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«Estoy aislada, pero no sola»

Una abuela floridana, aislada en su comunidad de Argentina, por estar en cuarentena, cuenta a JR que estar sola en su casa no lo es tanto, cuando hay jóvenes que se preocupan por ella

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.—  Nuevamente el «puente de la comunicación» abre sus puertas a JR desde la comunidad de Argentina, municipio de Florida, en cuarentena por presentarse allí un evento de trasmisión local con cinco casos positivos a la COVID-19.

Esta vez la joven radialista, Mayelín Baryolo Rodríguez, se desprende de uno de sus tesoros periodísticos para compartirnos un audio conmovedor: el diálogo con de una de los más de 600 adultos de la tercera edad que permanecen solos en casa durante la cuarentena reforzada.

La voz pausada de esa anciana, de 78 años de edad, estremece, porque en sus cálidas palabras se puede escuchar la gratitud para quienes no han dejado que ella «muera de tristeza» o, lo que es peor, «de este virus que de vez en cuando me quiere hasta robar el sueño».

Radio Florida, la emisora local, ha ajustado su programación en esta difícil contingencia para llevar rayitos de sol y esperanza allí donde el aislamiento quiere hacer de las suyas.

La doña, Rosario Teresita Molina González, es asistenciada de la Casa de Abuelos de este municipio, y vive en la calle 7, número 417, entre Revancha y Madrigal.

Según contó vía telefónica a los micrófonos de la estación radial, en su Argentina querida nadie se queda aislado del mundo, porque, «las muchachitas trabajadoras sociales se encargan de todo: del almuerzo, la comida, los mandados… e incluso hasta si amanecí con alegría o si me gustó lo que me trajeron».

Para tranquilidad de quienes no pueden llegar hasta esa localidad del oste de la provincia, la anciana describió a un Argentina disciplinada y agradecida de su Cuba solidaria, que no olvida a ninguno de sus hijos, por muy viejos que estén.

«Los médicos y enfermeras han venido a mi casa para darme las goticas, -las homeopáticas de Prevengho-Vir-, varias veces en lo que va de cuarentena, y hasta me hicieron el examen rápido ese, al que di negativa», cuenta con optimismo.

Sobre ese momento, cuando supo que estaba libre del Sars-CoV-2, Rosario narró: «Fue de alegría, pero no solo para mí, porque todo el barrio estuvo pendiente de mi resultado desde sus portales, ventanas… Y es que es así todos los días: mi salud, la de todos los ancianos que viven solos en sus casas, le interesa a todo el mundo. Cuba es tan grande, que no encuentro palabras».

Y es que al recibir la noticia de que su barrio entraba en cuarentena, ella se asustó:: «Me puse mal, triste, y me entró un no se qué en el pecho… Pero cuando vi la organización y la atención de todo el mundo aquí, hasta de las autoridades del país, quienes estaban atentos a mi comunidad aislada, todo cambió. Incluso no me siento sola, porque a mi puerta ha llegado la solidaridad de muchos. Puedo estar aislada en mi casa, pero no sola. Eso nunca lo he sentido».

Con admiración habla de un gran amigo, el administrador de su tienda de víveres, quien por estos días no descansa: «Él nunca ha perdido la paciencia y se le ve como loco ayudando a sus viejos, los más vulnerables a esta pandemia.

«Hay tantos como él en este poblado, aseguró-, y los jóvenes son los primeros, no se cansan. Son en su mayoría los que pesquisan, los que nos traen los alimentos y los módulos de aseos; los que andan cuidando las calles; los que siempre te dan de lejos los buenos días. No tengo quejas de nada ni de nadie».

Con la autoridad de sus años, ella agradeció al Presidente Díaz Canel porque es «como un Fidel. Lo veo por el televisor tan preocupado por todos nosotros, y aquí en Argentina le damos las gracias por eso», recalcó.  

Ya en los segundos finales durante su entrevista la abuela Rosario, insistió: «La higiene aquí es dónde quiera, en mi casa, en las calles, la cual fumigan y limpian dos veces al día. Por eso hay que mantenerse en casa, para que esta enfermedad no se propague.

«En mi Argentina el coronavirus no tendrá más personas que enfermar porque se ha combatido. Y es que esta Revolución es muy grande», dijo mientras mandaba un abrazo a sus amigos de la casa de abuelos, quienes esperan con ansias el recuentro cuando  la vida vuelva a la normalidad.

 

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