Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pie en tierra, ojos en la placita

La agricultura espirituana ha trazado estrategias para apoyar al país frente a los embates de la pandemia

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

BANAO, Sancti Spíritus.— «La gente del pueblo está encerrá, pero aquí en el campo hay que producir», dice, sin dejar de empujar con su pie el cangre de yuca que en un tiempo llegará a manos de los comensales Ariel Carrera, quien ya olvidó cuándo fue la primera vez que hizo parir la tierra.

Campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Julio Calviño, de Banao (uno de los polos productivos más importantes del municipio de Sancti Spíritus), este hombre de piel curtida y manos amplias ha incorporado a sus rutinas el uso de un nuevo accesorio, el nasobuco, y la concientización de que llegó la hora de redoblar los esfuerzos para aumentar el resultado de las cosechas.

Isidro Hernández, director técnico y de desarrollo de la Empresa Agropecuaria Banao, donde no se pierde ni un instante para buscar variantes que permitan cumplir con el plan diseñado a nivel de provincia, asevera: «Reafirmamos el compromiso de siembra y entrega de abril y mayo. Estamos potenciando a los de mayores índices de rendimientos para aprovechar al máximo los recursos que tenemos».

El propósito de Sancti Spíritus es superar las 31 000 hectáreas en la campaña de primavera recién iniciada, explica Juan José González Nazco, delegado de la Agricultura, quien conoce como la palma de sus manos las interioridades de cada zona rural:

«Estamos tratando de incrementar los niveles de tierra alistada para, desde que empiece la lluvia, hacer una campaña grande. Se están revisando las siembras de ciclo corto, como el boniato, y las hortalizas que se adaptan a esta etapa, sin descuidar las siembras de ciclo largo, que pueden dar en un futuro altos rendimientos, como la yuca, el plátano y los otros cultivos».

Como al resto de los productores, además de las tensiones que genera el nuevo coronavirus, le fruncen el ceño los crueles azotes de la sequía y las consecuencias del bloqueo de Estados Unidos, que impide una utilización máxima del petróleo y otros recursos básicos, como los fertilizantes.

«No podemos dejar a la gente sin su plato de comida», asevera Luis Pentón Ramírez, campesino de la CCS Julio Calviño, también en Banao: «Es el esfuerzo que nos toca. Buscamos productos biológicos, preparamos la tierra con el poco de petróleo que compramos, y con una turbina eléctrica hicimos un riego para que el cultivo prenda… No paramos».

Pensamientos y acciones se multiplican en esta zona rural, conocida por su riqueza en el cultivo de ajo y cebolla. Éver Bernal, de la CCS Frank País, no deja en casa la guataca, el sombrero y el nasobuco: «Hay que guapear con lo que hay, y sembrar tomates, ají… Producir, protegerse y ayudar al país».

Otra de las líneas de trabajo del sector agrícola en Sancti Spíritus es garantizar la oferta de alimentos de origen animal, y para ello explotan todas las vías de comercialización: «Vendemos a través de algunas empresas agropecuarias que tienen unidades comercializadoras o mediante la Empresa de Acopio, y además las propias bases productivas cuentan con puntos en distintos lugares. Definitivamente, estamos satisfechos con la disposición de cada uno de nuestros campesinos de aportar en estos complejos tiempos», concluye González Nazco.

El ciclo de ese sector termina sobre la mesa de la familia cubana y, al parecer, el plan diseñado anda con pasos firmes, pero la realidad aún dista de satisfacer la demanda.

Maritza Rivera, toda una experta en lo relacionado con lo que llega a la placita de su comunidad, en el mismísimo corazón de la añeja villa espirituana, cuenta a esta reportera que esta semana compró tomates, platanitos, calabaza y yuca.

Con su nasobuco bien puesto, opina sobre calidad, precios y frecuencia de ventas, pero quizá no imagina cuánto esfuerzo exige esa garantía de muchos hombres y mujeres, quienes bajo el sol logran que la tierra no tema a los embates de la COVID-19.

Los campesinos de la Cooperativa de Créditos y Servicios Julio Calviño, de Banao, laboran la tierra sin dejar a un lado las medidas para prevenir la COVID-19. Fotos: Elsa Ramos Ramírez

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