Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Carlos Gonzalvo, un humorista con aceptación en el público cubano

El actor que interpreta al profesor Mentepollo, en el programa televisivo Deja que yo te cuente, reivindica sin estridencias la sátira social

Autor:

Mario Cremata Ferrán

Nos encontramos en los estudios centrales de ese canal tan popular entre los cubanos: Telepío. Allí espera un hombre de poco más de 1,60 metros de estatura, ademanes nerviosos, pantalones oscuros del tipo jean y gafas del mismo tono. Nada más y nada menos que el ilustre Profesor Mentepollo. Parece confundido, o quizá sorprendido.

Cuando uno conversa con Carlos Gonzalvo no puede menos que exclamar: ¡Qué mente la de este pollo! Foto: Roberto Morejón (AIN)

—No se asuste profesor —le digo. La conductora habitual de esta sección delegó en mí sus funciones de entrevistador. —Es que está en Paso Viejo y no pudo conseguir pasaje de regreso —agrego.

—Comprendo, comprendo. No problem man, OK.

—Profesor que no entiendo su idioma...

—Perdóname chico; es que pensé que aún estaba en Inglaterra. Llegué hace unos días.

Así comenzó este diálogo con Carlos Gonzalvo Rodríguez. Nacido en la Isla de la Juventud el 4 de septiembre de 1970, este candidato a novio de por vida, reconoce ser el primero en su familia con cualidades para el humor.

—¿Cuándo descubrió que podía hacer reír?

—Vengo de un grupo de teatro de la Isla de la Juventud llamado Pinos Nuevos, que abordaba temas de interés juvenil, las problemáticas de los estudiantes. Algo parecido a lo que hizo el grupo Escambray allá en las lomas, nosotros lo hicimos en la Isla.

«Aunque las obras tocaban temas polémicos, siempre eran refrescantes, y a mí me tocó hacer los personajes más simpáticos, por decirlo de alguna manera. También hice cosas muy dramáticas, pero sobre todo me satisface hacer reír, y creo que desde esa época viene mi inclinación por el humor. En enero cumplí 20 años de trabajo».

—Cuándo inicia su carrera como humorista?

—Lo que se dice hacer humor, desde 1995. Formaba parte todavía de Pinos Nuevos cuando supe del Festival Aquelarre, que se celebraba en La Habana, auspiciado por el Centro Promotor del Humor. Empecé a participar y a preparar trabajos desde ese año hasta el 2000, en que decidí dejar el teatro y entrar en el Centro.

—Antes, ¿qué hacía?

—La carrera que pedí nunca me la dieron: piloto de altura. Juré que no estudiaría nada que no me interesara. Tenía la esperanza de que algún día pasara algo. Ese día, por suerte, llegó rapidísimo.

«Con solo 16 años entré en el grupo teatral donde comenzó mi formación, después perfeccionada con los cursos de teatro musical en el Instituto Superior de Arte. Allí supe lo que era en realidad ser actor, cómo se montaba una obra, recibí clases de voz y dicción... Me formé sobre la marcha».

—¿Cuál es la génesis del Profesor Mentepollo?

—Fue idea de Nelson Gudín. Cuando le proponen asumir el proyecto de lo que sería Deja que yo te cuente, era ya un interés del director que yo formara parte del elenco.

«Nelson me comunicó la intención de hacer un personaje, todavía sin nombre, que en todos los programas hablaría sobre un tema distinto. Esa primera idea me fascinó, y así surge este sujeto que cree que sabe de todo y puede hablar de cualquier cosa. También lo pensamos con un nombre distinto en cada transmisión.

«Analizamos detenidamente el asunto y nos dimos cuenta de que esto era casi imposible. En primer lugar era muy difícil hacer una caracterización diferente en cada espacio; tampoco existen los recursos para eso. Pensé: cuando el programa lleve dos meses en el aire, ¿qué tipo de personaje hago? Entonces decidimos buscar un sujeto que se apropiara del ambiente y asumiera las características del tema en cuestión. Necesitábamos que la gente lo viera como un solo personaje.

«Poco después Nelson trajo la propuesta del nombre, que escuchó en un lugar donde estuvo hospedado. «Mentepollo» nos resultó muy simpático.

«El profesor se aprovecha de la sátira social, que estuvo olvidada por mucho tiempo. Asume las cosas muy en serio: en verdad se cree que es el dueño del mundo, que en realidad todos los estudios que hace respecto a cualquier tema, son los mejores del mundo. Él es lo máximo, a pesar de que es muy sencillo, modesto (sonríe), y si bien posee un enorme caudal de conocimientos, la fama no le hace daño, al contrario, sigue inventando teorías por el bien de las personas».

—¿Y los guiones?

—La inmensa mayoría los ha escrito Nelson Gudín. Hay humoristas que han cooperado con nosotros, lo mismo con ideas que con guiones hechos, y luego nuestro equipo les da el cierre, porque ya tenemos la mecánica de cómo funciona.

«En los últimos días escribí algunos guiones; pero el peso lo lleva Nelson desde el principio».

—¿Pone de su cosecha para enriquecer los parlamentos?

—Lo único que yo hago es lo que casi siempre todo actor hace al guión que cae en sus manos: adecuarlo a mi persona, proponer a partir de lo que ya está escrito. Incluso han salido emisiones donde no existía guión y todo se ha inventado antes de grabar. Cuando hay una idea nos ponemos a improvisar, y así se han configurado algunos con ocurrencias del propio Nelson y también mías».

—¿A qué cree que se debe el éxito del personaje?

—Creo que la mayoría de las veces en que se tocó la sátira social en los últimos tiempos, no se hizo de la mejor manera. Esto no quiere decir que nosotros seamos los mejores. Simplemente es nuestra forma.

«Toda sociedad requiere de la sátira social. Existe en todos los rincones del mundo y es necesaria. No pienso que el humor aporte soluciones, pero sí hace reflexionar sobre muchas cosas, más cuando se tiene ese propósito.

«El cubano la prefiere más que otros pueblos del mundo, por su gran sentido del humor, sobre todo hacia lo que nos afecta y nos hace sentir incómodos.

«Por eso Mentepollo despierta tanta simpatía. En la calle la gente me dice: ¿por qué no hablas de esto ahora?, o trata este otro. Te sugieren situaciones actuales que me parece importante abordar desde la óptica del humor, con el mayor respeto y seriedad posibles».

—¿Cómo transcurre un día de grabación del espacio?

—Es un día de mucho trabajo. Puedo decirte que mi colectivo laboral es excelente. En el verano se cumplirán los primeros dos años del programa, y en ese tiempo no recuerdo grandes problemas. Desde luego, existen discrepancias, pero todo es en función del trabajo.

«Casi todas las personas dicen eso de su colectivo, que es maravilloso, pero en este caso lo digo de corazón. Nos divertimos mucho y creo que esta es una de las cuestiones que más le aporta frescura y espontaneidad a nuestra labor. A veces estoy viendo el Taller y les propongo un chiste para que lo digan. Otras, los actores de esa sección se quedan en el set para ver a Mentepollo y me aportan nuevas ideas.

«No hay ningún temor a decir: se me ocurrió un buen chiste, hazlo tú, que a ti es a quien le pega. Esa es la atmósfera que se respira, lo cual favorece la permanencia del espacio».

—¿Qué se necesita para ser amigo o discípulo del profesor?

—El profesor es un cubano más cuyo propósito es ayudar. Siempre es muy sincero en lo que dice, en los temas que aborda. Lo que Mentepollo representa ahora, para los que lo siguen, lo representa de verdad. Para ser su amigo tienen que ser sinceros cuando se lo topen en la calle, hablen con él para elogiarlo o decirle que no les gustó lo que hizo».

—Mentepollo se mantiene, unas veces en alta y otras no tanto. ¿Tiene algún truco especial para no dejarlo morir?

—La fórmula que se puede emplear para mantener un personaje, sea Mentepollo o cualquier otro, es trabajar, y trabajar mucho. No solo ha dependido de mí, también de Nelson Gudín. Aunque mañana él no escribiera más guiones, la supervivencia dependería igual de mucho esfuerzo y voluntad. Esa es la clave para mantenerse».

Mentepollo y Feliciano (Osvaldo Doimeadiós) en una controversia como parte del espectáculo Dime con quién andas..., que se estrenó en marzo de este año en el teatro Karl Marx. Foto: Cortesía del entrevistado

—¿Quiénes son los comediantes que más lo han marcado?

—No me considero un comediante. Creo que para serlo se necesitan méritos que no tengo. Simplemente me veo como un actor, no sé si bueno o malo, pero es lo que quiero ser.

«Hay alguien que dejó una huella en mi carrera desde la primera vez que lo vi por televisión: Osvaldo Doimeadiós. He seguido su desempeño que ha marcado el mío, porque sus caracterizaciones de personajes siempre me interesaron.

«También disfruto muchísimo de las actuaciones de Ángel García (Antolín el Pichón). Para mí es el humorista que más refleja la cubanía, lo criollo, con propuestas sanas, ¡tan cubanas y tan graciosas! Es mi otro preferido, y que me perdonen otros buenos que tenemos».

—¿Se considera un hombre simpático?

—No creo que sea una persona simpática. A título personal sí te digo que me divierto con mis amigos. Ellos me buscan porque les gusta reírse conmigo; pero no creo que sea un tipo muy simpático».

—¿Cómo lleva Carlos Gonzalvo la popularidad? ¿Se le ha subido la fama para la cabeza?

—Me gusta, me gusta hablar de eso. Aprendí desde hace tiempo una lección, cuando no era muy conocido, y se la debo a Osvaldo Doimeadiós. Él siempre me decía: en Cuba no hay famosos. Los famosos están en otros lugares. Aquí tenemos actores conocidos y actores populares. No me considero una persona famosa, sino popular.

«Al principio uno se debate un poco entre lo incómodo y lo sabroso. Tal vez en un momento determinado, cuando estás concentrado en un asunto o tienes problemas, quisieras pasar inadvertido. Es lo más normal del mundo. Pierdes un poco de privacidad, pero si no quieres que te suceda, no hagas televisión, no te hagas notar.

«Eres un cubano común que va a la misma bodega, compra en el mismo agro y visita las mismas tiendas donde va la gente que te admira... En fin, no debes sentirte superior a nadie por ser conocido o porque la gente te valora. Al menos yo lo veo así».

—Por fin quién llegó primero al mundo: ¿la gallina o el huevo?

—Esa es una pregunta que aún no tiene respuesta. Creo que esa frase define un poco la personalidad de Mentepollo, toda esa intriga que hay a su alrededor. Le viene muy bien a las características psicológicas del personaje. Por eso, aunque te pudiera contestar la pregunta, apuesto a que Mentepollo nunca te lo diría.

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