Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En lo más alto

Subir el Pico Turquino ya constituye una tradición de la Asociación Hermanos Saíz, tal vez porque simboliza la voluntad y los sueños de los jóvenes creadores en el camino del arte, la literatura y la investigación

Autor:

Yasel Toledo Garnache

Y hubo abrazos, palabras con el encanto de lo sincero y humilde, canciones, emoción, amistades convertidas en hermandad y fotos, muchas fotos… Tal vez porque queríamos guardar los instantes en cámaras y móviles. Ya es tradición que   jóvenes creadores lleguemos a lo más alto de Cuba, y dentro de todos hay una sensación indescriptible, algo en las mareas de nuestras venas y el alma, con la certeza de que la Asociación Hermanos Saíz (AHS) es también una gran familia, amante de los retos.

Allá, frente al busto del Héroe Nacional, en la cima del país, sentimos con fuerza inusitada las esencias de la nación. Éramos más de 30 escritores, músicos, actores, pintores, investigadores…, atraídos por la naturaleza, la historia, el esfuerzo colectivo en las lomas y el propósito de reafirmar el amor y la lealtad eternos a los jóvenes poetas Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, asesinados el 13 de agosto de 1957, en el municipio pinareños de San Juan y Martínez, y a Fidel Castro Ruz, gran impulsor del arte y hermano grande de las nuevas generaciones, justamente el día en que cumpliría 93 años de edad.

Cerca de las nubes entonamos el Himno Nacional y nos dimos un abrazo gigante, muestra de la unión de este piquete de inquietos. Rafael González Muñoz, presidente nacional de la AHS, habló de principios y anhelos, de la importancia de seguir juntos en la conquista de los sueños.  «Los quiero», dijeron algunos, y siguieron las muestras de cariño en un grupo que durante el recorrido sintió cansancio, pero bromeó y sonrío sin importar el sudor y lo difícil del trayecto.

Los protagonistas de esta historia, provenientes de varias provincias, lucíamos sonrientes y llenos de luz, a pesar de la larga caminata y un periplo iniciado varios días antes, como parte del cual visitamos el Monumento Nacional La Demajagua, en Manzanillo, donde gravitan de forma especial las ideas y el ejemplo de Carlos Manuel de Céspedes, hombre de cultura e iniciador de las guerras por la independencia, considerado el Padre de la Patria.

Camino al Turquino

El preámbulo fue una noche en Bayamo, el día 10, donde disfrutamos la presentación de una brigada artística integrada por miembros de la AHS en Granma. Nos adentramos también en la belleza del Paseo General García y la magia de la primera plaza denominada de la Revolución en el país, todo en el Centro Histórico Urbano de esa urbe.

El día 11 temprano visitamos La Demajagua, donde conocimos más del alzamiento del 10 de octubre de 1868, símbolo de rebeldía, y luego recorrimos parte de la ciudad de Manzanillo. En la tarde llegamos al centro de pioneros exploradores Ramón Paz Borroto, en Santo Domingo, paraje montañoso del municipio de Bartolomé Masó, una instalación que necesita más rapidez en su reparación para retomar su funcionamiento normal, con pequeños de varias escuelas primarias, lo cual dejó de realizar desde hace seis años.

Allá nos recibieron como amigos grandes, entre alegrías y amabilidad. En la noche, compartimos con pobladores de la comunidad en una actividad que incluyó la presentación del trovador Yatsel Rodríguez, de Santa Clara, juegos de participación y la proyección de la película Inocencia. La música, el audiovisual y el teatro conformaron un ambiente seductor, allí, entre lomas, un río y el encanto de lo natural.

A las cuatro de la madrugada de la jornada siguiente empezamos el ascenso, aunque solo llegaríamos hasta el campamento de Aguada de Joaquín, a cinco kilómetros de la cima. El entusiasmo adornaba el ambiente. Unos alumbraban con los teléfonos celulares o con lámparas portátiles, todos avanzábamos con paso seguro. Poco a poco, el grupo se fragmentó en pequeños colectivos, según las velocidades de sus pies y el tiempo empleado en otras actividades «vitales», como conversar, disfrutar los paisajes y coleccionar cada detalle en imágenes.

Íbamos repletos de expectación. Algunos volvíamos al Parque Nacional Pico Turquino, a sus senderos y poder seductor, y otros iban por primera vez. Pululaban los chistes y las anécdotas. Con el paso de las horas, algunos se convertían en especies de personajes, como Yadian Carbonell, el Tiza, de Isla de la Juventud, y Sandy Benet Hernández, de Artemisa, quienes hasta fueron protagonistas de una «novela radial», transmitida luego de las 11 de la noche en el campamento de Aguada de Joaquín, donde los cocineros Juan Bautista y Félix nos ayudaron como a hijos, esmerados en que nos sintiéramos bien. Ellos pasan 15 días consecutivos cada mes allá, lejos de su familia, para atender a quienes intentan llegar a la cima.

En la madrugada siguiente, volvimos al sendero y antes de las nueve de la mañana del 13 arribamos a lo más alto, junto al busto del Héroe Nacional, trasladado a ese sitio por Celia Sánchez y otros revolucionarios en mayo de 1953.

Llegar al Pico no es fácil, no se trata de una excursión sencilla ni de un paseo por riberas o jardines, pero ese esfuerzo, esa voluntad de seguir sin importar los dolores en las rodillas y el cansancio forman parte de la maravilla. Bien lo puede decir, por ejemplo, Alexander Hernández Chang, de Sancti Spiritus, quien jamás se rindió y hasta tuvo la experiencia de ser «salvado» por un caballo, con escenas similares a las de un muñequito, según sus propias palabras.

En las montañas compartimos con personas especiales como nuestros guías Oilet y Yordanys, vimos tocororos, ave nacional, y disfrutamos paisajes hermosos desde balcones naturales.

Al final nos queda esa sensación indescriptible de hermandad y los recuerdos de momentos singulares, seguros de que el próximo agosto otros volveremos a la aventura allá, en la serranía, donde radica parte del corazón de Cuba. Subir el Turquino ya constituye una tradición de la AHS. Tal vez porque simboliza nuestra voluntad y lo grande de los sueños en el camino del arte y el pensamiento joven. El agradecimiento sincero a quienes nos ayudan en ese empeño.

 

 

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