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El ADN de la tecla (+ Video)

La Tertulia de duendes ocurrentes, que se asienta en la capital y es cobijada por nuestra columna, celebró sus 15 primaveras

Autores:

Dailene Dovale de la Cruz
Pedro Sosa Tabío

Una peña que se aglutina a partir de muchas. Son de La Habana, Holguín, Las Tunas, Sancti Spíritus, Guaracabulla, Matanzas… Y se reúnen en sus ciudades a conversar, a leer, a comentar los temas de la sección La Tecla del Duende (o a proponerlos).

Trascienden el espacio local y celebran encuentros nacionales. Este 8 de febrero, por ejemplo, festejaron los quince años de La Tecla habanera, que surgió del ingenio del periodista Guillermo Cabrera Álvarez. Quince años después en el Instituto de Amistad con los Pueblos, se aprecia cuánto de positivo y humano tiene crear y compartir momentos como estos.

Es una tarde húmeda, no hay calor, ni frío en exceso. La gente llega y se acomoda. Conversan. Vienen a festejar, a reír y a cantar también. Hay tecleros en todas las manifestaciones del arte.

Cada peña cuenta sus logros o tropiezos. Como la cantidad de trasportes y vueltas que dieron de Sancti Spíritus y Holguín para llegar a La Habana. Presentan décimas, refranes… Dos niños al final, juegan, saltan en sus puestos. Al frente hablan sobre cómo dar a conocer la historia para que niños como ellos sientan como propio acontecimientos de hace más de cincuenta años.

-¿Dónde está la gente de Guaracabulla?

Preguntan desde el micrófono y vuelve la algarabía.

Recuerdan el primer encuentro anual. Cuentan cómo La Tecla crece en cantidad y calidad de miembros. De las obras llenas de bondad y fraternidad.

De Europa, llega el proyecto Tamara Bunque. Hablan de individualismo, consumismo, monopolios, neoliberalismo y de su propósito fundamental: difundir la verdad sobre cómo se vive en Cuba y la realidad del capitalismo.

La tarde continúa, apacible, con la felicidad de esas familias numerosas, que cuando se reúnen hablan, se interrumpen, traen invitados y en medio de todo se profesan mucho amor.

La Tecla de Holguín no fue la excepción. Crecen mucho, en cada encuentro aparece un teclero nuevo. Si llevan la Patria en el pecho, son bienvenidos.

Al final, entre canciones, se recuerda las fechas fundacionales. En el hueco de 21, como llaman al patio del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, cuando un montón de personas creativas fundaron esta historia de amor y amistad.

Se paran y conversan con los amigos de años. Lucen felices y con dicha doble. Ellos tienen familia doble, la que no eligen y esta que los adoptó desde hace quince años.

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