Rehabilitación en el que alcanzó a mover levemente los dedos de los pies y luego con la ayuda de sus fisiatras se pudo sentar por vez primera en la camilla.

«Cada vez que lograba algo nuevo con mi cuerpo era como una puerta abierta a la esperanza», comentó.

Palmero después de escuchar los consejos de sus rehabilitadores decidió ingresar en el hospital clínico quirúrgico Amalia Simoni, para probar el tratamiento de medicina regenerativa con células madre, el cual lidera el prestigioso doctor Antonio Puentes Álvarez, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología, en esta institución de salud, desde hace unos cinco años para estos casos complejos.

El 4 de enero de 2016 Yeannis sería el primer paciente con este tipo de afección severa al que se le aplicara el novedoso proceder y el que más tiempo ha demorado en su recuperación. En tal sentido, Puentes Álvarez argumentó que «en esta paciente asombró su recuperación lenta, que tuvo resultados satisfactorios.

«Ella es una mujer digna de admirar, porque no se amilanó ni cuando le informamos sobre sus muy limitadas posibilidades de volver a sentir y a caminar. Su fe plena en que seguiría mejorando fue clave para el éxito en su tratamiento», señaló.

Para el 2 de febrero de 2016 Yeannis había recibido seis infiltraciones de células madre. Un día antes del de los enamorados la muchacha recibiría un regalo muy especial, pues le regresarían unos deseos intensos de orinar.

«Me dije, “pero qué estoy sintiendo madre mía”, y por primera vez en más de cuatro meses lloré de alegría, pues me retiraron las sondas de la vejiga, días después me volvió la menstruación, luego los médicos decidieron pararme en las barras paralelas y así inicié una nueva etapa en mi larga rehabilitación.

 

 

 

«Sin saberlo había nacido de nuevo; por tercera vez, gracias a muchos doctores, fisioterapeutas y enfermeras que me alentaron a no dejar de luchar, a mi familia que nunca se separó de mí, a mis amigos que me apoyaron desde la distancia, y muy especialmente a mi hijo, quien con solo nueve años de edad me preguntaba: “¿Mamá cuándo volverás a la casa?”».

Al cierre de este reportaje aunque Yeannis anda la mayor parte del tiempo en silla de ruedas, ella no solo se vale por sí misma, pues posee una vida independiente y productiva, sino que diariamente camina con sus aparatos unos 40 metros, resultado descrito por los expertos como un récord médico para este tipo de lesión.

Alexi Mora junto a familiares.

 

 

Colgando del cuello

Como de costumbre, Alexi Mora Rodríguez se levantó temprano, se vistió y salió de su casa —ubicada en Calle Novena, No. 48, en el lejano pueblito La Norma, en la comunidad Siboney, del municipio de Sibanicú—, para ordeñar el ganado y luego azuzarlo hacia las carretas.

El joven de 36 años de edad, más conocido por el Jabao no imaginó lo que le deparaba la soleada mañana de aquel 2 de junio de 2017. Eran cerca de las diez de la mañana cuando al subirse en la carreta para guiar a los toros le metió la frente al angular de hierro.

«Desde entonces solo pudo tragar en seco», recordó este trabajador agrícola, quien añadió que sus amigos al verlo corrieron para auxiliarlo, pero que él solo los dejó que le aguantaran con fuerza su cuello. «Había algo que me decía que estaba muy mal; pues tenía la sensación de que flotaba en el aire.

«Esa fue la suerte, porque cuando la ambulancia me dejó en el hospital provincial el doctor le dijo a mi familia: “Aunque ustedes lo vean hablando y la herida sea de solo tres puntos en la frente, su vida cuelga de un hilito, porque él está casi desnucado”», rememoró.

Nunca más hubo tranquilidad en la parentela de Mora, porque fue ingresado primeramente en la sala de Politrauma del Manuel Ascunce, en la cual cumplió sus 35 años en estado vegetativo, y luego trasladado a la de Neurocirugía, donde le confirmaron sus sospechas.

«El joven sufrió un traumatismo craneoencefálico y un shock medular a nivel cervical muy alto el cual comprometía su vida al poner en riesgo severo hasta su sistema respiratorio», detalló el doctor José García Fernández, especialista en Ortopedia y Traumatología en el Amalia Simoni.

El también miembro del equipo médico que desarrolla el tratamiento de medicina regenerativa con células madre aseguró que a pocas horas de emitirse el diagnóstico de Alexi se le propuso el novedoso proceder, el cual había dado resultados alentadores en pacientes con similares traumas de columna.

La noticia de que Mora no caminaría más impactó a los habitantes de La Norma. «Muchos me alentaron a seguir “pa’lante”, y especialmente los médicos, quienes nunca permitieron que me desanimara», aseguró Alexi.

El cuadro clínico de este sibanicuense puso a «prueba de balas» a doctores y fisioterapeutas porque este fue el primer caso en el que se aplicó dicho tratamiento a un nivel de lesión tan alto. «Hasta una manipulación simple podía desencadenar un final nefasto en Alexi», acentuó García Fernández.

En julio de 2017 le practicaron a este camagüeyano la primera de sus ocho infiltraciones de células madre y en septiembre del propio año la esperanza retornó a su vida, al sentir unos espasmos en manos y pies que lo despertaron. «¡Qué susto! Yo que no sentía nada y de repente aquellos calambres me dejaron sin habla. Desde entonces empecé a mejorar», sonrió mientras caminó ante nuestra cámara. 

Aramid Gómez Pimentel, junto a su esposa, Eniri Pimentel, caminan todas las mañanas. 

El estudiante de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, Aramid Gómez Pimentel se vale por sí solo. 

El mal resbalón de Pimentel

Aramid Gómez Pimentel y Alexi Mora Rodríguez son amigos de duras faenas y metas que parecían inalcanzables; ambos se conocieron en la sala de Fisioterapia del Amalia Simoni, tras destinos bien complicados.

El primero cuenta que un mal resbalón en el alero de la beca de su querida Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz lo convirtió en un joven asustado. «No es fácil no sentir de la cintura para abajo», expresó el estudiante de cuarto año de Licenciatura en Turismo.

«El 24 de enero de 2017 resultó un día lluvioso y decidí quedarme en el cuarto de mis compañeros para estudiar. Al asomarme por la ventana veo una pelota de béisbol en el alero y al saltar para cogerla, las manos se me deslizaron y caí sentado desde unos cuatro metros de altura», señala.

Aramid, quien vive en calle Horca, número 419, en el centro histórico camagüeyano, comentó que sus compañeros corrieron para ayudarlo, junto a la enfermera del centro, quien llamó a la ambulancia que lo trasladó hacia el hospital Manuel Ascunce, donde le comunicaron que sufría no solo de una fractura en la columna, sino también de un aplastamiento, compresión y desplazamiento de la médula.

 

Igualmente, como si fuera poco, un pedacito de la vertebra fragmentada pinchó y comprimió la duramadre, —la más externa y resistente de las tres membranas que rodean la pared del encéfalo y la médula espinal—, lo cual originó que segregara líquido cefalorraquídeo, condición que lo pondría en desventaja.

El especialista José García Fernández confirmó lo que muchos temían, el diagnóstico de este muchacho era muy complejo, porque no había manera de revertirle totalmente su lesión. Él había quedado parapléjico y muy golpeado, y las posibilidades de que mejorara en un corto período eran muy escasas.

Mientras a Pimentel un equipo de fisioterapeutas de la sala de rehabilitación del Amalia le evitaba una segura atrofia muscular —disminución del tamaño del músculo—, los profesionales encargados de aplicarle la novedosa práctica de la medicina regenerativa, valoraban de positiva la evolución de su paciente.

Relata Pimentel que a finales del mes de marzo del 2017, luego de haber recibido sus dos primeras infiltraciones de células madre, sintió unas hincadas muy profundas en la zona de la rodilla y el muslo, pero no dijo nada, porque temía que fuera una mala jugada de su imaginación. 

A tal punto mejoró el estado físico del incansable joven, que a pocos días de aquella sensación, se paró de su cama y se sostuvo durante varios segundos, lo que sorprendió a su adorada familia, galenos, amigos de sala y a su esposa, Eniri Pimentel, quien corrió la voz entre sus compañeros de aula y profesores, quienes siempre lo apoyaron. 

Enrique Yadir Corzo Martínez regresa a su vida cotidiana. 

La ceiba que no pudo con Enrique

Créalo o no el título de esta historia sugiere cómo un adolescente de tan solo 14 años pudo sobrevivir a la caída de una ceiba adulta sobre su espalda. El hecho ocurrió el 2 de febrero de 2017, cuando Enrique Yadir Corzo Martínez al salir de su escuela decidió practicar ejercicios, junto a su amigo del barrio, Yariel, cerca de las dos de la tarde.

Cuenta el jovencito que llegó muy rápido a su casa, ubicada en calle Revolución, No. 3, en el reparto Jacinto González, del municipio de Santa Cruz del Sur, para cambiarse de ropa en el baño que estaba en el patio.

«Mientras terminaba de vestirme sentí cómo la mata de ceiba que estaba atrás traqueaba como si se fuera a caer. Traté de salir del baño, pero los nervios me traicionaron, porque trabé el pestillo. Cuando logré abrirlo corrí desesperadamente hacia la casa, mientras sentía como me caía la ceiba en la espalda.

«Por mucho que apuré el paso los gajos de la punta me alcanzaron entrando a la terraza de la cocina. No supe más de mí hasta que abrí los ojos en la ambulancia. En ese momento me percaté de que algo en mí no andaba bien, porque no podía ni respirar», relató.

Este hombre se ha ganado los apodos de el muchacho del milagro, y Juantorena, porque si no llega a correr como un campeón, otro sería su final. Su tía, Yaquelín Torriente Sifonte, quien lo acompañó durante su diálogo con Juventud Rebelde señaló que «era una mata que ni los ciclones Ike y Paloma pudieron con ella. A las dos en punto de aquel día la ceiba cayó y los gajos de su punta, que son a su vez troncos fuertes, lo cubrieron.

«¿Cómo habrá sido el estruendo de aquella mata al chocar con el piso que el suelo se cuarteó en dos y del baño no quedó ni el polvo de sus paredes?», se preguntó Yaquelín.

Luego de recibir los primeros auxilios en el hospital de Santa Cruz del Sur, el muchacho fue remitido de urgencia hacia el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, en Camagüey, donde se le estabilizaron todos sus signos vitales, y cuando estuvo fuera de peligro se le realizó una operación, en la que no solo le repararon su fractura en la columna, en las vértebras.

Al respecto el doctor Antonio Puentes Álvarez explicó: «Lo cierto es que la suerte de este adolescente es única, porque nadie se explica cómo este muchacho quedó con vida y además camina por todo el hospital con la ayuda de sus aparatos, a pesar de que el impacto de la ceiba al caer sobre él le partió su médula.

«Ante la gravedad de su lesión no solo se le reconstruyó su columna, sino que se decidió aplicarle en esa intervención quirúrgica, efectuada el 8 de febrero de 2017, la terapia regenerativa con células madre. Para que se entienda mejor hubo que entrar dos veces a su médula; una para operar y la otra para infiltrar. Hasta ese momento el diagnóstico más acertado para el muchacho era que quedaría parapléjico», subrayó el experto agramontino.

Agregó el científico que en el Servicio de Ortopedia del hospital Amalia Simoni no se tenía una experiencia como esta, aunque sí se habían estudiado casos similares fuera de la geografía nacional para su comprensión.

Luego de aquella operación el insignificante vuelo de un insecto, el cual se posó en una de las piernas de Enrique, hizo que le regresara la alegría a todo el familión. «Estaba acostado cuando sentí cómo la mosca se posó en una de mis piernas, lo que me hizo muy feliz», acotó el jovencito.

Mas este adolescente, lo que agradece en exceso, al igual que el resto de los entrevistados es haber encontrado una nueva familia integrada por fisioterapeutas, doctores, enfermeras, y pacientes, quienes han sido de mucha ayuda. «Aquí hasta se me celebró un segundo cumpleaños de mis 15, cuando empecé a caminar con los aparatos y eso son cosas que nunca olvidaré».

Lo novedoso de una técnica

El doctor Antonio Puentes, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología. 

El doctor José García Fernández, especialista en Ortopedia y Traumatología.

El doctor Antonio Puentes, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología aseguró que los alentadores resultados que exhibe la novedosa tecnología de terapia regenerativa con células madre, proceder que mejora la calidad de vida de los paciente, es gracias al trabajo  de un equipo multidisciplinario del hospital clínico quirúrgico Amalia Simoni.

Afirmó el prestigioso doctor que ya existen excelentes resultados de esta terapia tanto en trasplante de células como en infiltración con plasma rico en plaquetas (PRP). Añadió que desde 2005 comenzó la aplicación de la novedosa terapia, y que ya suman cerca de 300 los pacientes atendidos de diferentes afecciones.

«Las células madre se extraen de la cresta iliaca y se implantan en el lugar dañado para favorecer la regeneración de los tejidos, gracias a su elevada capacidad de autorreplicación», informó.

Puente explicó que la práctica se ha aplicado a pacientes con enfermedades degenerativas y osteonecróticas de cadera, con intervenciones de osteonecrosis y osteoartritis de rodilla, cadera y hombro, en las que se infiltra PRP en la zona afectada, con lesiones anquilopoyéticas —articulaciones muy rígidas y encorvadas— y con inestabilidad de columna lumbosacra.

 

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